sábado, 12 de marzo de 2011

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: OBESIDAD Y AUTOESTIMA (fin)

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

La forma en que la obesidad incide en la autoestima también depende de la persona afectada, sobre todo de su edad y género. Desde la niñez, la incidencia aumenta al crecer, y se hace especialmente acusada en la adolescencia y primera juventud por ser la etapa de la vida en que, debido a la inseguridad e inestabilidad de valores y criterios, el descubrimiento del cuerpo, la naturalidad del cuerpo escultural y la atracción hacia el sexo opuesto; la imagen física tiene un valor especialmente fuerte. Posteriormente disminuye con la edad, pasando a ser más un problema de salud física que de salud mental. Por otra parte, en cuanto al género, la incidencia suele ser mayor en la autoestima de la mujer que en la del hombre. Pese a que cada vez más hombres tratan de cuidar este aspecto, el hombre obeso siempre encuentra cierto refugio en una cultura que disculpa este tipo de problemas al hombre más que a la mujer.

La obesidad no solamente daña la autoestima directamente a quien la padece, sino que indirectamente incide en otros aspectos de la salud mental y en definitiva, también en la autoestima de muchas personas que ni siquiera la padecen. Esto es, la obesidad no hay que entenderla solo como el exceso de peso de algunas personas, sino que es también el objeto de una obsesión por evitarla. En muchas personas, dicha obsesión, además de llegar a ser patológica por sí misma, tiende a provocar otra serie de patologías como la anorexia y la bulimia, o adicciones a drogas, medicamentos o tabaco, que de algún modo tienden a contrarrestar los efectos de la ingestión de alimentos sobre la obesidad.

De este modo, lo único que se gana es mantener la imagen corporal, que pareciera que hoy día es lo único importante, pero el riesgo y las consecuencias para la salud física puede llegar a ser mucho más severas que las inherentes a la propia obesidad; y la salud mental muestra también claras señales de deterioro, no solo por lo patológico de la obsesión en si misma y de las conductas nocivas que se adoptan, sino porque la propia persona es consciente de su problema, y tiende a esconderlo a la vez que a negarlo, claro síntoma de que la autoestima también está dañada. Y al no ser un problema tan “visible” como la obesidad física, la persona piensa que consigue ocultarlo, pero para los demás suele resultar también bastante evidente. Por otro lado, hay casos, particularmente en la anorexia, en los que se llega a extremos tales de delgadez que incluso la imagen física pierde tanto atractivo como en la obesidad.

Pareciera entonces que bajo los actuales patrones culturales resulta difícil escapar de los efectos negativos que sobre la autoestima tiene la obesidad, bien sea como manifestación física del exceso de peso, o como obsesión. Y ello es por haberse perdido el equilibrio entre el valor de la imagen física y el valor de la imagen humana en favor de la primera, y por haberse convertido la obesidad en ícono de lo antiestético, de la antiimagen. Y mientras se mantengan dichos patrones en vano se puede proponer fórmula alguna para rescatar esa autoestima dañada. Quizá sirva un llamado a la reflexión sobre los graves daños a la salud mental, física y social que ciertos valores actuales están provocando.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamin Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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