martes, 14 de septiembre de 2010

Pronostican un futuro promisorio para los trabajadores adultos mayores hispanos

Tomado de AARP*

Las tendencias demográficas sugieren que es probable que los empleadores del mañana tendrán que enfrentar una escasez de mano de obra, y los trabajadores adultos mayores hispanos podrían llenar ese vacío.Por Bertrand Gutierrez


Tom Quintana sabe lo que es el trabajo duro. Veterano del Ejército, se presenta en el trabajo a la hora indicada, rara vez se enferma y destina su salario a las necesidades de la familia. Sin embargo, Quintana, de 71 años, no sabía lo difícil que sería encontrar un empleo cuando, hace dos años, decidió volver a trabajar.


“Me postulé para todo”, explica Quintana, descendiente de mexicanos. ¿El puesto de chofer? No lo volvieron a llamar. ¿Del cargo en el restaurante? Ni noticia. ¿El de caddie? Nada. “No sé si fue por la edad, pero nunca recibí una respuesta por parte de un empleador”, continúa.


Anteriormente, Quintana fue trabajador agrícola en la zona rural de Colorado; pasó 14 años en el Ejército; también trabajó como obrero, y, finalmente, abandonó la comodidad de la jubilación para dedicarse a leer los avisos clasificados para buscar trabajo. Sin embargo, y a pesar de sus impecables antecedentes, no recibió ni un llamado.


Los antecedentes laborales de Quintana y su deseo de seguir aportando como empleado reflejan los resultados de dos nuevos estudios sobre los trabajadores hispanos, el sector de la fuerza laboral que está creciendo con mayor rapidez. Uno de ellos, realizado por el Urban Institute para AARP pronostica un futuro promisorio para los trabajadores adultos mayores hispanos. El otro, Consejo Nacional de La Raza (NCLR),—una organización que defiende los derechos civiles de los latinos—, documenta los tremendos desafíos actuales. El brillante futuro pronosticado para los adultos mayores latinos podría depender de que los desafíos documentados en este estudio sean abordados, y esto rige para todas las edades.


Esos desafíos resultan familiares para Quintana. En los años ’50 abandonó la escuela para cargar heno, a cambio de un centavo por cada fardo —cerca de $5 diarios—. Luego, pasó a ganar $1,90 por hora, en un depósito de papas, donde clasificaba, lavaba, embolsaba y apilaba papas. Por las horas que trabajaba de más, le pagaban lo mismo, y no el valor de la hora extra. Llegaba a su casa con las rodillas y los codos destruidos. “Cada centavo que ganábamos se lo dábamos a mamá”, recuerda.


Presente y futuroSegún el NCLR, para muchos de los 22 millones de trabajadores hispanos de la fuerza laboral actual, las cosas no cambiaron demasiado. Aun hoy, los latinos siguen aceptando trabajos agotadores por un salario bajo. El estudio realizado por el NCLR, “Fractures in the Foundation: The Latino Worker’s Experience in an Era of Declining Job Quality”, revela que dos de cada cinco trabajadores latinos ganan salarios de nivel de pobreza, y menos de uno de cada tres tiene acceso a planes de jubilación.


Peor aún, los latinos son más proclives a morir por lesiones relacionadas con el trabajo. Durante 2007, 937 latinos murieron por lesiones relacionadas con sus trabajos, una tasa un 21% más alta que la correspondiente a los trabajadores blancos no hispanos, y un18% superior que la de los negros no hispanos. “Es vergonzoso e inaceptable que un país como el nuestro permita que la gente trabaje hasta morir”, sostuvo la presidente y directora ejecutiva de NCLR, Janet Murguía, durante una reciente teleconferencia con periodistas.


Las leyes laborales deberían hacerse cumplir con más firmeza, declaró Esther Lopez, directora de derechos civiles y acciones comunitarias del United Food and Comercial Workers International Union , durante la misma teleconferencia. “Todos los días, los empleados van a trabajar y son engañados a la hora de recibir su salario; son discriminados en el trabajo; se lesionan en el trabajo. Muchas de esas lesiones no se informan. Tener buenas leyes no sirve para nada si los trabajadores a quienes se supone que deben proteger no las conocen.”


Quizás los trabajadores adultos mayores hispanos carezcan de protecciones, pero no de números— son muchísimos. De hecho, según un estudio realizado por el Urban Institute para AARP, es probable que los empleadores tengan que depender aun más de los trabajadores adultos mayores hispanos, debido a una posible escasez de mano de obra en el futuro. El estudio, titulado “Trabajadores latinos mayores de 50 años: Crece este grupo laboral en EE. UU.”, prevé que la fuente tradicional de mano de obra —personas de entre 25 y 54 años— casi no aumentará durante los próximos diez años. Richard Johnson, un alto funcionario del Urban Institute, señala que, a pesar de que esta fuente de trabajadores creció un 71% entre 1970 y 2000, se espera que, a partir de ahora y hasta el 2020, sólo crezca un 2,6%.


Al mismo tiempo, la población de entre 50 y 69 años crecerá un 34%. Como parte de la ola de los baby boomers —personas nacidas entre 1946 y 1964—, se calcula que en diez años el número de adultos mayores hispanos aumentará casi a los once millones, cerca del doble de los 5,6 millones de boomers del 2007. Además, los adultos mayores hispanos permanecen activos en la fuerza laboral: en 2007, casi siete de cada 10 de ellos estaban trabajando o buscando empleo. Quintana era uno de ellos.


“Creo que vamos a sufrir una escasez de mano de obra, y los empleadores tendrán menos de quienes elegir —señala Johnson—. Esas tendencias verdaderamente harán aumentar la demanda de mano de obra para todos los trabajadores adultos mayores, y esto alcanzará a los latinos.”
Volver a empezarContratar postulantes como Quintana es una buena apuesta, según Ignacio Salazar, presidente de Hispanic Association on Corporate Responsibility (HACR), una coalición de 13 organizaciones dedicadas a incrementar la presencia de latinos en las corporaciones estadounidenses. “[Las compañías] sólo tienen que darles una oportunidad”, sostiene.


Quintana recibió esa oportunidad a través del Senior Community Service Employment Program (SCSEP), del Departamento de Trabajo de EE. UU., que ofrece capacitación a personas mayores de 55 años, de bajos recursos y que estén buscando empleo.


Quintana abandonó la comodidad de la jubilación porque quería aportar a la economía familiar. “Me dije: ‘Mi esposa está trabajando.’ Sentí como si me estuviera aprovechando de ella —relata—. Me siento orgulloso de mí mismo sabiendo que, a mi edad, salí al ruedo y logré lo que buscaba.” Actualmente trabaja 30 horas a la semana como recepcionista en Catholic Charities, en Greely, Colorado.


“La edad no es una desventaja; por el contrario, es una ventaja —asegura Paul Scheidig, director del SCSEP en Rocky Mountain SER (Service, Employment, and Redevelopment)—. Nos aseguramos de que los empleados lo comprendan.”


* AARP: American Association of Retired Persons

Asociación Americana de Personas Retiradas, cuenta con más de 40 millones de Miembros, Fundada en 1958.

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