sábado, 27 de octubre de 2012

Ganador de Premio Nobel de economía 2001 advierte sobre riesgos de debacle económica


Tomado de Infobae.com
Los riesgos crecientes de la crisis global, bajo la mirada de Stiglitz

Por Juan Gasalla

En su libro "El precio de la desigualdad", el premio Nobel de Economía 2001 analiza los efectos que toda debacle económica deja en las sociedades. Sus advertencias para el futuro de los Estados Unidos también son una alerta para la Argentina de hoy.

En principio, el subtítulo de la obra ofrece una inquietante definición: "El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita". En su más reciente libro, Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, realiza un exhaustivo examen de los orígenes y desarrollo de la crisis que se desató en los años 2008 y 2009 en los EEUU y cuyas consecuencias todavía se reflejan en un colosal déficit fiscal, elevado desempleo y un débil crecimiento de la actividad en aquel país, pero también en forma comparable en otras naciones desarrolladas.

En este ensayo, Stiglitz, un prominente intelectual afín al partido Demócrata y ex consejero del gobierno de Bill Clinton, argumenta cómo las políticas de los gobiernosen los países centrales tienden a profundizar la brecha entre ricos y pobres y alerta sobre la continuidad de este desequilibrio que "erosiona el imperio de la ley" y "pone en peligro a la democracia".

Stiglitz no oculta su disconformidad con el desempeño de las instituciones para generar una prosperidad que se extienda a todos los sectores sociales. Con abundancia de detalles, el prestigioso economista realiza, no obstante, un diagnóstico sobre hechos consumados, y sus sentencias, si bien sólidas y documentadas, carecen de originalidad ante la evidencia de los indicadores económicos del último lustro en los EEUU.

En los hechos, la obra describe las consecuencias devastadoras que traen consigo las crisis y que no son novedad para los argentinos, acostumbrados a enfrentar colapsos políticos, económicos y sociales como los que fácilmente podrían rastrearse en las últimas cuatro décadas. Por momentos el ensayo llega a conclusiones que pueden resultar obvias para los lectores de un país emergente, aún cuando sean una inéditaspara una generación que en los países centrales no conoció un presente tan adverso como el actual.

Por ello, la detallada descripción de un panorama de concentración de riqueza, distribución inequitativa de los ingresos, alto desempleo, inestabilidad política, deterioro de los servicios públicos, descontento ciudadano y manifestaciones callejeras no resulta ningún hallazgo, más allá de la maestría y el rigor de la documentación que deja esta exposición de Stiglitz, que, según aclara el propio autor, no tiene como objetivo conformar un tratado académico, si no un trabajo de divulgación accesible para el gran público.

"Con un sistema político que es tan sensible a los intereses económicos, la crecientedesigualdad económica da lugar a un creciente desequilibrio en el poder político, a una relación viciada entre política y economía (…) que contribuye a potenciar esa creciente desigualdad", describe un lúcido Stiglitz, excesivamente escéptico sobre la fuerza que puede tener la ciudadanía para generar cambios a través de la elección de sus gobernantes.
Entre las principales conclusiones, Stiglitz asegura que los programas de ajuste que se implementan en Europa, y que por décadas fueron recomendados a los países latinoamericanos altamente endeudados, "no van a funcionar", mientras advierte que "para preservar la democracia es necesario moderar la globalización".

El economista apunta que hace dos décadas, el poder de compra de la mayoría de los contribuyentes norteamericanos disminuyó. Como ejemplo, recuerda que "el 93% de losingresos suplementarios creados en 2010 han sido acaparados por el 1% de la población de clase alta", profundizando la desigualdad. Asimismo, argumenta que los salarios de la base social aumentaron en 30 años un 15%, mientras que el 1% superior de la escala aumentó sus ingresos un 150 por ciento.

Sobre el final, esboza una descripción de la realidad que cree que podría esperarle a los EEUU en 50 años si no aplica reformas para equilibrar las oportunidades de desarrollo que brinda a sus ciudadanos. Si bien Stiglitz hizo pública su admiración por el modelo económico aplicado por Argentina después del estallido de 2001, el cuadro parece por momentos una fotografía tomada en algún distrito de Argentina: "Es una sociedad  dividida entre ricos y pobres, un país en el que los ricos viven en urbanizaciones cerradas, envían a sus hijos a colegios caros y tienen acceso a una atención sanitaria de primera calidad. Mientras tanto, el resto vive en un mundo marcado por la inseguridad, por una educación a lo sumo mediocre y una atención sanitaria racionada a todos los efectos, donde la gente espera y reza por no ponerse gravemente enferma. En la parte más baja hay millones de jóvenes alienados y sin esperanza".

"He visto ese cuadro en muchos países en vías de desarrollo; los economistas incluso le han puesto un nombre: economía dual, dos sociedades que viven una al lado de la otra, pero que apenas se conocen, que apenas imaginan cómo es la vida al otro lado (…) Esa es la pesadilla a la que avanzamos lentamente", reseña el autor, en una sabia advertencia que también puede aplicarse para la Argentina.

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