Por Luis Montes Brito
Publicado por Diario El Mundo, El Salvador
El caudillismo además de
ser uno de los principales males de la política latinoamericana, es el mayor
obstáculo para que esta cambie de rumbo, se nutra de nuevas ideas y se busquen diferentes y mejores formas de
hacer las cosas.
El caso de El Salvador es
un excelente ejemplo. Por el lado de la izquierda vemos al Comandante Salvador Sánchez
Cerén aferrado a su posición de fuerza, imponiendo su candidatura sobre los
nuevos liderazgos del FMLN. Convirtiéndose en un candidato que para el 2014, año
de las elecciones presidenciales, estará
arribando a los 70 años de edad.
Por el lado de ARENA, la
derecha tradicional salvadoreña, el panorama no es tan diferente en este
aspecto, ya que su candidato Norman Quijano, arribaría el 2014 a los 68 años.
La diferencia acá estriba en el peso y liderazgo dentro del partido. Por eso
para analizar el caudillismo en la derecha de ARENA hay que referirse al expresidente
Alfredo Cristiani, verdadero poder dentro del partido.
Actualmente tiene 65
años, edad de jubilación según la legislación salvadoreña pero como vemos en la
práctica esto no aplica para seguir disfrutando las mieles del poder. Ante la
cada vez más popular idea de que Cristiani tiene que ceder la presidencia del
partido al candidato, en una entrevista el hombre fuerte de ARENA descobijó su
verdadera forma de pensar en una pequeña frase: “Yo me voy a ir cuando yo quiera”. Blindó su posición al
afirmar que para dejar la presidencia del partido habrá que reformar los
estatutos, sin explicar porque es necesario, ya que para llegar no hubo
necesidad de hacerlo.
La posición de Cristiani
de alardear públicamente de su indiscutible poder partidario contrasta con el
silencio, las declaraciones tímidas y ambiguas de la mayoría de los demás
dirigentes, incluyendo al candidato, remachando la firme percepción en la
ciudadanía quien es el verdadero poder dentro del partido. Hay que recordar que
política es percepción y ésta es que ARENA lleva un candidato débil que no
manda ni en su propio partido y por lo tanto de ganar la presidencia no tendría
la fuerza suficiente para realizar los cambios que requiere el país, ya que
está sometido desde ya a un poder fáctico.
Poner en evidencia a un
candidato débil, además de ser innecesario, es un grave daño a la campaña,
equivale a dispararse uno mismo en un pie.
ARENA es un partido cuya
base filosófica defiende las libertades, incluyendo la de expresarse. Aquellos correligionarios
que todavía hoy guardan silencio cómplice, lamentarán mas tarde el no romperlo
oportunamente.
La culpa de una nueva
derrota no recaerá en los que denuncian los abusos, la culpa es de los
prepotentes y de los timoratos que lo solapan.
Seguir achacándole los
problemas de ARENA al expresidente Tony
Saca, expulsado del partido por Cristiani y su grupo, es tan demagógico y tan
falto de ideas como culpar de la incapacidad del gobierno del FMLN-Funes a los
20 años de ARENA
Las contradicciones de
Cristiani son tan grotescas que por un lado alienta a la corriente más
conservadora del partido a protestar por una política de métodos
anticonceptivos en las escuelas, a la vez que condiciona los votos de su
fracción legislativa para aprobar la contratación de nuevos préstamos a la
compra de vacunas para inmunizar jóvenes contra el papiloma humano. En otras
palabras usar condones y otros métodos anticonceptivos es inmoral, vacunarse
para evitar enfermedades de transmisión sexual, NO. En que difiere el criterio.
¿Moralidad o Mercantilismo?
Negociar directamente con
el presidente Funes privilegiando la inversión del gobierno en semilla
certificada, de la cual se beneficiaría una empresa relacionada, es poco
transparente y además es un claro conflicto de intereses que hace dudar de la
verdadera motivación de las condiciones negociadas.
ARENA debe defender los
intereses nacionales, no debe seguir siendo utilizada para defender intereses
privados. En la sociedad del conocimiento ya no es posible engañar a la
ciudadanía sin que la verdad salga a luz más temprano que tarde.
Vale la pena cuestionar ¿porqué
aferrarse a un cargo? desgastando a su
partido, llevándolo testarudamente a un punto de quiebre sabiendo que tarde o
temprano deberá ceder. El costo político que está pagando ARENA y su candidato
es altísimo e injustificable.
Los caudillos de las
extremas salvadoreñas deben apartarse de la conducción de sus partidos, liberándolos
a su vez de dogmas atávicos porque solo así y hasta entonces, El Salvador progresará
en una urgente despolarización política.
(Esta versión es la publicada por varios medios a nivel de Estados Unidos y Latinoamérica. La misma es más explicita sobre personas y hechos con los cuales los lectores salvadoreños están más familiarizados)
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