jueves, 21 de julio de 2011

La palabra devaluada de un presidente

Por Luis Montes Brito
Para Revista Digital Gurú Político, México
Para Diario El Mundo, El Salvador

Cuando era periodista fue conocido como un hombre serio, confiable, acérrimo crítico de las injusticias y comprometido con las causas sociales. Estos atributos fueron la carta de presentación de sus promotores ante la cúpula del FMLN, sin duda alguna fue lo que también sedujo a votar por él a muchos que aunque no eran simpatizantes del partido izquierdista lo hicieron por Funes.

Durante su campaña electoral no escatimó recursos para prometer y ofrecer un cambio para el país, en combinación de una tempranera y bien montada campaña mediática para endulzar el oído de miles de votantes hasta llevarlos a un nivel de alienación.

Poco o nulo efecto surtió la noticia pública a pocos días de las elecciones dando a conocer los más de $ 3 millones que aparecieron repentinamente en su cuenta bancaria. Bastó su entonces sólida palabra, apoyada en la imagen de confianza construida en sus veinte años como periodista para que el pueblo aceptara como válida su grácil explicación.

En su discurso de toma de posesión, se declaró seguidor de “San Romero”, admirador de Lula Da Silva y de Barack Obama; lanzó una sarta de promesas más, llevando al delirio a las multitudes de salvadoreños que llegaron incluso desde el exterior para testificar y aplaudir el principio del cambio. “Funes el redentor de los pobres”, “el hombre del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Muchos afirmaron que con el arribo de Funes al poder se acabarían las promesas incumplidas.

Durante los primeros meses de gestión se convirtió en el presidente más popular de la historia salvadoreña, la receta era simple: saturación de publicidad, regaños en público a sus subalternos efemelenistas (desde el vicepresidente hacia abajo) y culpar a los veinte años de ARENA de todo lo malo que pudiera darse; como aceituna del cocktail publicitario se agregaban unas cuantas promesas más y después, a sentarse a esperar las encuestas.

Luego llegó el escándalo de los aviones Tucanos ¿ordenados? a Brasil según Wikipedia. Aunado al deterioro en los índices de empleo y de la calidad de vida de los ciudadanos la palabra del presidente iniciaba a devaluarse y a ponerse en duda.

Posteriormente llegó la visita oficial de la primera familia salvadoreña al popular “ratón miguelito”, caso conocido en el argot político como el “Disney Gate”, esta vez la palabra del presidente desvestida del toque proletario ya no gozaba del mismo valor que antes, por lo que hubo un cambio en la estrategia comunicacional: guardar silencio, sin importar el costo que traería consigo aquel viejo adagio popular de que “el que calla, otorga”.

Llegó el cierre del segundo año de funciones, brillante oportunidad que brindaba el discurso de informe a la nación para un comunicador con la experiencia de él, una ocasión inmejorable para reafirmarse en la popularidad y recuperar parte de la credibilidad perdida. Durante el discurso hubo otra letanía de promesas y malabares retóricos arrancando aplausos del público, ya no al unísono como antes, ni tan esperanzadores, mucho menos espontáneos más bien fueron comprometidos. Incluso llegó al colmo de la mentira al prometer impulsar el voto para la diáspora, a sabiendas que días más tarde se cerrarían los duicentros en el exterior.

Semanas después, aún con más de la mitad de su período presidencial por adelante, Funes de forma desenfadada declaró que no cumpliría todas sus promesas. Duro autogolpe al valor de sus promesas y por ende de su palabra.

Posteriormente llegó la rauda ratificación del infame decreto 743, la palabra del presidente ya está en picada devaluándose aceleradamente, a tal punto que cualquier explicación que intenta dar repercute en una pérdida mayor de confianza, ahora incluso a nivel internacional.

Ahora, la incontrolable delincuencia y el alto costo de la vida para el ciudadano común hacen ya insuficiente la receta de publicidad más seguir culpando a los veinte años de ARENA.

El próximo 28 de Julio vence el plazo que se auto impuso el gobierno de Mauricio Funes para corregir su error de cerrar los duicentros en el exterior. ¿Cumplirá su promesa de reabrirlos o volverá a mentirle a los salvadoreños? Estamos a pocos días de saberlo, mientras tanto los salvadoreños en el exterior continuamos doblemente indocumentados.

Esta historia continuará…

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