domingo, 11 de noviembre de 2012

Sobreviviendo las consecuencias de Sandy

Por Luis Montes Brito

Una semana después de que el huracán Sandy tocara tierra en Nueva York, todavía hay más de 300,000 hogares donde aún no ha sido restablecido el fluido eléctrico.

Acorde a la estación del año, la temperatura ha descendido a los 36º F la cual con el factor viento se siente a unos 28º ( -2º C), muchas hogares y centros de trabajo no cuentan con  calefacción, por lo que las casas y edificaciones adoptan una función de caja refrigerante.

El corte de energía eléctrica me recuerdan mi juventud en El Salvador, cuando era frecuente que amplios sectores del país quedaran sin el vital servicio producto de los atentados terroristas de aquellos que en ese entonces pensaban que ese era el método correcto para provocar cambios sociales o la mejor manera para imponer un sistema político afín a sus ideas. Hoy 30 años después, me encuentro en Nueva York, sin luz y con frío, a temperaturas casi congelantes pero con todo me siento afortunado porque al menos no estoy con la ansiedad de aquella época,  donde además de sufrir los “apagones revolucionarios” cualquiera podría ser víctima de una bomba o un balazo.

Nueva York vive un nuevo evento histórico, las consecuencias de Sandy. Las víctimas fatales están muy cerca de llegar al centenar (97 hasta el día de hoy y la cuente crece).  Miles de personas hacen largas colas para intentar obtener unos cuantos galones de gasolina. La neurosis colectiva representada ficticiamente en los filmes Hollywoodenses  se ha visto plasmada en la vida real, donde varias personas han llegado al límite de agredirse físicamente por un espacio avanzado para obtener el codiciado líquido combustible. Por su parte  el gobierno federal en conjunto con el estatal y gobiernos locales han adoptado medidas para combatir esta escasez.

Centros de distribución gratuita de comida caliente han sido habilitados por organismos de servicio en coordinación con autoridades locales. Se han anunciado fondos federales de ayuda para personas y negocios afectados para paliar los $70, 000 millones estimados en pérdidas.

Las compañías encargadas de normalizar el fluido eléctrico trabajan a todo vapor en contra del reloj, pues se anuncia una nevada para esta semana, lo que vendrá a agudizar las consecuencias del huracán y lo que ha hecho aumentar la preocupación de los sufridos neoyorquinos.

Injustamente, el trabajo de estos laboriosos seres humanos de las compañías de la luz eléctrica más que despertar admiración o agradecimiento por su extenuante esfuerzo, al momento suelen generar críticas y reclamos para estos abnegados trabajadores, muchos de los cuales tampoco tienen luz en sus hogares. ( Al momento de la publicación de este artículo en este blog , 2 semanas después de Sandy, las autoridades de Long Island Power Authority LIPA han mostrado una extrema e intolerable incompetencia para dar una respuesta oportuna y adecuada a la crisis)

Siendo honestos, todos fuimos alertados hasta la saciedad de la dimensión y consecuencias que podría generar Sandy. El escepticismo y la indiferencia de la población operaron en su contra.  En beneficio de los afectados hay que decir que Nueva York no tenía,  hasta antes de las consecuencias de Sandy, una cultura de conducta preventiva ante desastres naturales como son los huracanes. Este es apenas el segundo año consecutivo, en muchos años, donde su territorio es visitado por este tipo de fenómenos.

Durante 2011, la tormenta Irene amagó con generar grandes desastres, aunque las suficientes medidas preventivas, exageradas para algunos, evitaron consecuencias de mayores dimensiones.  Esa exitosa experiencia sirvió para alimentar el exceso de confianza que hoy mostró mucha gente, es seguro que la próxima advertencia será tomada muy en cuenta y con una actitud completamente diferente.

El emotivo ambiente pre electoral, producto de lo apretado de las encuestas presidenciales, pasó de inmediato a un segundo plano y a no ser por la propaganda política en los medios, muchos olvidaron que se está en medio de elecciones generales. Los principales candidatos presidenciales suspendieron la agenda de campaña para dar paso a la  atención del desastre. El presidente Obama a diferencia de la administración Bush con el manejo de Katrina ha recibido excelentes comentarios por el manejo de la crisis. Por su parte Mitt Romney tuvo  que modificar una vez más su discurso de campaña, ya que días antes ponía a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés)  como una de las instituciones a desaparecer en su propuesta de gobierno. Las consecuencias de la  super tormenta Sandy se encargaron de demostrar lo errado de su propuesta y lo dejan mal parado ante los millones de votantes afectados.

Esta semana ha venido a sumar un clavo más a la delicada situación económica que se padece a nivel mundial, donde Nueva York no es la excepción. Se perdió tiempo productivo, disminuyeron las ventas, por falta de refrigeración y adecuadas condiciones de almacenamiento hubo que desechar  miles de millones de dólares de alimentos y otras  mercaderías, perdiéndose además millones de horas de trabajo por lo que muchos asalariados no contaron con un ingreso económico para llevarlo a su casa, lo cual les dificultó aun más sus condiciones para enfrentar las consecuencias de Sandy.

La etapa de reconstrucción ha iniciado. Al igual que en el 2005 en Nueva Orleans después del huracán Katrina, la mano de obra latina será no solo apreciada sino imprescindible y deseada para realizar la labor. Algunos de los que políticamente han manejado una retórica  anti inmigrante deberán tragarse  amargamente su discurso, como fue con la reconstrucción de Nueva Orleans y de forma silente otorgarán la razón  a aquellos que seguimos abogando sin tregua alguna  por una reforma migratoria integral donde ganamos todos, pero sobre todo gana Estados Unidos.  

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