Tomado de Infobae.com
Los riesgos crecientes de la crisis global, bajo la
mirada de Stiglitz
Por
Juan Gasalla
En
su libro "El precio de la desigualdad", el premio
Nobel de Economía 2001 analiza los efectos que toda debacle económica deja en
las sociedades. Sus advertencias para el futuro de los Estados Unidos también
son una alerta para la Argentina de
hoy.
En principio, el subtítulo de la obra ofrece una inquietante
definición: "El
1% de la población tiene lo que el 99% necesita". En su más
reciente libro, Joseph
Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 y catedrático de la
Universidad de Columbia, realiza un exhaustivo examen de los orígenes y
desarrollo de la crisis
que se desató en los años 2008 y 2009 en los EEUU y cuyas consecuencias todavía se
reflejan en un colosal déficit fiscal, elevado desempleo y un débil crecimiento
de la actividad en aquel país, pero también en forma comparable en otras
naciones desarrolladas.
En
este ensayo, Stiglitz, un prominente intelectual afín al partido Demócrata y ex
consejero del gobierno de Bill Clinton, argumenta cómo las políticas de los gobiernosen los
países centrales tienden a profundizar
la brecha entre ricos y pobres y alerta sobre la continuidad de este
desequilibrio que "erosiona el imperio de la ley" y "pone en
peligro a la democracia".
Stiglitz
no oculta su disconformidad con el desempeño de las instituciones para generar
una prosperidad que se extienda a todos los sectores sociales. Con abundancia
de detalles, el prestigioso economista realiza, no obstante, un diagnóstico sobre hechos
consumados, y sus sentencias, si bien sólidas y documentadas, carecen de originalidad ante la evidencia de los indicadores
económicos del último lustro en los EEUU.
En
los hechos, la obra describe las consecuencias
devastadoras que
traen consigo las crisis y que no son
novedad para los argentinos, acostumbrados a enfrentar colapsos
políticos, económicos y sociales como los que fácilmente podrían rastrearse en
las últimas cuatro décadas. Por momentos el ensayo llega a conclusiones que
pueden resultar obvias para los lectores de un país emergente, aún cuando sean
una inéditaspara
una generación que en los
países centrales no
conoció un presente tan adverso como el actual.
Por
ello, la detallada descripción de un panorama de concentración de riqueza,
distribución inequitativa de los ingresos, alto desempleo, inestabilidad
política, deterioro de los servicios públicos, descontento ciudadano y
manifestaciones callejeras no resulta ningún hallazgo, más allá de la maestría y el rigor de la
documentación que
deja esta exposición de Stiglitz, que, según aclara el propio autor, no tiene
como objetivo conformar un tratado académico, si no un trabajo de divulgación
accesible para el gran público.
"Con
un sistema político que es tan sensible a los intereses económicos, la
crecientedesigualdad económica da
lugar a un creciente desequilibrio
en el poder político, a una relación viciada entre política y economía
(…) que contribuye a potenciar esa creciente desigualdad", describe un
lúcido Stiglitz, excesivamente escéptico sobre la fuerza que puede tener la
ciudadanía para generar cambios a través de la elección de sus gobernantes.
Entre
las principales conclusiones, Stiglitz asegura que los programas de ajuste que se implementan en Europa, y que
por décadas fueron recomendados a los países latinoamericanos altamente
endeudados, "no van a funcionar", mientras advierte que "para
preservar la democracia es necesario moderar la globalización".
El
economista apunta que hace dos décadas, el poder de compra de la mayoría de los
contribuyentes norteamericanos disminuyó. Como ejemplo, recuerda que "el
93% de losingresos suplementarios creados en 2010 han sido acaparados por el 1% de la población de clase alta",
profundizando la desigualdad. Asimismo, argumenta que los salarios de la base
social aumentaron en 30 años un 15%, mientras que el 1% superior de la escala
aumentó sus ingresos un 150 por ciento.
Sobre
el final, esboza una descripción de la realidad
que cree que podría esperarle a los EEUU en 50 años si no aplica reformas para equilibrar
las oportunidades de desarrollo que brinda a sus ciudadanos. Si bien Stiglitz
hizo pública su admiración por el modelo económico aplicado por Argentina
después del estallido de 2001, el cuadro parece por momentos una fotografía tomada en algún
distrito de Argentina: "Es una sociedad dividida
entre ricos y pobres, un país en el que los ricos viven en urbanizaciones
cerradas, envían a sus hijos a colegios caros y tienen acceso a una atención
sanitaria de primera calidad. Mientras tanto, el resto vive en un mundo marcado
por la inseguridad,
por una educación a lo sumo mediocre y una atención sanitaria racionada a
todos los efectos, donde la gente espera y reza por no ponerse gravemente
enferma. En la parte más baja hay millones de jóvenes alienados y sin
esperanza".
"He
visto ese cuadro en
muchos países en vías de desarrollo; los economistas incluso le
han puesto un nombre: economía dual, dos sociedades que viven una al lado de la
otra, pero que apenas se conocen, que apenas imaginan cómo es la vida al otro
lado (…) Esa es la pesadilla
a la que avanzamos lentamente",
reseña el autor, en una sabia advertencia que también puede aplicarse para la
Argentina.
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