sábado, 4 de septiembre de 2010

Mis ratos con Sharon, Barak, Netanyahu y Olmert por Rafael Alfaro Pineda

Tomado de El Diario de Hoy



Por Rafael Ángel Alfaro Pineda*

Israel, aproximadamente con una población de siete millones de habitantes y 21,000 kilómetros cuadrados, con gran parte de su población residiendo en el exterior, se asemeja muchísimo en esos aspectos a nuestro país, lo que lo convierte, desde mi perspectiva, en el mejor referente de cómo un Estado con esas características, puede lograr un desarrollo impresionante, sin importar su tamaño o su alta densidad, con una planificación ordenada, aprovechando su potencial y su situación geopolítica.

Durante los años que tuve la oportunidad de servir como Embajador de El Salvador, con sede en Jerusalén, gocé de oportunidades que otros diplomáticos no tenían, tal como poder mantener una relación cercana con muchos de los más importantes personajes, como mi buen amigo Ehud Olmert, entonces Alcalde de Jerusalén y luego Primer Ministro, mi vecino en el barrio de Katamón, habiendo hecho una amistad que llegó más allá de la simple relación protocolaria, que se acostumbra mantener con un diplomático extranjero.

Muchas fueron las ocasiones que departimos en nuestras casas, además de lograr en 1999, por su medio, que una de las calles de la Ciudad Santa fuera bautizada con el nombre de nuestro país. Su amabilidad permitió que me impusiera al final de mi misión, el broche de Visitante de Honor de Jerusalén.

Siempre estará en mi memoria la mañana del 29 de diciembre de 1998, cuando fui recibido por Ariel Sharon en su despacho, algo inusual, pues las altas autoridades raramente reciben a los embajadores, dejando que la relación se lleve a través de los directores de la Cancillería; quedando sorprendido el legendario Sharon, al percatarse que yo era el único Embajador con hijos judíos, que asistían a su colegio usando su "kippah" (gorro judío).

Recuerdo narrarle la historia del coronel José Arturo Castellanos y la ayuda que El Salvador brindó para salvar a más de 40,000 judíos de los campos de concentración. Ese día ordenó aumentar de inmediato el número de becas que nuestro país recibía anualmente de parte de Israel. Una gran fotografía de nuestra reunión apareció al día siguiente en el periódico Jerusalem Post.

Ehud Barak, actual Ministro de Defensa y ex-Primer Ministro, nos acompañó en casa, al igual que otros primeros ministros, a la celebración de nuestra independencia, habiendo ganado esa noche el pasaje aéreo que se rifaba para visitar El Salvador, el cual donó a un soldado israelí. No olvido a mi hijo Rodrigo, de entonces tres años de edad, entregándole una caja de granos de café salvadoreño, bañados en chocolate israelí, tal como se hizo con el resto de los invitados.

Los sábados, día de descanso en Israel, aprovechaba para ir con Rodrigo, así como con Javier, mi otro hijo, a almorzar y pasar un rato en la piscina del histórico hotel King David. Periódicamente tuve la oportunidad de coincidir con el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, con quien compartíamos la piscina para niños, junto con nuestros hijos.

Israel se convirtió para mí en un verdadero ejemplo de lo que El Salvador, con disciplina y nacionalismo, puede lograr por medio de una verdadera visión planificada, pareciéndonos también en que así como Israel es la tierra prometida, el nuestro lleva el nombre de Dios, pidiéndole para que nos bendiga a ambos pueblos siempre.

*Diplomático de Carrera.

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