
En su discurso anual ante la Asamblea Nacional Popular, el primer ministro chino Wen Jiabao se comprometió a frenar el aumento de los precios y la creación de nuevos empleos durante 2011. El gigante asiático intenta así mantener a distancia los fantasmas sociales que han revolucionado a varios países árabes.
El discurso de Wen Jiabao ante la Asamblea Nacional fue trasmitido por televisión a todo el país. Pero desde sus casas los habitantes de las regiones chinas, desde Pekín hasta las más australes, no pudieron imaginar el despliegue policial y las amenazas de las fuerzas del orden a cualquier gesto sospechoso. La razón: las autoridades chinas temían que el tradicional recuento anual ante el Congreso se transformara en la vía de escape del malestar social chino, el mismo que desde hace semanas viene tratando en vano de unir fuerzas para emular a los ciudadanos árabes, descontentos y en plena revuelta.
Nada de manifestaciones populares a las afueras del Gran Palacio del Pueblo, en donde se reunió la Asamblea Nacional. Claro que dentro del plenario los 3.000 delegados del Partido Comunista Chino escucharon un discurso del primer ministro Wen Jiabao cargado de anuncios estudiados, precisamente, para frenar el descontento social.
El primer ministro citó a la inflación como uno de los principales enemigos a combatir. “Algunos problemas que son objeto de airadas reacciones entre la población no han sido resueltos completamente”, dijo Jiabao haciendo alusión, también, a temas como la corrupción, las requisiciones ilegales de terrenos y la seguridad alimentaria.
El primer ministro fue más allá y dio a conocer medidas sociales concretas. Entre ellas la ayuda directa a parejas de escasos y medianos recursos para acceder al mercado inmobiliario, uno de los grandes desafíos chinos que como toda potencia mundial sufre de sobrepoblación urbana e insuficiente parque habitacional. Otro punto clave es la creación de nuevas fuentes de trabajo en una economía resentida por la crisis que la llevó a perder cerca de 20 millones de puestos laborales en el sector exportador, el área más afectada en los últimos tres años.
El actual gobierno chino intenta así finalizar óptimamente su gestión, que debe culminar a fines de 2012. Es por esto que entre las metas anuales Jiabao también fijo la reducción de la brecha de ingresos entre ricos y pobres, un tema pendiente de su administración. Durante sus ocho años en el poder dicha brecha se ha ampliado considerablemente.
En la sesión, Jiabao también detalló los puntos de plan de estímulo que la economía china aplicó para frenar la crisis. Entre 2009 y 2010 China gastó unos 600.000 millones de dólares para hacerle frente de esa contingencia. Una buena parte de ese presupuesto se destinó a la construcción de infraestructura y planes de innovación, claves para revertir la caída en picada de crecimiento económico en una nación acostumbrada a superar el 10% en las últimas décadas. Un gigante que supo salir rápidamente de la crisis y que hace un par de semanas consiguió destronar a Japón y quedarse con el puesto de la segunda economía mundial.
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