lunes, 22 de octubre de 2012

La otra cara de la moneda



La mayoría de los conflictos que escuchamos o vemos diariamente en las noticias,  ya sean del Medio Oriente, América Latina, Asia o cualquier otra parte del mundo, siempre son  lo mismo, unos dicen una cosa y otros dicen otra cosa.
De hecho no nos tenemos que ir tan lejos para experimentar un conflicto, lo vemos diariamente en las carreteras cuando vamos a trabajar, en nuestro entorno laboral, donde vivimos y hasta con las personas que más amamos.
Wikipedia, define la palabra “conflicto” como una situación en que dos o más individuos con intereses contrapuestos entran en confrontación, oposición o emprenden acciones mutuamente antagonistas, con el objetivo de neutralizar, dañar o eliminar a la parte rival, incluso cuando tal confrontación sea verbal, para lograr así la consecución de los objetivos que motivaron dicha confrontación.
La definición de Wikipedia establece que en cada situación donde hay un conflicto hay dos caras de la moneda, en donde las personas envueltas tienen un objetivo, que su punto de vista es el correcto y el que debe de prevalecer egoístamente, independientemente  de lo que este al otro lado de la moneda.
En simples palabras el mayor conflicto que tenemos nosotros los seres humanos es el querer controlar como, cuando y donde las personas piensan, como deben de actuar y reaccionar.
Todo esto si lo vemos desde lo más objetivo que podamos, es simplemente que deseamos por todos los medios que las personas hagan lo que uno haría, sin tener en cuenta un pequeño detalle, que ninguna de las personas en esta existencia ha pasado por lo que uno ha vivido.
Puede que en el camino y es muy válido, nos encontremos con personas que son afines a nuestra filosofía de vida, que estas personas compartan alguno de nuestros valores, enseñanzas, o manera de ver la vida y eso está muy bien.
La situación se complica cuando alguien de las billones de personas que viven en esta tierra difieren, piensan diferente, creen otra cosa totalmente diferente a uno, actúan de una forma que para uno seria un insulto.
Es ahí  cuando tenemos la oportunidad  y les  preguntamos a esas personas que entienden que tienen un conflicto, ¿si ellos se han puesto a pensar que esa persona tiene una manera diferente de ver la vida y que posiblemente no conoce –al igual que el- que hay otro lado de la moneda?
Es muy fácil suponer, y hasta la sociedad lo hace automáticamente, lo aprendimos primero en nuestro entorno familiar, se reforzó en nuestras respectivas escuelas y para colmo se nos recuerda que debemos de hacerlo en los medios de comunicación masivas.
Curiosamente cuando estamos en ese estado catatónico en donde la razón no es parte de la ecuación, lo que la mente está procesando está basado en suposiciones egocéntricas, en otras palabras solo estamos viendo un lado de la moneda.
En ningún momento nos tomamos el tiempo de respirar y primero reconocer que la verdad absoluta no es de uno.
Segundo que esa persona con  la que estamos teniendo el conflicto lo estamos teniendo porque ninguno de las dos tienen en ese momento la capacidad de escuchar el argumento y/o planteamiento de cada uno.
Es ese simple acto de no escuchar a la otra persona, parte de donde nace la premisa falsa que la verdad está de nuestro lado y de que todo lo demás está  mal.
De hecho es ese mismo pensar el que ha llevado al ser humano a la guerra desde que el mundo es mundo. En ese preciso momento las personas envueltas no están en posición de dialogar, ya que ninguna está en la mejor disposición de buscar una solución, ya que deseamos guerra, sobre tener tranquilidad.
Qué tal si de hoy en adelante en vez de imponer nuestro criterio en cualquier circunstancia, nos damos la oportunidad de escuchar a las otras personas, ver el otro lado de la moneda antes de reaccionar.
Qué tal si empezamos a dejar de asumir menos y eliminar esa palabra de nuestro vocabulario.
De hecho está comprobado por miles de personas que ya lo han realizado, que el eliminar esa palabra sus conflictos han disminuido, su felicidad ha incrementado y se han dado cuenta que el tener la razón no es importante como uno crearía, sino que el objetivo de la humanidad es colaborar por un bien colectivo.

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Waldemar Serrano-Burgos, CEC
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