

No me cabe ninguna duda de ello, como tampoco me cabía duda antes. Es un
hecho que el contenido sexual en la pequeña pantalla se ha incrementado en los
últimos tiempos hasta límites casi inaceptables, tratando de ir siempre un
poquito más allá, buscando un límite que nadie quiere poner seriamente,
importando poco o nada si el contenido sexual explícito encaja realmente en el
guión, o si con ello se está haciendo algún daño a la sociedad; e importando
mucho, o todo, que el contenido sexual vende muchísimo. También otros temas,
como la droga, hacen daño y están prohibidos o muy restringidos; quizá porque
el daño es más obvio y directo que en el caso de la sexualidad.
Regulado o no, la cuestión es que el contenido sexual en la televisión es
hoy por hoy algo inevitable con lo que hay que contar, por lo que evitar el
daño que pueda hacer a nuestros adolescentes es tarea de los padres. Respecto
al tipo de control que los padres deben ejercer sobre este tema, no soy
partidaria del control restrictivo de prohibir que nuestros adolescentes vean
esos contenidos. No nos engañemos; están al alcance de ellos en cualquier
parte; en internet mucho más explícito que en televisión; y podemos controlar
el uso de internet en nuestra casa, pero internet está al alcance de cualquiera
en cualquier parte. No soy partidaria de las prohibiciones.
¿Compartir dicho contenido con ellos? Pues sí, es mejor solución, siempre y
cuando se acompañe de instrucción, de modo que sirva al mismo tiempo para
educarles en sexualidad; de lo contrario puede aparecer vergüenza tanto en
ellos como en nosotros porque ese es un aspecto de la educación que los padres
latinos tendemos a evitar, a parte de que nuestro silencio puede ser
interpretado por ellos como nuestro aval, así sin más.
Por último, la instrucción, la educación de la sexualidad por parte de los
padres, es la mejor herramienta para que nuestros hijos permanezcan inmunes a los
efectos de dicho contenido sexual. En el párrafo anterior ya se apuntaba esto.
Como siempre, la educación es la llave para casi todo. Sin embargo no hay que
esperar a que sean adolescentes para iniciar la educación sexual; debe
iniciarse desde niños con temas sencillos, que irán entrando en profundidad a
medida que vayan creciendo. Pero bueno, de ello podemos hablar en otro
capítulo.
Acerca de la Dra.
Mendoza Burgos
Titulaciones en
Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia
de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he
colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual
me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia,
doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión
hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones
familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años
de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.
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