sábado, 19 de mayo de 2012

Comunidades Seguras: un estigma de criminales a los inmigrantes indocumentados

Por Luis Montes Brito
Para Diario El  Mundo, El Salvador
Revista Digital Gurú Político, México


Ahora se culpa de las calamidades de la situación económica actual a esa porción de su población (EEUU) que no es siquiera el 4% de la misma y por cierto es la más vulnerable.

La condición de inmigrantes indocumentados pareciera despojar a las personas de sus derechos humanos más elementales. Esto lo saben bien los delincuentes, los explotadores, las autoridades y varios políticos calculadores.


Ante la crisis financiera actual, producto de una especulación desmedida, de una voracidad mercantilista y de una incapacidad gubernamental los ciudadanos frustrados por sus dificultades buscan culpables. Debido a esto observamos que muchos gobernantes de diferentes niveles pierden sus puestos en elecciones democráticas o son destituidos por rebeliones sociales que terminan en protestas generalizadas e incontrolables.

De los éxitos muchos reclaman su paternidad, los fracasos son huérfanos y nadie asume responsabilidad por ellos. Los ciudadanos exigen responsables, un culpable, alguien sobre quien descargar la ira y frustración. Quién mejor para tan sacrificada asignación que alguien débil, alguien que no pueda defenderse, que no tenga ni voz, ni voto (sobre todo). Alguien que sea fácil descalificar de entrada. Es allí cuando también surge la figura del indocumentado: el que “carga el bulto que el legal no cargaría ni obligado” como dice Arjona.

No sólo se abusa laboral y salarialmente de él, sino ahora políticamente. EEUU es una nación de inmigrantes cuyo éxito está basado en la diversidad y en al aporte que estos dan a la economía.  Ahora se culpa de las calamidades de la situación económica actual a esa porción de su población que no es siquiera el 4% de la misma y por cierto es la más vulnerable.

Bajo esta premisa aparecen una cantidad de leyes y regulaciones a nivel, local, estatal o federal para castigar aún más a este sufrido personaje que es parte importante del complejo engranaje que compone la sociedad estadounidense.

La obligatoriedad a nivel federal del programa Comunidades Seguras victimizará aún más a los inmigrantes indocumentados, quienes son   estigmatizados como criminales por el sólo hecho de su estatus migratorio.

El Programa de Identificación de Indocumentados en las Cárceles conocido como 287g fue diseñado bajo la administración Clinton en 2006 y puesto en marcha en 2008 por George W. Bush. Su objetivo original fue deportar criminales convictos indocumentados, en la práctica diversos estudios incluyendo reportes gubernamentales demuestran que ha sido utilizado para expulsar mayoritariamente a inmigrantes indocumentados, incluso por el solo hecho de manejar sin licencia o por faltas menores como no usar cinturón al conducirse en un vehículo.

El programa 287g, agrega tareas migratorias a las policías locales. Inició en la cárcel del condado Mecklenburg, Charlotte, Carolina del Norte.

Comunidades Seguras es un programa más eficiente que su antecedente el 287g. Diseñado para reforzar las leyes de inmigración que buscan deportar extranjeros criminales. Es administrado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en Inglés). Fue creado en 2008, iniciando en el condado de Harris, Texas.  Actualmente más de 1300 ciudades a lo largo y ancho del territorio estadounidense se han sumado voluntariamente. A partir de enero de 2013 será obligatorio en los 50 estados de la nación. Desde su implementación Estados Unidos ha deportado a más de 800 mil inmigrantes, más de 397,000 durante el 2011, se espera que la cifra crezca a más de medio millón el próximo año. Vale la pena destacar que según informes gubernamentales únicamente el 26% de los deportados tenían antecedentes penales.

La mayor crítica a ambos programas es que han creado una política de aplicación basada en un perfil racial, el mismo Departamento de Seguridad Nacional reconoce que en 2011 más de la mitad de los deportados bajo estos programas cometieron delitos menores o incluso carecían de un record delictivo. Por otro lado un estudio de la prestigiosa universidad de Berkeley en California revela que un 93% de los deportados son de origen latino.

Las implicaciones familiares, sociales y económicas que traen consigo son incalculables y tristemente son motivadas por un populismo infundado en el cual únicamente se busca descargar culpas en alguien que no pueda defenderse.

La aplicación de ambos programas deshumaniza aún más el ya terrible drama del indocumentado. Deseo fervientemente que Dios se ampare de ellos, ya que los gobiernos del país que dejaron y los de su nueva residencia son indiferentes al drama que viven diariamente.

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