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Un año del
abandono "definitivo" de la "actividad armada" de ETA
Un año después del anuncio del abandono "definitivo"
de la "actividad armada", los vascos viven la jornada de reflexión de
las primeras elecciones autonómicas sin la amenaza de ETA y con todas las
sensibilidades políticas en liza, incluida la izquierda abertzale a través de
la coalición EH Bildu.
El 20 de octubre de 2011, hoy hace un año, la
organización terrorista ETA anunció una decisión histórica largamente esperada,
la del abandono "definitivo" de su "actividad armada",
cinco décadas y más de 800 muertos después de su creación.
Lo hizo a través de la BBC y el New York Times, que
recibieron el comunicado embargado, y también a través de canales más
tradicionales, como el diario Gara, afín a la izquierda abertzale, que lo colgó
en su página web puntualmente.
Sin intermediarios en la era de internet, los españoles
pudieron leer la literalidad de un anuncio que suscitó reacciones encontradas,
pero que para los más optimistas no dejaba lugar a dudas: "ETA ha decidido
el cese definitivo de su actividad armada".
Un año después, los vascos viven la jornada de reflexión
de las primeras elecciones autonómicas sin la amenaza de ETA y con todas las
sensibilidades políticas en liza, incluida la izquierda abertzale a través de
la coalición EH Bildu.
Aunque la mayoría de las asociaciones de víctimas y
algunos sectores políticos mantienen sus reservas hasta que la organización
entregue las armas y se disuelva definitivamente, el hecho de que ETA no haya
hecho ningún movimiento operativo en ese año ha convencido a la mayoría,
incluidas las Fuerzas de Seguridad, de que la decisión de abandonar la
violencia es "irreversible".
Ni siquiera la detención de 28 presuntos etarras -el
último ayer en Irun (Gipuzkoa)- ha resquebrajado una decisión en la que ETA se
ha reafirmado posteriormente.
Una determinación, la de callar las armas, que, como en
otras ocasiones, ha supuesto importantes beneficios electorales para la
izquierda abertzale, que aguarda a la jornada de mañana con fundadas esperanzas
de convertirse -merced a la alianza con otras formaciones nacionalistas como
Aralar y EA- en la segunda fuerza política del País Vasco, según apuntan todas
las encuestas.
El abandono de las armas fue premiado con el voto ya en
las elecciones generales, en las que Amaiur logró ser la fuerza vasca más
representada en el Congreso -aunque no la más votada-, pese a lo cual el resto
de partidos aún esperan una revisión autocrítica más profunda de su pasada justificación
de la violencia, más allá de las manifestaciones de condolencia expresadas en
el transcurso de este primer año sin ETA.
Entre los retos futuros destaca el de la convivencia y
la construcción de la memoria, un tortuoso camino en el que en este momento no
se vislumbran acuerdos a medio plazo.
Las víctimas, las más reacias a creer en ETA, exigen el
esclarecimiento de más de 300 asesinatos sin resolver, al tiempo que vigilan
cualquier movimiento del Gobierno respecto a la cuestión de los presos de ETA, uno
de los principales "caballos de batalla" de la izquierda abertzale.
El Ejecutivo de Mariano Rajoy, que se ha mostrado muy
prudente durante todo este año, anunció un plan de reinserción de los reclusos
etarras, que exige su separación de la banda y su arrepentimiento, en la línea
de la llamada "vía Nanclares", lo que no ha sido aceptado por el
colectivo de presos de ETA ni tampoco por la mayoría de las víctimas del
terrorismo, que ven una "concesión" en este tipo de medidas.
Mientras, la izquierda abertzale exige el desarrollo de todos
los puntos de la llamada Declaración de Aiete, varios de los cuales ni siquiera
han comenzado a desarrollarse, ya que el Gobierno no acepta negociar con ETA ni
siquiera aspectos técnicos, y aún parece demasiado pronto para que los partidos
vascos inicien un diálogo encaminado a llegar a un consenso amplio sobre el
modelo jurídico-político de Euskadi.
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