La educación es la solución
más polivalente que puede existir, y ciertamente en la educación debería
encontrarse solución a la violencia, pero depende de cómo interpretemos la
educación; cada necesidad requiere de un tipo de educación, y para conocer la necesidad debemos
investigar cual es el origen de la agresividad que degenera en violencia, bien
sea patente o latente. Hay varias causas que provocan agresividad en el ser
humano. En algunos casos puede tratarse de causas orgánicas, lo cual lo
determinamos los especialistas, y aún en estos casos una educación adecuada es
fundamental en el manejo del problema.
Un factor cada vez más
común que ocasiona agresividad es la baja autoestima, que puede deberse a haber
sido tratado con violencia física o psíquica, o sin la debida atención (por
ello es que quienes han sido tratados con violencia tienden a repetir los
esquemas si no superan su autoestima); y puede deberse también a no sentirse
adaptado al grupo social al que se pertenece,
porque su educación, capacidad, condiciones, cualidades, etc. no se
adecuan a lo que requieren sus aspiraciones o a lo que exige el grupo social.
La agresividad por baja autoestima no suele degenerar en violencia social, sino
que se proyecta más bien sobre los ámbitos cercanos, como la familia o
amistades.
Una tercera causa de
agresividad que nos afecta a casi todos se refiere a los nuevos valores; por
una parte, por su carácter marcadamente materialista y escasamente humano, y,
por otra, por la diferencia entre los mismos y la posibilidad real de
alcanzarlos; diferencia que en nuestros países alcanza enormes proporciones.
¿Cuáles son los nuevos valores de hoy día?
El dinero, el poder, el éxito socio-profesional, la imagen, el sexo, el
consumismo, la agresividad... Valores como la verdad, la honradez, el respeto,
la fidelidad, la serenidad, el aspecto familiar del éxito personal, etc., no es
que no se consideren, pero frecuentemente quedan desplazados si tienen que
competir con los otros. En este sentido, los medios de comunicación también
juegan un papel fundamental como vehículos de los valores.
Por último, otra causa de
agresividad es el stress ocasionado por las circunstancias de la vida moderna,
la propia agresividad de los demás por las razones anteriores, y por la
competencia permanente y a todo nivel por recursos como el trabajo, el espacio,
el tiempo, incluso el agua o el alimento, etc.
Estas dos últimas causas de
agresividad sí degeneran en violencia sobre el medio social. Lo que sucede es
que, según el estrato social, la agresividad provocada se maneja de muy diferente manera, desde la
violencia física más rudimentaria, hasta las formas más refinadas y sutiles de
proyectarla.
Educación
sin violencia no consiste en la aplicación de una serie de “fórmulas antiviolencia”como
si se tratara de matemáticas, ni se trata simplemente de decir “no a la
violencia”. La violencia suele ser simplemente la consecuencia de esquemas
educativos amparados en los puntos señalados anteriormente. La educación se
adquiere por la asimilación permanente de los modelos o patrones vividos, tanto
en el medio social como en el medio familiar.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en
Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia
de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada
en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he
colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo
de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual
me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia,
doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión
hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones
familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años
de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.
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