Agencias Noticiosas
Jóvenes inmigrantes enfrentan obstáculos para estudiar
Por Christine Armario
MIAMI
.- Araceli Cortés ya había tomado una decisión antes de enterarse de un nuevo
programa federal que aplaza su deportación de Estados Unidos: Planeaba regresar
a su natal México para perseguir su sueño de convertirse en médico.
Cortés,
quien fue ingresada ilegalmente a Estados Unidos cuando era una niña, terminó
sus estudios de secundaria y asistió a una universidad en California. Renunció
a su trabajo, compró un boleto de avión a México y reservó un cupo para
presentar un examen de ingreso a la carrera de Medicina.
Entonces,
una semana antes de su partida, el presidente Barack Obama anunció que jóvenes
inmigrantes sin autorización legal para residir en el país, como ella, tendrían
la oportunidad de permanecer en Estados Unidos y obtener una visa de trabajo.
Cortés canceló su boleto y decidió quedarse.
Esta
semana, ella y otros miles de inmigrantes comenzaron el proceso de solicitud,
pero ella y muchos otros inmigrantes que estudian podrían enfrentar algunos
difíciles obstáculos.
"No
me están dando mucho", dijo Cortés, de 20 años. "Es sólo un permiso
de dos años".
Obama
fue claro al anunciar la medida: Este no era un camino a la ciudadanía, sino
más bien una oportunidad para evitar la deportación y trabajar.
Para
los estudiantes que son inmigrantes sin permiso legal y se han graduado de la
universidad, la nueva política significa que tendrán la oportunidad de trabajar
en su campo de estudio, algo que sólo podían hacer como contratistas
independientes o practicantes sin sueldo antes.
Para
los inmigrantes más jóvenes como Cortés —se calcula que hasta 65.000 se gradúan
de la escuela secundaria cada año— se eliminarán algunos obstáculos para
obtener un título universitario. El principal problema, sin embargo, seguirá
siendo el costo.
Los
préstamos federales y becas, la mayor fuente de ayuda para los estudiantes
universitarios, requieren que los estudiantes tengan un permiso de residencia o
la ciudadanía estadounidense.
"Va
a seguir siendo un reto para estos estudiantes cursar estudios
superiores", dijo Deborah Santiago, cofundadora y vicepresidente de
política e investigación de Excelencia en Educación. "No creo que los
números sean altos".
Quienes
eran unos niños cuando fueron ingresados sin permiso en Estados Unidos tienen
garantizado el derecho a la educación primaria y secundaria, gracias a una
decisión de la Corte Suprema en 1982.
Un
número creciente de esos estudiantes están entrando en la adolescencia o son
jóvenes adultos. Hablan inglés, son parte de un club y practican deportes
después de clases, y tienen las mismas aspiraciones de asistir a la universidad
que sus compañeros.
Sin
embargo, cuando se acercan a los 16 años, dejan de tener las mismas
oportunidades. Cuando la mayoría de los adolescentes obtienen una licencia de
conducir, un primer empleo y comienzan a pensar en la universidad, los
estudiantes inmigrantes sin autorización legal comienzan a ser conscientes de
su condición.
"Ellos
se quedan atascados, mientras que sus amigos siguen avanzando", dijo
Roberto González, sociólogo de la Universidad de Chicago. "Eso tiene
enormes implicaciones en su propia capacidad para lograr una movilidad
ascendente, en temas de autoestima y en el bienestar emocional y mental".
El
fallo de la Corte Suprema no se ocupó de la educación superior. En su lugar,
los estados y las universidades han creado sus propias políticas sobre la conveniencia
de permitir que asistan los inmigrantes sin papeles.
Entre
los inmigrantes sin autorización graduados de la escuela secundaria entre las
edades de 18 a 24 años, el 49% ha asistido o está asistiendo a alguna
universidad, en comparación con el 76% de los inmigrantes con autorización
legal y el 71% de los residentes nacidos en Estados Unidos, según un estudio
del Pew Hispanic Center son base en los datos del censo de 2008.
Jane
Slater, que enseña inglés como segunda lengua en una escuela secundaria en
Redwood City, California, dijo que menos de la mitad de los estudiantes que son
inmigrantes sin autorización en su escuela asisten a la universidad.
"Hay
ese tipo de estado de ánimo sin esperanzas de '¿Por qué ir?''', dijo.
El
precio de la matrícula y otras cuotas aumentaron 439% entre 1982 y 2007,
mientras que el ingreso familiar promedio se elevó 147%, según el Centro
Nacional de Políticas Públicas y Educación Superior. Préstamos para los padres
y los estudiantes, subvenciones y becas ayudan al estudiante promedio a pagar
cerca del 55% del costo, según un informe de Sallie Mae, el mayor prestamista
privado de los estudiantes.
Los
estudiantes que carecen de estatus legal en Estados Unidos tienen acceso a sólo
una parte de esos recursos. Las becas privadas son a menudo muy disputadas,
debido al limitado número disponible. En unos pocos estados, ellos también son
elegibles para ayudas estatales, pero en la mayoría, terminan por tener que
pagar una matrícula significativamente mayor. Sólo 12 estados permiten a los
inmigrantes sin permiso legal pagar el costo reducido de las matriculas
estatales
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