Este era el titular de una noticia
que recientemente leí. Tiene bastante que ver con el tema tocado en el blog
anterior sobre la exposición al contenido sexual en la televisión, o los medios
de comunicación en general, solo que en este caso no fue un adolescente, sino
un niño de apenas seis años en Estados Unidos, quien, mientras hacía cola en el
comedor del colegio, le canto a una compañera la canción I’m Sexy and I know it
(Soy sexy y lo sé).
He de reconocer que, en principio, me llevé las manos a
la cabeza, preguntándome hasta qué punto se puede ser estricto, tanto en la
valoración de lo que es acoso sexual, como en el castigo impuesto. Luego, al ir
leyendo la noticia, me fui quitando las manos de la cabeza. La expulsión era
solo por tres días, y el niño era ya reincidente en cantar dicha canción,
habiendo sido advertido anteriormente por el director de no volver a hacerlo.
Aún así, seguía pensando que era excesivo considerar eso
como acoso sexual; pero es que realmente yo no conocía dicha canción, ni el
contenido de la misma, así que visualicé el video I’m
Sexy and I know it para ver qué había detrás de dicho título. Me
pregunto si el niño simplemente cantó ese estribillo, o lo acompañó con el
baile que puede verse en el video, pero en cualquier caso entiendo que
cualquier director de colegio conocedor de la canción asocie el estribillo con
ese baile y ponga el grito en el cielo de que un niño de seis años haga broma
con él.
Y digo a propósito la palabra broma porque me resisto a
creer que se tratara realmente de acoso sexual en este caso, pero aún como
broma, y con reincidencia, me parece sobradamente grosera como para quedar
impune. Alguien tiene que hacer algo para que el angelito piense en bromas más
sanas e infantiles. Ahora bien, ¿Quién es el responsable de la conducta de este
niño? Es fácil pensar que los responsables son los padres, porque los padres
siempre son responsables de la educación de sus hijos.
Pero sabiendo que en infinidad de casos los padres no asumen
adecuadamente su responsabilidad, bien sea por desestructuración familiar, o
porque la evitan, o bien porque no saben manejar aspectos complejos de la
educación de sus hijos, ¿no sería posible que las administraciones públicas
pongan un poquito el freno al contenido inadecuado de los medios de
comunicación? No es posible que el daño moral y educativo de dichos contenidos
pueda ampararse en una libertad de expresión mal entendida.
Siento que a los padres, a quienes nadie les enseña a ser
padres ni cómo educar a sus hijos, ni se les exige tener el título
universitario de “padres”, se les viene encima una tarea cada vez más
complicada por el daño que hacen ciertos contenidos de los medios de
comunicación. Si se les suelta un toro cada vez más bravo, habrá que enseñarles
a torear muy bien ¿no? De lo contrario, por favor, sujeten a los toros bravos.
En la falta de control sobre dicho contenidos hay tanta culpabilidad como en la
pasividad o ineficacia en la labor parental.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y
Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas
en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en
El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el
ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la
colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en
ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la
necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con
otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio
de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido
también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a
su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008
resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional
con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido
establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a
distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.
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