Tomado
de El Diario La Prensa NY
Asambleísta Phil Ramos, de camisa blanca, con una familia hispana durante el 46 Desfile Anual Puertorriqueño Hispano de Long Island celebrado en el verano, posan frente a la fábrica Entemann's una de las fuentes de empleo clave para las primeras generaciones de hispanos en Long Island. En la actualidad la mayoría de empleados de esta compañía son hispanos.
El rostro latino de Long Island
Los hispanos de la zona piden una política
migratoria eficaz y más empleos
Por Carmen Molina Tamacas
Long
Island - La tranquilidad. Ese es uno de los
denominadores comunes, algo que une a los habitantes de Long Island. Viven aquí
porque durante más de medio siglo se han construido redes familiares, laborales
y de solidaridad que hacen menos difícil la adaptación como inmigrantes de
diversas partes del mundo… y América Latina no es la excepción.
La posibilidad de encontrar un empleo o
fundar un negocio, sin importar el estatus migratorio y así construir "el
Sueño Americano" ha atraído a decenas de miles de personas a Long Island
con el establecimiento de diversas industrias de soporte militar tras la
Segunda Guerra Mundial e incluso desde los años 30, como lo indica el Centro de
Estudios Puertorriqueños: "Familias extendidas divididas, se expandieron
hacia sectores desconocidos, hacia Long Island y otros suburbios distantes (de
Manhattan). Aquí se vieron forzados a comenzar de nuevo, confrontando viejos
patrones de discriminación basados en su condición, el color, o simplemente
porque hablaban en español".
Los puertorriqueños abrieron la brecha
para los hispanos en Long Island, consiguiendo algunos de los primeros puestos
de trabajo en el Pilgrim State Hospital y la panadería Entemann's; pronto
comenzaron a hacerse de sus casas y negocios, empoderándose como comunidad,
añade el Centro.
Fruto de ese empoderamiento boricua fue la
elección en 2002 de Phil Ramos (D, WFP- Central Islip) como representante del
6to. Assembly District, que incluye porciones de Brentwood, Baywood, Central
Islip, Bay Shore, North bay Shore, Islip e Islandia.
"La comunidad latina de Long Island
ha estado desde los años 40 pero ha evolucionado, ha sido en los últimos 10
años que se puso de pie políticamente. La elección de diversos funcionarios
locales demuestra la explosión de la conciencia cívica y política de la
población hispana", dijo Ramos a El Diario.
Además, el Asambleísta destaca que Long
Island es sede de más de 40 organizaciones cívicas que trabajan por mejorar la
calidad de vida de los hispanos, muchas de las cuales reciben fondos locales.
De cara a la próxima elección
Presidencial, el político destacó que si bien la necesidad de una reforma
migratoria "está en el corazón de los latinos" el gobierno debe
ocuparse de la economía. "Si la economía está buena, hay dinero para
programas sociales, becas y hay menos crimen. El gobierno no puede resolverlo
todo, pero con inversiones en infraestructura, por ejemplo en los Downtown, se
puede estimular la economía local", explicó.
Las
fortalezas
El profesor Mariano Torras, quien en su
estudio de 2006 determinó el aporte económico de los inmigrantes a los condados
de Nassau y Suffolk, explica que fue después de la instauración de la
Immigration and Nationality Act de 1965, que la inmigración a Long Island
diversificó la presencia europea colonial.
A partir de los años 70, Nueva York
comenzó a recibir migrantes de República Dominicana, Haití, Jamaica y otros; en
la siguiente década fue el turno de los centroamericanos quienes, empujados por
las guerras internas, comenzaron a fundar enclaves en Hempstead, Brentwood,
Central Islip y Glen Cove City.
En 2011, de acuerdo con el Censo, los
salvadoreños constituyeron la minoría más grande de Long Island con 99,495
habitantes, representando el 22.5 por ciento del total de la población –esto por
primera vez sobre los puertorriqueños, que sumaban 88,514 habitantes.
Según Torras, después de restar impuestos,
ahorros, remesas e impuestos sobre propiedades, los inmigrantes, tanto legales
como indocumentados, representaban en 2006 un aporte estimado de $7.5 billones
en poder adquisitivo.
Su diversa población tiene muchos logros,
añade: más del 13 por ciento de los adultos mayores de 25 años tienen un título
académico y la población en general tiene el doble de posibilidades de
finalizar la secundaria.
¿Qué
perturba este ambiente de bonanza y prosperidad?
Es precisamente la cantidad,
indeterminada, de residentes que viven en la sombra, pese a que pagan impuestos
y contribuyen al consumo de bienes y servicios. El estudio de Torras señala que
los inmigrantes contribuyen con un promedio de $2,305 más de lo que el Gobierno
invierte en ellos en educación, salud y correccionales.
Es imperativo, a juicio de ciudadanos y
activistas comunitarios de Long Island, que el Gobierno Federal implemente una
política migratoria integral que saque a la gente de las sombras y se integren
plenamente como población económicamente activa, con derechos y obligaciones.
"No podemos hablar de casas o de
mejores oportunidades en educación porque si la gente no tiene un empleo no
podrá mantenerlos", asegura George Siberon, director ejecutivo de la
organización Hempstead Hispanic Civic Association.
De cara a las elecciónes, el activista
salvadoreño-americano Omar Henríquez destacó la necesidad de órdenes ejecutivas
directas, como el caso de la Acción Diferida para los estudiantes, en el caso
de no haber una mayoría en ambas cámaras federales. "Lo primero sería alto
a las deportaciones, pero estamos consientes que la economía es primero",
reflexionó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario