domingo, 13 de octubre de 2013

El síndrome de Superwoman



 La mujer hasta principio del siglo 20 no solo era un objeto del hombre, sino que carecían de derechos para ellas. Una de las oportunidades de la segunda guerra mundial fue el que EU observó y analizó  que había enviado a su inmensa mayoría de hombres a la guerra. Por tal razón,  se había quedado sin mano de obra para fabricar sus armamentos.

Desde entonces, la mujer comenzó a abrirse camino en cientos de áreas que antes de la guerra hubiese sido inalcanzable. Ese fue un momento decisivo del comienzo que hoy conocemos como el Síndrome de Superwoman.

Si miramos con una lupa a la mujer del siglo 21 podemos decir sin equivocarnos que de verdad el concepto de  Superwoman es real.

 Primero, ellas tienen más jornadas de trabajo que la inmensa mayoría de los hombres, en especial aquellas mujeres solteras, no divorciadas.  Este último término es del siglo de nuestras abuelas y se utilizaba para estigmatizar a las mujeres que estaban ligeramente utilizadas, que no eran vírgenes o que tenían su bagaje.

 Siempre hemos sido consistentes que estas mujeres tienen cuatro jornadas de trabajo. La primera comienza en la madrugada y es levantarse temprano antes que todo el mundo, preparar el desayuno de todos, incluyendo el de los perros, gatos, aves y demás mascotas realengas que hay cerca de la propiedad.

Después se dan a la tarea de despertar a todo el mundo, recodarles las asignaciones, días de juegos, uniformes que se tiene que poner, bultos que necesitan llevarse, leer las cartas de las maestras y velar que la higiene sea llevada a cabo con sus estándares, entre otras cosas.

Esta jornada laboral termina en el momento en que los niños son escoltados a los portones de la o las escuelas de cada uno de los integrantes, no sin antes saludar, conversar y tolerar las conversaciones de aquellas que no están en esta categoría de Superwoman. No entraremos en este aspecto de envidia, chismes y otras situaciones que suceden, ya que muchas personas piensan que el peor enemigo de una mujer es otra mujer.

 Su segunda jornada de trabajo comienza cuando llegan a la realización que todavía no se han maquillado, están insertadas en un tremendo tráfico que no se mueve. Las bocinas son la orden del día, en la radio los comentaristas noticiosos están criticando, y las personalidades están narrando chistes malos que la única risa que se escucha es la del productor.

Es en este primer periodo de la mañana en donde nace el término pueblerino de “multi tasking”, que no es más que hacer varias cosas a la vez y completarlas todas, e inclusive ya ir ordenando proyectos y tareas de otros roles diarios.

Aunque el término pueblerino no es correcto  científicamente hablando, pero se ha acuñado el mismo, en especial con las mujeres que están en un constante desenvolvimiento multifacético de madre, esposa, amiga, hermana, empresaria, salvadora de animales y sobre todo en tener el balance en los roles antes mencionados.

Su tercer turno comienza en el momento en que llegan al estacionamiento del trabajo. En cuestión de segundos el rostro se transforma, la actitud se modifica y el caminar es uno totalmente diferente. Es en ese momento en donde la coraza se activa, el radar de interpretar símbolos e ideas que no se verbalizan se pone en todo su apogeo y los milagros que otros no pueden lograr comienzan a desfilar por la pasarela del escritorio.

Al salir de este turno comienza el último turno, en donde, aunque es ley el no textear mientras manejan se las ingenian para hacerlo. La memoria se activa en todo su esplendor y comienzan a realizar las llamadas correspondientes a sus amistades, padres, a repasar que está pendiente, a coordinar algunas con sus parejas el recogido y la entrega de sus hijos en sus compromisos extracurricular, por mencionar algunas actividades.

En el momento en donde abren la puerta de la entrada del hogar es cuando se activa los poderes innatos de una madre.  Es cuando se quitan el uniforme de su turno anterior y comienza el turno más tierno y retante de todos.

En el mismo no solo tienen que confeccionar un menú diferente diario, se convierten en tutoras, científicas, psicólogas, en el resuélvelo todo, encuentran todo lo que se pierde, son doctoras honorarias, enfermeras de vocación y banqueras por necesidad. A su vez, son cuentistas a la hora de dormir, limpian la casa en cuestión de segundos y planificadoras por obligación.

El síndrome de Superwoman no es normal, algunos dicen que es parte del ADN de la mujer. Para nosotros es simplemente un estado de conciencia, inspirado por la necesidad, ejecutado por osmosis y guiado por el amor incondicional que nace de la conexión divina de una barriga, de dar vida a otro ser.

Sin embargo,  en ocasiones, la Superwoman puede sentir que no está siendo eficiente y efectiva, o que hay algo que está dejando al descubierto.  Algo nada más lejos de la verdad, ya que hace lo mejor posible con las herramientas que tiene.

Que tal, si desde hoy comenzamos a agradecer a cada una de las Superwoman de nuestra vida,  No tan solo para que sepan que las valoramos, sino también por cada uno de nosotros que hemos sido apoyados por una heroína actual.

Waldemar Serrano-Burgos, CEC
Certified Executive-Business Coach
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