La mujer hasta principio del siglo 20 no solo era
un objeto del hombre, sino que carecían de derechos para ellas. Una de las
oportunidades de la segunda guerra mundial fue el que EU observó y
analizó que había enviado a su inmensa mayoría de hombres a la
guerra. Por tal razón, se había quedado sin mano de obra para
fabricar sus armamentos.
Desde entonces, la mujer comenzó a abrirse camino en
cientos de áreas que antes de la guerra hubiese sido inalcanzable. Ese fue un
momento decisivo del comienzo que hoy conocemos como el Síndrome de Superwoman.
Si miramos con una lupa a la mujer del siglo 21 podemos
decir sin equivocarnos que de verdad el concepto de Superwoman es
real.
Primero, ellas tienen más jornadas de trabajo que la inmensa mayoría de
los hombres, en especial aquellas mujeres solteras, no divorciadas. Este
último término es del siglo de nuestras abuelas y se utilizaba para
estigmatizar a las mujeres que estaban ligeramente utilizadas, que no eran
vírgenes o que tenían su bagaje.
Siempre hemos sido consistentes que estas mujeres
tienen cuatro jornadas de trabajo. La primera comienza en la madrugada y es
levantarse temprano antes que todo el mundo, preparar el desayuno de todos,
incluyendo el de los perros, gatos, aves y demás mascotas realengas que hay
cerca de la propiedad.
Después se dan a la tarea de despertar a todo el mundo,
recodarles las asignaciones, días de juegos, uniformes que se tiene que poner,
bultos que necesitan llevarse, leer las cartas de las maestras y velar que la
higiene sea llevada a cabo con sus estándares, entre otras cosas.
Esta jornada laboral termina en el momento en que los
niños son escoltados a los portones de la o las escuelas de cada uno de los
integrantes, no sin antes saludar, conversar y tolerar las conversaciones de
aquellas que no están en esta categoría de Superwoman. No entraremos en este
aspecto de envidia, chismes y otras situaciones que suceden, ya que muchas
personas piensan que el peor enemigo de una mujer es otra mujer.
Su segunda jornada de trabajo comienza cuando
llegan a la realización que todavía no se han maquillado, están insertadas en
un tremendo tráfico que no se mueve. Las bocinas son la orden del día, en la
radio los comentaristas noticiosos están criticando, y las personalidades están
narrando chistes malos que la única risa que se escucha es la del productor.
Es en este primer periodo de la mañana en donde nace el
término pueblerino de “multi tasking”, que no es más que hacer varias cosas a
la vez y completarlas todas, e inclusive ya ir ordenando proyectos y tareas de
otros roles diarios.
Aunque el término pueblerino no es correcto científicamente
hablando, pero se ha acuñado el mismo, en especial con las mujeres que están en
un constante desenvolvimiento multifacético de madre, esposa, amiga, hermana,
empresaria, salvadora de animales y sobre todo en tener el balance en los roles
antes mencionados.
Su tercer turno comienza en el momento en que llegan al
estacionamiento del trabajo. En cuestión de segundos el rostro se transforma,
la actitud se modifica y el caminar es uno totalmente diferente. Es en ese
momento en donde la coraza se activa, el radar de interpretar símbolos e ideas
que no se verbalizan se pone en todo su apogeo y los milagros que otros no
pueden lograr comienzan a desfilar por la pasarela del escritorio.
Al salir de este turno comienza el último turno, en
donde, aunque es ley el no textear mientras manejan se las ingenian para
hacerlo. La memoria se activa en todo su esplendor y comienzan a realizar las
llamadas correspondientes a sus amistades, padres, a repasar que está
pendiente, a coordinar algunas con sus parejas el recogido y la entrega de sus
hijos en sus compromisos extracurricular, por mencionar algunas actividades.
En el momento en donde abren la puerta de la entrada del
hogar es cuando se activa los poderes innatos de una madre. Es
cuando se quitan el uniforme de su turno anterior y comienza el turno más
tierno y retante de todos.
En el mismo no solo tienen que confeccionar un menú
diferente diario, se convierten en tutoras, científicas, psicólogas, en el
resuélvelo todo, encuentran todo lo que se pierde, son doctoras honorarias,
enfermeras de vocación y banqueras por necesidad. A su vez, son cuentistas a la
hora de dormir, limpian la casa en cuestión de segundos y planificadoras por
obligación.
El síndrome de Superwoman no es normal, algunos dicen que
es parte del ADN de la mujer. Para nosotros es simplemente un estado de
conciencia, inspirado por la necesidad, ejecutado por osmosis y guiado por el
amor incondicional que nace de la conexión divina de una barriga, de dar vida a
otro ser.
Sin embargo, en ocasiones, la Superwoman puede
sentir que no está siendo eficiente y efectiva, o que hay algo que está dejando
al descubierto. Algo nada más lejos de la verdad, ya que hace lo
mejor posible con las herramientas que tiene.
Que tal, si desde hoy comenzamos a agradecer a cada una
de las Superwoman de nuestra vida, No tan solo para que sepan que
las valoramos, sino también por cada uno de nosotros que hemos sido apoyados
por una heroína actual.
Waldemar Serrano-Burgos, CEC
Certified Executive-Business Coach
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