lunes, 1 de octubre de 2012

Felipe Calderón presenta al México que muchos se niegan a reconocer


Tomado de The Wall Street Journal
Fotografia po Terry Shoffner

Las paradojas de Felipe Calderón

El presidente mexicano que libró la guerra contra el narcotráfico deja como legado una economía en crecimiento y dice que EE.UU. debería considerar "alternativas de mercado".
Por Bret Stephens
Nueva York
Felipe Calderón llega 15 minutos antes para su reunión con los editores de The Wall Street Journal, como para echar por tierra al viejo estereotipo de que sus compatriotas viven en "tiempo mexicano". No es el único estereotipo que el presidente mexicano busca enterrar mientras se acerca el fin de su período de seis importantes años en el poder. Considere los siguientes ejemplos:
Las destrezas de la fuerza laboral: "Hay 113.000 nuevos ingenieros que se gradúan cada año en México, lo que significa más ingenieros graduándose en México que en Alemania o Canadá o Brasil", dice en un inglés razonable. "Y si establece algún tipo de tasa de ingenieros por 100.000 personas, sería casi el doble de la tasa estadounidense".
A fin de despejar cualquier duda de que se trata de ingenieros de segunda categoría, Calderón resalta que los "ingenieros mexicanos están diseñando el nuevo motor de GE, el motor para el Airbus 380," y que México comenzará a fabricar aviones para la compañía canadiense Bombardier así como helicópteros para Eurocopter. "Estamos invirtiendo en personas", recalca. "China tiene muchos ingenieros, lo sé, pero nosotros no estamos buscando mano de obra barata… estoy en búsqueda de factores de talento".
Inmigración: "La tasa neta de migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos", indica el presidente, "fue cero en 2010 y el cero se repitió en 2011 y probablemente será cero o menos de cero este año".
Las cifras del Pew Research Center de Estados Unidos corroboran su punto de vista, mostrando que la migración de mexicanos al país vecino alcanzó su máximo de 770.000 personas hace una década y cayó a 140.000 en 2010. En tanto, 1,4 millones de mexicanos en EE.UU. regresaron a su país entre 2005 y 2010, la gran mayoría en forma voluntaria.
Economía: Calderón menciona varias razones que explican el descenso en la migración de mexicanos a EE.UU., incluyendo la debilidad de la economía estadounidense, la labor de las agencias fronterizas de ese país y la amenaza de las pandillas criminales contra los trabajadores inmigrantes.
"Pero permítanme explicar las razones positivas", añade rápidamente, citando 13 trimestres consecutivos de crecimiento económico y de creación de empleos, que el año pasado llegó a 700.000 trabajos en el "sector formal" y que este año muy probablemente rondará esta cifra. Desde la aparición de la crisis financiera a mediados de 2009, el desempleo en México ha caído a poco menos de 5%, mientras que en EE.UU. se mantiene por encima de 8%. Además, México exporta US$1.000 millones de bienes al día.
Seguridad fronteriza: Los estadounidenses conocen bien el nombre de Brian Terry, el agente fronterizo estadounidense que mataron en Arizona en 2010 criminales mexicanos con armas obtenidas por medio del programa del gobierno estadounidense Rápido y Furioso. ¿Pero, cuántos estadounidenses han escuchado hablar de Guillermo Arévalo Pedroza? Fue asesinado a principios de este mes por una bala disparada desde un barco de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. mientras disfrutaba de un picnic con su esposa y dos hijas al sur del Río Bravo, cerca de Laredo, Texas. "No ocurrió nada en las instituciones legales de este país", dice Calderón con evidente mesura y agrega que otros 14 mexicanos han perdido la vida de manera similar este año. "Este padre no intentaba cruzar la frontera, sólo intentaba pasar un buen día con sus hijas", señala.
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Estas historias y estadísticas contradicen la imagen común de México en EE.UU. como un estado casi fallido cuya inestabilidad crónica se desborda hacia el lado norte de la frontera. Encajan bien con el propio Calderón, quien ha demostrado ser una figura distinta al tecnócrata deslucido educado en Harvard que aparentaba ser cuando, a los 44 años, consiguió la victoria por un margen minúsculo frente el ex alcalde populista de Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial de 2006.
En el momento de su elección, el mayor desafío de Calderón parecía ser establecer su autoridad constitucional, la cual López Obrador se negó a reconocer al autonombrarse el "presidente legitimo" y tratar de paralizar Ciudad de México mediante una serie de manifestaciones multitudinarias. Calderón, sin embargo, tuvo la sensatez de dejar que las protestas se desvanecieran por sí solas. Al mismo tiempo, días después de asumir el poder, movilizó al ejército mexicano para una guerra sin tregua contra los carteles del narcotráfico.
Desde entonces, cerca de 55.000 mexicanos han muerto producto del conflicto, la mayoría de ellos miembros de carteles rivales pero la cifra también incluye unos 1.000 niños, cerca de 100 alcaldes y docenas de periodistas. El número aproximado de muertes superó 16.000 en 2011, el año más sangriento de la guerra hasta la fecha. ¿Cómo evalúa Calderón el éxito de la guerra hasta el momento?
"Cuando asumí mi cargo", responde, "podía ver procesos gemelos. Por un lado, se podía apreciar que las agencias (de seguridad pública), principalmente el cuerpo de policía, estaban totalmente penetradas por la corrupción y en un proceso debilitante muy peligroso. Y, por el otro lado, el fortalecimiento de las organizaciones criminales… hoy en día las tendencias son las opuestas".
Como evidencia, el mandatario apunta al incremento en las riñas internas de los carteles, así como a la caída de la tasa de homicidios desde el año pasado. Pero Calderón está lejos de declarar victoria. El ejército ha dado de baja en combate o arrestado a un líder del narcotráfico después de otro —la semana pasada trascendió que el cabecilla de los Zetas, Iván Velázquez Caballero (apodado "El Talibán") fue detenido en la ciudad de San Luis Potosí— sin aún cambiar el rumbo de la guerra. Los intentos de mejorar el calibre y la integridad de las fuerzas policiales federales también han tenido resultados contradictorios, a pesar de la capacitación provista por la Policía Montada de Canadá e incluso el Mossad israelita.
Calderón menciona una serie de obstáculos, como las trabas que el sistema federalista mexicano impone sobre sus facultades presidenciales. "El director de la policía nacional de Colombia podría remover a cualquier agente", afirma, refiriéndose a un país que a menudo es comparado con México. "Sin embargo, si yo, como presidente, veo a un policía en la esquina recibiendo un soborno, si no tengo evidencia jurídica suficiente, no tengo la capacidad de removerlo".
El problema más amplio es el flujo de dinero procedente de los consumidores de drogas (principalmente estadounidenses) que termina en las cajas fuertes de los narcotraficantes. "Mientras no podamos detener el flujo de dinero hacia los criminales", manifiesta, "este negocio de los narcos será un cuento de nunca acabar".
¿Significa esto que Calderón apoya la legalización de las drogas? "Esta sociedad", asevera, aludiendo a EE.UU., "tiene la responsabilidad… de explorar otras alternativas, incluyendo las alternativas del mercado, para reducir la increíble cantidad de dinero proveniente del mercado negro de las drogas".
El presidente observa que la "respuesta tradicional acerca del flujo de dinero hacia los criminales es de reducir el consumo. ¿Para ser franco, existe alguna posibilidad de que el consumo vaya a reducirse en esta sociedad de manera significativa? Sé que hay cifras de que el consumo de cocaína está disminuyendo, pero está claramente siendo sustituido por el consumo de metanfetaminas".
Lo que lo lleva a concluir: "Si el precio aumenta (gracias en buena parte a los esfuerzos de prohibición) y la demanda se mantiene igual, aumentarán los ingresos y, por lo tanto, se crearán mayores incentivos para los participantes en el mercado. Y es claramente un ejemplo de libro de texto sobre un sistema económico inestable en el que mientras más exitoso eres, más criminales creas".
La guerra contra las drogas, en otras palabras, inevitablemente produce sus propios enemigos. Milton Friedman estaría de acuerdo.
Tal vez sea irónico que el hombre que ha librado esta guerra más ferozmente que cualquiera de sus predecesores llegue a esta conclusión. Pero Calderón no escatima esfuerzo para enfatizar que, en última instancia, la guerra contra el narcotráfico no tiene que ver tanto con las drogas, sino con lo que él considera "un intento difícil y doloroso de hacer de México un estado de derecho". Las ganancias del narcotráfico pueden estar llenando las arcas de los carteles, pero al menos que se produzcan cambios improbables en la legislación de EE.UU., Calderón y sus sucesores tendrán que jugar con las cartas que les han tocado.
Esto significa mejorar la efectividad de las instituciones legales, ampliar las oportunidades educativas y económicas, aprovechar mejor los recursos energéticos que han sido crónicamente mal administrados (incluyendo el potencial de vastos depósitos de gas de esquisto) y afianzar los fundamentos monetarios de un país que ha sufrido frecuentes y devastadoras devaluaciones del peso. A propósito de esto último, Calderón se mostró escéptico frente a la moda actual de intentar estimular la economía mediante acciones como las sucesivas rondas de relajamiento cuantitativo impulsadas por la Reserva Federal de EE.UU. "La paradoja es que con una medida monetaria (tomada) para expandir la economía, se provoca algún tipo de incremento en el (precio de) las materias primas. Por lo tanto resulta una medida recesiva". ¿Escuchó bien, Ben Bernanke?
Finalmente, está el tema del futuro de la democracia en México. Calderón es hijo del cofundador del Partido de Acción Nacional (PAN), que hace 12 años rompió el monopolio de 70 años que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía sobre la presidencia. Pero el PRI fue el gran ganador —y el PAN el gran perdedor— en las elecciones de julio, y es una pregunta abierta si el PRI del futuro continuará las reformas de Calderón o regresará a su pasado antediluviano.
Al presidente saliente de México no le queda más que seguir los acontecimientos con atención y esperar lo mejor: "México tiene mucho trabajo por hacer", dice en tono nostálgico. "Estamos en el medio de un renacimiento".
Bret Stephens escribe "Global View", la columna de política internacional de The Wall Street Journal.

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