domingo, 14 de octubre de 2012

Ante incertidumbre económica los argentinos prefieren el “cash”


Tomado de La Nación


Cuestión de pesos: la Argentina, el país del efectivo

La base monetaria creció 41,9% en un año y los dólares se fueron de los bancos; la liquidez presiona sobre el tipo de cambio y podría acelerar la inflación

Por Diego Cabot

Cuando los economistas hablan de M2 no se están refiriendo a un agente de inteligencia camuflado detrás de una sigla ni tampoco a un nuevo modelo de un automóvil pronto a ser estrenado. Para los economistas, M2 es una sigla que se refiere a la cantidad de dinero en circulación, a la que se deben sumar las cajas de ahorro que hay en los bancos.
A casi un año del cepo cambiario , el M2 privado -dejando de lado todo el sector público- se ha convertido en una de las principales variables que miran todos los que siguen la economía.
¿Dónde radica la importancia de seguir el movimiento del M2? De aquí puede calcularse la cantidad de dinero que está en poder de los ciudadanos. Y de allí vaticinar dónde terminará.
Ahora bien, el M2 ha subido a un ritmo vertiginoso. La famosa maquinita no para. Según datos del Banco Central, la base monetaria se expandió 41% interanual en términos nominales, y si se toma el aumento real estaría 29% más alta que el año pasado. Los pesos inundaron el país. Y a eso se suma que es la Argentina, fuera de Estados Unidos, donde los habitantes tienen mayor cantidad de dólares per cápita. Y justamente aquí está la gran pregunta. ¿Qué harán los argentinos con semejante cantidad de efectivo?
Las respuestas no son del todo alentadoras. Según varios economistas consultados por LA NACION, parte de ese dinero irá a parar al consumo y otras porciones terminarán en ahorro e inversión.
Pero eso no es todo. Finalmente hay coincidencia en que habrá algo que terminará calentando la inflación y presionando la brecha cambiaria que existe entre el dólar oficial, prácticamente inexistente para el ciudadano de a pie, y el paralelo.
Todo empezó hace casi un año, cuando el Gobierno amaneció después de las elecciones -que determinaron un 54% de votos a favor de la presidenta Cristina Kirchner- con las primeras restricciones al mercado de cambios.
Y si bien el malhumor se plantó enseguida en la cara de empresarios y particulares que prefieren el dólar como refugio de sus ahorros, los efectos económicos de las medidas recién se pueden empezar a medir con el paso del tiempo.
Desde entonces, la economía ya no fue la misma. De acuerdo con un informe de Quantun Finanzas elaborado sobre la base de datos del Banco Central y del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el M2 total (que incluye los depósitos del sector público y del privado) creció 35% interanual, mientras que el privado aumentó 32 por ciento. En ese período el índice de inflación fue de 23 por ciento.
Martín Redrado, ex presidente del Banco Central y actual árbitro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), dice que la expansión de la base monetaria es la principal consecuencia que actualmente se puede ver desde los inicios del cepo cambiario. "El Banco Central es el generador principal de los desequilibrios que se están dando. La oferta monetaria está por encima de la demanda de pesos que hay en el mercado. Y eso se da porque la cantidad de dinero que se emite no se decide por las necesidades monetarias sino de acuerdo con lo que requiere el fisco", explica desde su experiencia de haber sido el mandamás monetario argentino durante el kirchnerismo.
Daniel Marx, director ejecutivo de Quantum Finanzas y ex secretario de Finanzas, en un trabajo preparado junto con Virginia Fernández y Diego Chameides, dice que en la Argentina hay un crecimiento particular de billetes y monedas en poder del público y, además, una pérdida relativa de cuentas corrientes y cajas de ahorro.
El trabajo da cuenta de que esta preferencia por la liquidez no bancaria aún no se ha trasladado a precios de bienes y servicios. "Hay una situación paradójica: la incertidumbre económica actúa como un freno a corto plazo. ¿Qué significa? Que como no está claro qué va a pasar, la gente prefiere quedarse con los pesos hasta que despeje el panorama. Esta suerte de miedo a lo que podrá pasar finalmente termina favoreciendo al Gobierno, ya que los pesos no siguen presionando la economía", dice Marx.
Quantum agrega un dato sobre la base de las estadísticas del BCRA. Los billetes y monedas en poder del público, medidos como porcentaje del total de las cuentas a la vista, rondaron un promedio de 95% entre enero de 2010 y octubre de 2011. Desde octubre de 2011, cuando se instauró el cepo cambiario, ese porcentaje se elevó a 103 por ciento. "Eso significa que la gente está en pesos porque no tiene alternativa, pero no está claro que quiera permanecer en esta moneda", dice Marx.
¿Por qué son importantes estos números? Rodolfo Rossi, otro ex presidente del BCRA, dice que el crecimiento de la base monetaria estaría determinando una inflación cierta del 35 % anual, en términos generales. "Todos los agregados monetarios crecieron alrededor de esa cifra", agrega. TODOS
El fenómeno de la sobreoferta de moneda física bien se puede cuantificar. Sólo por poner un ejemplo, según publicó LA NACION el martes pasado, en mayo el circulante creció en seis millones de ejemplares por cada día hábil.
El informe de Marx explica qué pasa cuando el Gobierno enfrenta los síntomas sin cuestionar las causas de las salidas de capitales. "Entonces se adquiere un comportamiento defensivo tendiente a reducir el acceso a moneda extranjera a medida que se potencia una noción de escasez y diferenciales de tipo de cambio. Ello redunda en un particular funcionamiento económico retrayendo la actividad del sector privado, a la vez que genera reacciones de segmentos de la población", concluye.
¿Cuáles son esas reacciones de la población a las que se refiere el trabajo? Nadie se atreve a dar certezas, pero todos creen que semejante cantidad de dinero bien podría terminar por alimentar la inflación.
Redrado apunta que en primer lugar parte del dinero irá a parar a bienes durables. Electrodomésticos, computadoras, teléfonos celulares y hasta consumo en comunicaciones son rubros que tendrán más movimiento. De hecho, según cifras del sector, actualmente crecen a tasas cercanas al 35 por ciento.
Quienes miran el consumo, y sobre todo alimentos y bebidas, también tienen expectativas favorables. Claro que esto no es gratis. La mayor oferta de bienes en un escenario de incertidumbre en el que la inversión no acompaña al mismo ritmo genera inflación. "No hay riesgos de espiralización, pero hay que prepararse para un rango de inflación de alrededor de 27 o 28 por ciento. Esperamos un escalón más arriba", dice Redrado. Marx coincide: "Cepo cambiario y restricciones a las importaciones forman una suerte de olla a presión. Habrá más inflación, más emisión monetaria y eso aumentará el malestar social y desgastará la gobernabilidad".
Pero claro, el consumo se satura y no es posible que pueda absorber la cantidad de billetes que salen a circular a diario. "Algo de esos pesos irá a ahorro y otra parte, a inversión. Hay un reverdecer de la construcción, de gente que tenía un terreno y que ahora construye porque se paga todo en pesos. Pero hay una parte que se irá a inflación y otra parte que alimentará la brecha cambiaria, sobre todo a fin de año, cuando la gente empieza a ver qué hacer en vacaciones", estima.
Ramiro Castiñeira, de Econométrica, suma un dato: a los pesos en efectivo que pululan por el país se suma una enorme cantidad de dólares que también huyeron del sistema bancario. En las últimas dos décadas los argentinos ahorraron 191.000 millones de dólares. Más o menos la mitad en cada década. Ese dinero se fue de los bancos al punto de que sólo poco más que 8000 están en el sistema financiero", explica.
Dice que esto no se debe a un problema de los ahorristas con el Gobierno. "El sector privado se dolariza siempre", resume, y no explica demasiado. Prefiere enumerar algunos mojones de la historia económica argentina: el rodrigazo (1975), la tablita (1978), las hiperinflaciones (1989 y 1990), el plan Bonex (1990), el corralito, el corralón, el default (2001 y 2002), y desde hace unos años nuevamente la inflación y ahora las restricciones al mercado de cambios. "¿Cómo quiere que un ahorrista se quede en pesos? Siempre la opción es ahorrar en dólares y sin intermediación", reflexiona.
Las consecuencias son más. Una economía inundada de pesos y dólares que no pasan por el sistema financiero genera una cantidad de transacciones que se vuelcan al efectivo. Desde un entidad bancaria reconocieron que se empezaría a ver una contracción de los pagos con tarjeta, ya que mucho se transa en efectivo. Pero el movimiento aún es incipiente, ya que las promociones de los plásticos atraen a los consumidores. Son datos que asoman en un panorama. Por ahora, la única certeza es que tantos pesos circulando dan una sensación de riqueza efímera. Y también generan más inflación .

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