Tomado de
Politikon
El debate vicepresidencial: terapia para demócratas
Por
Roger Senserrich
El debate entre Paul Ryan y Joe Biden ha
sido muy, muy distinto al debate de sus jefes la semana pasada. Para empezar,
el candidato demócrata no estaba medio dormido, cosa que hizo todo el
espectáculo algo bastante más entretenido. Segundo, porque los Joe Biden es
probablemente el político más infravalorado de Estados Unidos (probablemente
por culpa de The Onion)
y el miércoles tuvo una noche estupenda.
Del mismo modo que Obama se llevó una
buena tunda en el primer debate, este miércoles pasado Paul Ryan perdió el
debate. La gente de Fox News anda toda soliviantada porque Biden fue un maleducado
(interrumpiendo, sonriéndose, gesticulando)
y que la moderadora hizo demasiadas preguntas (¿uh?), normalmente señal que tu
candidato no le ha ido bien. Joe Biden ha estado muy agresivo, duro y
sin demasiados reparos para hacer sangre, mientras que Paul Ryan se ha perdido
en las preguntas de política exterior y se ha hecho un lío bastante
tremendo al hablar de impuestos. No ha sido una paliza rotunda (estoy seguro
que muchos conservadores dirán que Ryan ha empatado, y alguno que ha ganado),
pero creo que Joe Biden ha estado mejor.
Todo hay que decirlo, Fox tiene cierta
razón. Biden ha estado mucho más agresivo que Obama, hasta el punto de ser
maleducado en ocasiones. Estas actitudes en un debate acostumbran a funcionar
bastante mal con votantes indecisos / moderados, ese extraño grupo que tras dos
años de campaña electoral todavía no saben quienes son los candidatos, que
normalmente reaccionan mal ante el ruido y la furia de los ataques partidistas.
El público del debate vicepresidencial, sin embargo, seguramente tenía pocos
indecisos. Los VP, no hace falta recordarlo, no son especialmente importantes,
así que los que estaban viendo el debate eran probablemente mucho más partidistas
que hace una semana. Y en ese contexto, la estrategia de Biden en el
debate tiene sentido.
El (relativo)
desastre de Obama en las encuestas esta semana tiene más que ver con el desánimo
de las bases demócratas que gente cambiando el sentido del voto. Mitt Romney
consiguió unificar a su partido, animar a todos esos conservadores que no
creían que podía ganar, mientras Obama sumió a muchos liberales en un mar
de dudas. Los demócratas, más que convertir indecisos, lo que necesitaban hoy
era sacar a su parroquia de la apatía y volver a movilizarlos. Joe Biden, agresivo,
partidista, sardónico, estaba pensando en recuperar a los de su lado, no
convertir indecisos. Tengo la sensación que la actuación del vicepresidente ha
cumplido este objetivo con creces, e incluso ha ido más allá, forzando a Ryan a
decir cosas como que quiere privatizar
el sistema de pensiones. El debate fue una sesión de terapia para
demócratas deprimidos, y Joe Biden ha hecho lo que Obama necesitaba.
¿Tendrá este debate algún efecto en las
encuestas? La verdad, creo que no demasiado. Es posible que Obama mejore un
poco a base de demócratas más movilizados, pero poco más. Los sondeos ahora
mismo no parecen dar datos demasiado claros (Obama pierde a nivel nacional,
pero sigue ganando en las encuestas estatales, algo bastante inusual);
tengo la sensación que de aquí unos días estaremos otra vez donde siempre
(Obama +1-2) con el debate del martes siendo de nuevo decisivo.
A decir verdad, ahora mismo que Romney esté tan
cerca en las encuestas es una sorpresa. La economía americana, que parecía
encallada en un crecimiento mediocre, parece haber despertado justo antes de
las elecciones. Y justo ahora, cuando mejor lo tenía, Obama cometió el
espantoso error que fue su primer debate. El presidente sigue siendo favorito,
no nos engañemos, pero va a tener que ganarse el puesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario