domingo, 31 de julio de 2011

La Confianza nace en el conocimiento y se fundamenta en la verdad

Por Richard Samour*


Introducción de Compartiendo mi opinión:

Iniciamos hoy una nueva columna con el articulista Richard Samour, seminarista católico de origen salvadoreño, migueleño, como estoy seguro que le hubiese gustado que lo identificara primero.

Richard es Ingeniero en Sistemas de Computación, que varios años después de graduarse y ejercer como tal tomó la valiente decisión de iniciar una nueva carrera que espera ejercer aquí y en la eternidad “ seguidor de Dios” vayan mis respetos para él y todos los valientes que adoptan por convicción esa noble profesión.

Para los amigos lectores el objetivo de esta columna es simple y sencillamente compartir un mensaje espiritual y de ningún modo es el intentar cambiar de creencias a nadie. En Compartiendo mi opinión reafirmamos nuestra amplitud de criterio y nuestro respeto a la libertad de credo religioso y político de cada persona.

Gracias Richard por compartir tus mensajes que son tan necesarios y tan importantes en estos tiempos materiales y de tantas tribulaciones.

Bienvenido!

La Confianza nace en el conocimiento y se fundamenta en la verdad

Las escrituras de este fin de semana (XVIII DOMINGO ORDINARIO) nos envían un mensaje claro, que toda confianza debe ser puesta en los ojos maternales de Jesús, y no en ninguna persona o lo material. San Pablo en la Carta a los Romanos (8, 35. 37-39) nos dice que, “ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.”

Investigando sobre el significado de confiar, encontré esta frase de Simón Bolívar que me pareció interesante, “La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.”

Cuando hay confianza también hay paz, la paz en todas las situaciones en la vida es el mejor signo de que estamos en la verdad, cuando no hay paz, hay turbulencia no se vive en la verdad. Tanto la sicología como la sociología describen la confianza como “opinión favorable sobre algo o alguien” y en ningún momento habla de sentimientos. En otras palabras, la confianza requiere conocimiento, entendimiento y razón. Como bien dice Simón Bolívar que muchas veces los seres humanos no pensamos, y cuando no pensamos o sea cuando no razonamos nos dejamos llevar por los sentimientos y caemos en los sentimentalismos que nos alejan de la verdad de la palabra de Dios.

Y eso como bien diría San Pablo, que lo que nos separa del amor de Dios es: La ignorancia, la soberbia, el egoísmo, el odio, el rencor y la avaricia; sin embargo el amor, como la fe, la esperanza, requieren razón=conocimiento. No fuimos creados como los animalitos sin razonamiento, entonces ¿para qué pensar? Si todo debe ser regido por nuestros sentimientos.

El domingo anterior recordamos el dialogo entre Salomón y Dios, Dios le dice al Rey Salomón pídeme lo que quieres y te lo daré. Cualquiera hubiese pensado que Salomón le pediría amor, más fe o cualquier otro sentimiento o virtud porque lo material lo podría conseguir fácilmente siendo rey. Pero los sentimientos verdaderos o los valores son gracias de Dios y son dados únicamente por él por la vida santa que se lleva. Pero incluso ni eso le pidió Salomón. ¿Por qué? Aquí no es, Vaya ud a saber, aquí si sabemos. Salomón conocía claramente su vocación y sabia que la razón y el entendimiento nos llevan a la verdad, y por medio de la verdad y la razón cualquier sentimiento y virtud viene por añadidura como la confianza de la que estamos hablando.

De la misma manera el evangelio presenta a Jesús que luego de conocer de la muerte de su primo Juan, se aparta del bullicio del mundo para estar en la presencia de Dios. Pero sigue su ministerio predicando la buena nueva del evangelio: Anuncia lo bueno que es SU padre y denuncia la mentira del pecado, esa es la fórmula de la fidelidad a Dios porque se confía en EL: Anunciar y Denunciar.

Los Apóstoles están medio preocupados porque habían muchos seguidores y no habían dólares para comprar tacos o pupusas en HEB o Walmart. ¿Qué era lo más fácil para ellos? “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer.” Nuevamente la condición humana nos separa del conocimiento de Dios, se nos olvida confiar que en todo momento Dios nos suple nuestras necesidades materiales.

Al ver esa ignorancia y egoísmo en su equipo, Jesús les dice, “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Yo re-escribiría este diálogo de otra manera, “bueno muchachos, ya que ustedes todo lo saben, tampoco confían en mí, y por eso no escuchan…hagan ustedes el milagro.” Entonces los apóstoles, ante la dureza de las palabras de Jesús despiertan y reconocen su limitación, “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”.

Es que a veces nos tienen que dar una cachetada para despertar de la ignorancia en que vivimos para aprender a confiar en quien es la verdad. La palabra de Dios es fuerte, es clara, es afilada como espada para que cuando entre a nuestro corazón no se desvíe hacia el lado incorrecto. Por eso a veces escogemos solo lo bonito de las escrituras, y no queremos leer lo que nos puede corregir, porque vivimos tanto en lo superficial o la mentira que hasta nos la hemos creído, y es donde le abrimos la puerta de la desconfianza a Dios y se la damos a los hombres y a las cosas.

Es así que Jesús les hace reconocer a los Apóstoles que no vivan pensando que el poder viene de ellos, que el hecho de que anden con el no significa que EL viva en ellos. Las escrituras dicen que, “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Mateo 7, 21-27.” Debemos entender con esto que en todo lo que hagamos, lo importante es conocer la voluntad de Dios. Como vemos en el ejemplo de Mateo, que aunque hagamos cosas para Dios, quizá no es lo que Dios quiere de nosotros. La vida nos recomienda que no debemos hacer cosas malas que parezcan buenas.

Volviendo a las escrituras, mediante el profeta Isaías, Dios nos recuerda que en la vida hay cosas más importantes que lo material, y eso no es el dinero [“Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? (55, 1-3)].

El dinero es lo que muchas veces más nos preocupa. Las escrituras nos dicen… no es el dinero, ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna, es el cuerpo y la sangre de Jesucristo lo que nunca nos debe de faltar. Por eso como católicos somos tan bendecidos que podemos recibirlo siempre en nuestro corazón cuando asistimos a misa.

Aún Jesús siendo el hijo de Dios y luego de experimentar dolor por la muerte de un familiar muy querido, se aparta de todo lo que le rodea, para que en el silencio de su oración, pueda escuchar la voz de SU padre de una manera clara y no distorsionada para hacer siempre y en todo momento su voluntad.

¿Será que Jesús no la conocía, siendo EL Dios? La mejor enseñanza es el testimonio, porque eso es lo que arrastra, el testimonio es lo que convierte. Jesús lo que predicaba lo vivía, no era tanta palabrería que nos lleva a la superficialidad y el subjetivismo que muchas veces nos desvía de lo que Dios quiere para cada uno. En el rito de la ordenación de los diáconos, el obispo le dice al candidato, “Cree el evangelio que proclamas, enseña el evangelio que proclamas y vive el evangelio que proclamas y enseñas.”

Finalmente confiar significa creer en alguien a quien no vemos, pero sabemos quién y cómo es porque lo hemos conocido y hemos aprendido de el por medio de las escrituras, escuchando su voz en el silencio de nuestra oración. Confiar nace de la razón, se fundamenta del conocimiento, y por medio del entendimiento se vive o sea se practica. “Vive la vida que proclamas y enseñas.”

* Seminarista de la Arquidiócesis de San Antonio, Texas

Iglesia de Nuestra señora de Guadalupe

13715 Riggs Road,

Helotes, TX 78023

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