domingo, 19 de septiembre de 2010

Las elecciones del Próximo noviembre podrían definir reelección de Obama en el 2012

Tomado de Gurú Político

Por Carlos Alvarez Acevedo

La elección de noviembre es crucial para Barack, el primer presidente negro de los Estados Unidos de América. Le quedan prácticamente dos años en la silla presidencial y los republicanos quieren incidir en el Congreso sobre temas como la recuperación económica y la inmigración. La elección del 2008, donde Obama fue electo, marcó la promesa del cambio y las expectativas fueron muy altas. Cuando las expectativas aterrizan en la realidad, estas muchas veces no se cumplen y las caídas son muy dolorosas. Siempre pasa. La elección intermedia cambiará dramáticamente la realidad política de Barack Obama.

La elección del 2 de Noviembre para elegir representantes en el Congreso, definirá la presidencia de Barack Obama y su posible reelección para gobernar por cuatro años más desde la Casa Blanca. Obama no quiere ser forzado por los republicanos a declinar sus aspiraciones de imponer su agenda política que incluye reformas sociales y económicas importantes como las que impulsó este año, entre las que destacan la reforma de salud más ambiciosa desde 1965 en Estados Unidos y que dicen los demócratas beneficiará a más de 30 millones de personas. Que consagró, además, el principio básico de que todos deberían de tener alguna seguridad cuando se trata de su salud. O la reforma financiera -histórica por su dimensión y por su significado- en un acto de reivindicación de su política económica, discutida por los expertos, incomprendida por la opinión pública y abiertamente rechazada por la clase empresarial, porque es la más invasiva intervención del Gobierno Estadounidense en Wall Street en 70 años. Esta reforma representa la mayor protección de la historia a los consumidores de productos financieros", dijo Obama al promulgar dicha ley financiera. "Los reguladores, sólo tendrán una misión: proteger a los ciudadanos, no a los grandes bancos, no a los prestamistas, no a las firmas de inversión. El pueblo americano nunca más tendrá que pagar la factura por los errores de Wall Street".

Mientras, del otro lado, los republicanos quieren imponer SU agenda y demandan menos impuestos, así como presionan a favor de reducir el déficit presupuestario federal y los gastos del gobierno por encima de cualquier otro objetivo. Hace una semana, Barack Obama culpó a los republicanos a través de una conferencia de prensa por televisión, de no colaborar ni ayudarle en el apuntalamiento de la economía o respaldar nuevas exenciones fiscales para las empresas. Estas acciones, pienso yo, forman parte de una estrategia política para detener el impulso electoral de los republicanos, que pretenden hacer un contrapeso a las políticas reformistas de Barack. Ya que los demócratas corren peligro de perder su mayoría en la Cámara de Representantes, y quizá el Senado, Obama intenta convencer al electorado que puede elegir entre volver a la política republicana que dio paso a la crisis económica o respaldar las suyas, que según sostiene, fomentarán el crecimiento económico a largo plazo. Los sondeos de opinión están apuntando a que los republicanos lograrán terminar con la mayoría oficialista en el Parlamento, y que la oposición no tiene grandes motivaciones para conceder una victoria a Obama.

La prueba más fehaciente de que los republicanos no les interesa en lo más mínimo el rescate financiero de Estados Unidos y que solo buscan mantener sus privilegios, es el apoyo para extender los recortes de impuestos de la era Bush para los ricos, lo que es fiscalmente irresponsable. El líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, pidió congelar durante dos años todos los impuestos, incluyendo los recortes para los más ricos, y propuso también que el Gobierno rebajara sus gastos para el próximo año a los niveles de 2008, previos al inicio de un controvertido plan de estímulo de Obama por 814.000 millones de dólares.

Pero Obama rechazó esa petición y dijo que su Gobierno estaba listo para extender las rebajas impositivas a las familias con ingresos menores a los 250.000 dólares por año. Los planes económicos de Obama son esenciales para poner nuevamente en marcha la economía y establecer las bases para un crecimiento a largo plazo. Sin embargo, estos no pueden ser aprobados sin el apoyo de los republicanos en el Congreso, que aunque no tienen mayoría, pueden bloquear su negociación.

Hablar de impuestos siempre es difícil. De estímulos económicos, también, porque nunca sucede que sean generalizados, y alguien en la economía siempre resulta afectado. El problema de fondo para Barack es que los sondeos muestran un profundo escepticismo entre la población sobre su plan de estímulos y sus políticas económicas. El mismo Obama ha admitido que sus políticas económicas no habían funcionado tan rápido como se esperaba, “la verdad es que el avance ha sido dolorosamente lento". Y es que el pueblo se desespera rápidamente al no ver resultados tangibles. ¿Y cómo no habría de estarlo?, al venir de la peor recesión económica desde 1930, en la que además se perdieron 10 por ciento de los empleos. Barack no ve la luz al final del túnel.

Pero tampoco verán la luz al final del túnel, políticas innovadoras y fundamentales, como una reforma para contribuir a detener el cambio climático, o una reforma migratoria, que tanto demandan los grupos hispanos o una reforma para regular el comercio con China, que le ha quitado empleos a los ciudadanos norteamericanos.

Y si a todo esto le añadimos un elemento, el que en el Partido Republicano, su ala más extrema, el movimiento ultraconservador y semi-popular Tea Party, ha ganado varias de las candidaturas. Han sido elegidos en unas primarias en las que ha habido una bajísima participación. Este movimiento evoluciona rápidamente, gozan del apoyo por parte de los programas más populares en la televisión por cable, en la radio más conservadora y tiene la posibilidad de radicalizar al propio partido republicano. Nadie debe desestimar el valor de estas victorias a medio y largo plazo. Sería un error dejar un semillero de Hitlers crecer sin control.

Los demócratas y los grupos minoritarios, no pueden permitir que estas sean las elecciones en las que se imponga el enfado, el enojo, el miedo y las malas caras. No pueden permitir que las promesas de renovación de la vida política vengan de un grupo radical y ultra conservador como el Tea Party. Un mensaje casi tan antiguo como la democracia moderna pero que curiosamente sigue funcionando, aunque ahora provenga el otro extremo del espectro ideológico, el del conservadurismo a ultranza: de la derecha.

Twitter @revistapolitica. Politólogo, con estudios en el Tec de Monterrey, Campus Monterrey. Consultor en Desarrollo de Medios de Comunicación 2.0, Arquitectura de la Información y Estrategias Electorales por Internet. Director General Gurú Político: gurupolitico.com. Fue Editor


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