Tomado de La
Nación
Cuestión de
pesos: la Argentina, el país del efectivo
La base
monetaria creció 41,9% en un año y los dólares se fueron de los bancos; la
liquidez presiona sobre el tipo de cambio y podría acelerar la inflación
Por Diego
Cabot
Cuando los economistas hablan de M2 no se
están refiriendo a un agente de inteligencia camuflado detrás de una sigla ni
tampoco a un nuevo modelo de un automóvil pronto a ser estrenado. Para los
economistas, M2 es una sigla que se refiere a la cantidad de dinero en
circulación, a la que se deben sumar las cajas de ahorro que hay en los bancos.
A casi un año del cepo cambiario , el M2 privado
-dejando de lado todo el sector público- se ha convertido en una de las
principales variables que miran todos los que siguen la economía.
¿Dónde radica la importancia de seguir el
movimiento del M2? De aquí puede calcularse la cantidad de dinero que está en
poder de los ciudadanos. Y de allí vaticinar dónde terminará.
Ahora bien, el M2 ha subido a un ritmo
vertiginoso. La famosa maquinita no para. Según datos del Banco Central, la
base monetaria se expandió 41% interanual en términos nominales, y si se toma
el aumento real estaría 29% más alta que el año pasado. Los pesos inundaron el
país. Y a eso se suma que es la Argentina, fuera de Estados Unidos, donde los
habitantes tienen mayor cantidad de dólares per cápita. Y justamente aquí está
la gran pregunta. ¿Qué harán los argentinos con semejante cantidad de efectivo?
Las respuestas no son del todo
alentadoras. Según varios economistas consultados por LA NACION, parte de ese
dinero irá a parar al consumo y otras porciones terminarán en ahorro e
inversión.
Pero eso no es todo. Finalmente hay
coincidencia en que habrá algo que terminará calentando la inflación y presionando la
brecha cambiaria que existe entre el dólar oficial, prácticamente inexistente
para el ciudadano de a pie, y el paralelo.
Todo empezó hace casi un año, cuando el
Gobierno amaneció después de las elecciones -que determinaron un 54% de votos a
favor de la presidenta Cristina Kirchner- con las primeras restricciones al
mercado de cambios.
Y si bien el malhumor se plantó enseguida
en la cara de empresarios y particulares que prefieren el dólar como refugio de
sus ahorros, los efectos económicos de las medidas recién se pueden empezar a
medir con el paso del tiempo.
Desde entonces, la economía ya no fue la
misma. De acuerdo con un informe de Quantun Finanzas elaborado sobre la base de
datos del Banco Central y del Instituto Nacional de Estadística y Censos
(Indec), el M2 total (que incluye los depósitos del sector público y del
privado) creció 35% interanual, mientras que el privado aumentó 32 por ciento.
En ese período el índice de inflación fue de 23 por ciento.
Martín Redrado, ex presidente del Banco
Central y actual árbitro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), dice
que la expansión de la base monetaria es la principal consecuencia que
actualmente se puede ver desde los inicios del cepo cambiario. "El Banco
Central es el generador principal de los desequilibrios que se están dando. La
oferta monetaria está por encima de la demanda de pesos que hay en el mercado.
Y eso se da porque la cantidad de dinero que se emite no se decide por las
necesidades monetarias sino de acuerdo con lo que requiere el fisco",
explica desde su experiencia de haber sido el mandamás monetario argentino
durante el kirchnerismo.
Daniel Marx, director ejecutivo de Quantum
Finanzas y ex secretario de Finanzas, en un trabajo preparado junto con
Virginia Fernández y Diego Chameides, dice que en la Argentina hay un
crecimiento particular de billetes y monedas en poder del público y, además,
una pérdida relativa de cuentas corrientes y cajas de ahorro.
El trabajo da cuenta de que esta
preferencia por la liquidez no bancaria aún no se ha trasladado a precios de
bienes y servicios. "Hay una situación paradójica: la incertidumbre
económica actúa como un freno a corto plazo. ¿Qué significa? Que como no está
claro qué va a pasar, la gente prefiere quedarse con los pesos hasta que
despeje el panorama. Esta suerte de miedo a lo que podrá pasar finalmente
termina favoreciendo al Gobierno, ya que los pesos no siguen presionando la
economía", dice Marx.
Quantum agrega un dato sobre la base de
las estadísticas del BCRA. Los billetes y monedas en poder del público, medidos
como porcentaje del total de las cuentas a la vista, rondaron un promedio de
95% entre enero de 2010 y octubre de 2011. Desde octubre de 2011, cuando se
instauró el cepo cambiario, ese porcentaje se elevó a 103 por ciento. "Eso
significa que la gente está en pesos porque no tiene alternativa, pero no está
claro que quiera permanecer en esta moneda", dice Marx.
¿Por qué son importantes estos números?
Rodolfo Rossi, otro ex presidente del BCRA, dice que el crecimiento de la base
monetaria estaría determinando una inflación cierta del 35 % anual, en términos
generales. "Todos los agregados monetarios crecieron alrededor de esa
cifra", agrega. TODOS
El fenómeno de la sobreoferta de moneda
física bien se puede cuantificar. Sólo por poner un ejemplo, según publicó LA
NACION el martes pasado, en mayo el circulante creció en seis millones de
ejemplares por cada día hábil.
El informe de Marx explica qué pasa cuando
el Gobierno enfrenta los síntomas sin cuestionar las causas de las salidas de
capitales. "Entonces se adquiere un comportamiento defensivo tendiente a
reducir el acceso a moneda extranjera a medida que se potencia una noción de
escasez y diferenciales de tipo de cambio. Ello redunda en un particular
funcionamiento económico retrayendo la actividad del sector privado, a la vez
que genera reacciones de segmentos de la población", concluye.
¿Cuáles son esas reacciones de la
población a las que se refiere el trabajo? Nadie se atreve a dar certezas, pero
todos creen que semejante cantidad de dinero bien podría terminar por alimentar
la inflación.
Redrado apunta que en primer lugar parte
del dinero irá a parar a bienes durables. Electrodomésticos, computadoras,
teléfonos celulares y hasta consumo en comunicaciones son rubros que tendrán
más movimiento. De hecho, según cifras del sector, actualmente crecen a tasas
cercanas al 35 por ciento.
Quienes miran el consumo, y sobre todo
alimentos y bebidas, también tienen expectativas favorables. Claro que esto no
es gratis. La mayor oferta de bienes en un escenario de incertidumbre en el que
la inversión no acompaña al mismo ritmo genera inflación. "No hay riesgos
de espiralización, pero hay que prepararse para un rango de inflación de
alrededor de 27 o 28 por ciento. Esperamos un escalón más arriba", dice
Redrado. Marx coincide: "Cepo cambiario y restricciones a las
importaciones forman una suerte de olla a presión. Habrá más inflación, más
emisión monetaria y eso aumentará el malestar social y desgastará la
gobernabilidad".
Pero claro, el consumo se satura y no es
posible que pueda absorber la cantidad de billetes que salen a circular a
diario. "Algo de esos pesos irá a ahorro y otra parte, a inversión. Hay un
reverdecer de la construcción, de gente que tenía un terreno y que ahora
construye porque se paga todo en pesos. Pero hay una parte que se irá a
inflación y otra parte que alimentará la brecha cambiaria, sobre todo a fin de
año, cuando la gente empieza a ver qué hacer en vacaciones", estima.
Ramiro Castiñeira, de Econométrica, suma
un dato: a los pesos en efectivo que pululan por el país se suma una enorme
cantidad de dólares que también huyeron del sistema bancario. En las últimas
dos décadas los argentinos ahorraron 191.000 millones de dólares. Más o menos
la mitad en cada década. Ese dinero se fue de los bancos al punto de que sólo
poco más que 8000 están en el sistema financiero", explica.
Dice que esto no se debe a un problema de
los ahorristas con el Gobierno. "El sector privado se dolariza
siempre", resume, y no explica demasiado. Prefiere enumerar algunos
mojones de la historia económica argentina: el rodrigazo (1975), la tablita
(1978), las hiperinflaciones (1989 y 1990), el plan Bonex (1990), el corralito,
el corralón, el default (2001 y 2002), y desde hace unos años nuevamente la
inflación y ahora las restricciones al mercado de cambios. "¿Cómo quiere
que un ahorrista se quede en pesos? Siempre la opción es ahorrar en dólares y
sin intermediación", reflexiona.
Las consecuencias son más. Una economía
inundada de pesos y dólares que no pasan por el sistema financiero genera una
cantidad de transacciones que se vuelcan al efectivo. Desde un entidad bancaria
reconocieron que se empezaría a ver una contracción de los pagos con tarjeta,
ya que mucho se transa en efectivo. Pero el movimiento aún es incipiente, ya
que las promociones de los plásticos atraen a los consumidores. Son datos que
asoman en un panorama. Por ahora, la única certeza es que tantos pesos
circulando dan una sensación de riqueza efímera. Y también generan más inflación .
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