La mayoría de los conflictos que escuchamos o vemos
diariamente en las noticias, ya sean del Medio Oriente, América Latina,
Asia o cualquier otra parte del mundo, siempre son lo mismo, unos dicen
una cosa y otros dicen otra cosa.
De hecho no nos tenemos que ir tan lejos para
experimentar un conflicto, lo vemos diariamente en las carreteras cuando vamos
a trabajar, en nuestro entorno laboral, donde vivimos y hasta con las personas
que más amamos.
Wikipedia, define la palabra “conflicto” como
una situación en que dos o más individuos con intereses contrapuestos entran en
confrontación, oposición o emprenden acciones mutuamente antagonistas, con el
objetivo de neutralizar, dañar o eliminar a la parte rival, incluso cuando tal
confrontación sea verbal, para lograr así la consecución de los objetivos que
motivaron dicha confrontación.
La definición de Wikipedia establece que en cada situación
donde hay un conflicto hay dos caras de la moneda, en donde las personas
envueltas tienen un objetivo, que su punto de vista es el correcto y el que
debe de prevalecer egoístamente, independientemente de lo que este al
otro lado de la moneda.
En simples palabras el mayor conflicto que tenemos
nosotros los seres humanos es el querer controlar como, cuando y donde las
personas piensan, como deben de actuar y reaccionar.
Todo esto si lo vemos desde lo más objetivo que podamos,
es simplemente que deseamos por todos los medios que las personas hagan lo que
uno haría, sin tener en cuenta un pequeño detalle, que ninguna de las personas
en esta existencia ha pasado por lo que uno ha vivido.
Puede que en el camino y es muy válido, nos encontremos
con personas que son afines a nuestra filosofía de vida, que estas personas
compartan alguno de nuestros valores, enseñanzas, o manera de ver la vida y eso
está muy bien.
La situación se complica cuando alguien de las billones
de personas que viven en esta tierra difieren, piensan diferente, creen otra
cosa totalmente diferente a uno, actúan de una forma que para uno seria un
insulto.
Es ahí cuando tenemos la oportunidad y les
preguntamos a esas personas que entienden que tienen un conflicto, ¿si
ellos se han puesto a pensar que esa persona tiene una manera diferente de ver
la vida y que posiblemente no conoce –al igual que el- que hay otro lado de la
moneda?
Es muy fácil suponer, y hasta la sociedad lo hace
automáticamente, lo aprendimos primero en nuestro entorno familiar, se reforzó
en nuestras respectivas escuelas y para colmo se nos recuerda que debemos de
hacerlo en los medios de comunicación masivas.
Curiosamente cuando estamos en ese estado catatónico en
donde la razón no es parte de la ecuación, lo que la mente está procesando está
basado en suposiciones egocéntricas, en otras palabras solo estamos viendo un
lado de la moneda.
En ningún momento nos tomamos el tiempo de respirar y
primero reconocer que la verdad absoluta no es de uno.
Segundo que esa persona con la que estamos
teniendo el conflicto lo estamos teniendo porque ninguno de las dos tienen en
ese momento la capacidad de escuchar el argumento y/o planteamiento de cada
uno.
Es ese simple acto de no escuchar a la otra persona,
parte de donde nace la premisa falsa que la verdad está de nuestro lado y de
que todo lo demás está mal.
De hecho es ese mismo pensar el que ha llevado al ser
humano a la guerra desde que el mundo es mundo. En ese preciso momento las
personas envueltas no están en posición de dialogar, ya que ninguna está en la
mejor disposición de buscar una solución, ya que deseamos guerra, sobre tener
tranquilidad.
Qué tal si de hoy en adelante en vez de imponer nuestro
criterio en cualquier circunstancia, nos damos la oportunidad de escuchar a las
otras personas, ver el otro lado de la moneda antes de reaccionar.
Qué tal si empezamos a dejar de asumir menos y eliminar
esa palabra de nuestro vocabulario.
De hecho está comprobado por miles de personas que ya lo han
realizado, que el eliminar esa palabra sus conflictos han disminuido, su
felicidad ha incrementado y se han dado cuenta que el tener la razón no es
importante como uno crearía, sino que el objetivo de la humanidad es colaborar
por un bien colectivo.
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