Artículo tomado de El País
Introducción por Luis Montes Brito
¿Quiénes serían
los beneficiados con este millonario negocio?
Introducción de compartiendo mi opinión:
¿Recuperemos El
Salvador?
A continuación un artículo publicado
por el prestigioso periódico español El País, basado en la traducción del inglés
al español de uno publicado por The New
York Times, bajo la responsabilidad del premio nóbel de economía del 2008,
Doctor Paul Krugman.
Aunque el caso planteado en el artículo es sobre el modelo
de privatización en el sistema carcelario estadounidense, se deduce que este tendrá gran influencia, si ganara ARENA, en
la anunciada privatización de cárceles en El Salvador revelada en el plan de gobierno del candidato
tricolor, Norman Quijano, y publicada por el diario digital ElFaro.net en su
artículo Arena se casa con los
subsidios y propone privatizar las cárceles. La cual de llevarse a cabo, se daría con menos transparencia que en el caso
estadounidense, como han sido las demás privatizaciones de la cosa pública
salvadoreña, un negocio que casualmente termina, con muy pequeñas variantes,
favoreciendo a los pequeños grupos de siempre.
Ya casi todo está privatizado en
El Salvador , todavía quedan algunos negocios lucrativos como las cárceles, la
salud y el agua. Estarán contempladas dentro de las ideas de gobierno de Norman
Quijano? Será esto a lo que se refiere ARENA con el eslogan Recuperemos El
Salvador? Por responsabilidad y transparencia es necesario que Quijano amplíe
los detalles sobre sus intenciones
privatizadoras.
Tomado de El País
24 de Junio de 2012
La derecha estadounidense incluye las
prisiones en su campaña en favor de las privatizaciones
A lo largo de los últimos años, The New York Times ha publicado varios informes
aterradores sobre el sistema de casas de reinserción de Nueva Jersey, que están
dirigidas de forma privada y que complementan el sistema normal de prisiones.
La serie es un modelo de informes de investigación que todo el mundo debería
leer, pero que también debería observarse en un contexto. Los horrores que
describe forman parte de una pauta más amplia en la que las funciones básicas
de gobierno se están privatizando y deteriorando.
Antes que nada, respecto a esas casas de reinserción: en
2010, Chris Christie, el gobernador del Estado —que mantiene unos vínculos
personales estrechos con Community Education
Centers, el mayor operador de estas instalaciones, y que antes
trabajó como miembro de un grupo de presión para el grupo— describía las
operaciones de la empresa como “una representación de lo mejor del espíritu
humano”. Pero los informes de The Times describen, en cambio, algo más
parecido a un infierno en la tierra: un sistema mal dirigido, sin personal
suficiente y con unos trabajadores desmoralizados, del que los individuos más
peligrosos escapan con frecuencia para causar estragos, mientras que los
delincuentes relativamente poco peligrosos se enfrentan al terror y a los abusos
por parte de otros internos.
Es una historia terrible, pero, como dije, tienen que verla
en un contexto más amplio, en el de una campaña en todo el país de la derecha
estadounidense para privatizar las funciones de gobierno, que incluye el
funcionamiento de las cárceles. ¿Qué hay detrás de esta campaña?
Podríamos sentirnos tentados a decir que refleja la fe de
los conservadores en la magia del mercado, en la superioridad de la competencia
del libre mercado sobre la planificación del Gobierno. Y sin duda alguna, es la
forma en la que a los políticos de derechas les gusta enfocar el asunto.
Pero si lo pensamos, aunque solo sea un minuto, nos damos
cuenta de que lo único que las empresas que forman el complejo industrial
penitenciario —como Community Education o el gigante de las cárceles privadasCorrections Corporation
of America— no están haciendo desde luego es competir en un libre
mercado. En lugar de eso, viven de los contratos públicos. No existe ningún
mercado libre aquí, y no existe, por tanto, ninguna razón para esperar alguna
mejora mágica en la eficiencia.
Y, como era de esperar, a pesar de las numerosas promesas de
que la privatización de las cárceles daría lugar a un enorme ahorro de costes,
ese ahorro —como concluía un exhaustivo estudio de la Oficina de Asesoría
Jurídica, que forma parte del Departamento de Justicia— “sencillamente no se ha
materializado”. Si los operadores de prisiones privados logran ahorrar dinero,
es mediante “reducciones de personal, prestaciones y otros costes relacionados
con el trabajo”.
Así que, veamos: las cárceles privatizadas ahorran dinero
empleando a menos guardias y a menos trabajadores, y pagándoles mal. Y luego
tenemos historias terribles sobre la forma en que se dirigen estas cárceles.
¡Qué sorpresa! Entonces, ¿qué hay detrás de la campaña para privatizar las
cárceles, y casi todo lo demás?
Una respuesta es que la privatización puede funcionar como
una forma sigilosa de endeudamiento público, en la que los Gobiernos evitan
registrar gastos por adelantado (o incluso recaudan dinero vendiendo las
instalaciones existentes) mientras aumentan los costes a largo plazo de forma
que los contribuyentes no pueden ver. Oímos hablar mucho de las deudas ocultas
en que los Estados han incurrido en forma de pensiones de jubilación; pero no
oímos hablar mucho de las deudas ocultas que se están acumulando actualmente en
forma de contratos a largo plazo con empresas privadas contratadas para dirigir
las cárceles, los colegios y más establecimientos. Otra respuesta es que la
privatización es una manera de deshacerse de los empleados públicos, que tienen
la costumbre de sindicarse y que tienden a votar a los demócratas en cualquier
caso.
Pero la respuesta principal, sin duda alguna, es seguir el
dinero. Da igual lo que la privatización supone o no para los presupuestos
estatales; piensen, en cambio, en lo que supone para los fondos de las campañas
y las finanzas personales de los políticos y sus amigos. A medida que se
privatizan cada vez más funciones públicas, los Estados se convierten en
paraísos en los que hay que pagar para poder participar, en los que tanto las
contribuciones políticas como los contratos para los amigos y los familiares se
convierten en un quid pro quo para conseguir negocios públicos. ¿Las
empresas se están apoderando de los políticos, o son los políticos los que se
están apoderando de las empresas? ¿Tiene alguna importancia?
Ahora alguien señalará seguramente que el Gobierno no
privatizado también tiene sus problemas de influencia excesiva, que los
sindicatos de guardias de prisiones y de maestros también tienen influencia
política, y que esta influencia distorsiona a veces la política pública. Me
parece bien, pero esa influencia tiende a ser relativamente transparente. Todo
el mundo conoce esas pensiones públicas posiblemente excesivas; fue necesaria
una investigación de The Timesdurante
varios meses para sacar a la luz el informe del infierno de las casas de
reinserción de Nueva Jersey.
Por tanto, la cuestión es que no deben suponer que lo que The Timesdescubrió sobre la
privatización de las cárceles en Nueva Jersey es un caso aislado de mala
conducta. Por el contrario, casi con toda seguridad es un destello de una
realidad paulatina y generalizada, de un nexo corrupto entre la privatización y
la influencia que está debilitando al Gobierno en gran parte de EE UU.
Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de 2008.
© New York Times Service 2012.
Traducción de News Clips.
No hay comentarios:
Publicar un comentario