Tomado de The Wall Street Journal
Venezuela después de Chávez
Por Mary Anastasia O’Grady
¿Hugo Chávez está vivo o muerto? Y si está muerto, ¿no complicaría
eso su toma de juramento este jueves, cuando se supone que asuma otro mandato
de seis años como presidente de Venezuela?
Los venezolanos quieren saber. Ya han pasado cuatro semanas desde
que Chávez dejó el país para someterse a otra cirugía contra el cáncer en La
Habana y hasta ahora el mandatario no se ha presentado en público tras la
operación. Los detalles de su enfermedad y su prognosis han permanecido como
secretos de Estado desde junio de 2011, cuando anunció que padecía la
enfermedad.
El gobierno únicamente ha revelado que el presidente sufre una
severa infección respiratoria, que le dificulta la respiración. Pero conforme
pasa el tiempo crecen los rumores de que tal vez no se llegue a recuperar.
Incluso a Cuba, que ejerce una considerable influencia sobre el
ejército venezolano y el aparato de inteligencia del país, le sería difícil
llevar a cabo una toma de posesión al estilo de la película Fin de
semana de locura [en la que dos empleados cuyo jefe es asesinado
intentan fingir que sigue vivo]. Esto explica el anuncio del presidente de la
Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, quien dijo el sábado que
Chávez seguirá siendo presidente después del jueves, independientemente de si
se presenta o no a su inauguración.
Esto es una violación de la constitución, que estipula que debe
tomar juramento el 10 de enero ante la Asamblea Nacional o el Tribunal Supremo
de Justicia. Pero no es ninguna sorpresa. Para el gobierno es de gran prioridad
arrastrar a Chávez hasta la línea de meta y por tanto comenzó a allanar el
camino para este plan B la semana pasada, cuando se hizo evidente que no podrá
llegar por sus propias fuerzas.
Una pista se pudo apreciar en la televisión estatal, en la que los
reporteros intentaron avivar la pasión de los partidarios del presidente al
decirles que la oposición estaba hinchando por su muerte. La odiosa retórica
hacia los detractores del gobierno —quienes desde hace mucho tiempo mantienen
la esperanza de que sin Chávez no haya chavismo— está diseñada para disuadirlos
de insistir en el argumento constitucional. Según la poco sutil advertencia, si
los opositores arremeten contra la orden del gobierno, se arriesgan a desatar
la ira del pueblo.
La muerte de un jefe de Estado genera riesgos para cualquier país.
Debido a que la gestión de 14 años de Chávez se ha forjado en torno al culto a
su personalidad y ha dividido tanto al país, su fallecimiento probablemente
ocasionará más que simples trastornos. El problema sobre cómo lidiar con la
fecha límite de su asunción presenta un dilema para sus seguidores. Pero también existe la amenaza de dificultades económicas.
El tipo de cambio oficial del bolívar fuerte es ahora de 4,3 por
dólar, pero en el mercado negro un dólar cuesta más de 17 bolívares. Esto
sugiere que la persona que herede la presidencia probablemente tendrá que hacer
frente a una fuerte y dolorosa devaluación.
El populista Chávez utilizaría hábilmente la demagogia para salir
de una crisis de ese calibre. Pero no está claro si el vicepresidente Nicolás
Maduro o Cabello —los dos lugartenientes que asumirán los papeles más
importantes tras la muerte de Chávez— logrará hacer lo mismo. Esto significa
que las cosas deben estar bastante bajo control para cuando llegue el día de la
devaluación.
Si Venezuela se atuviera a la constitución y se produjera una
"falta absoluta" de Chávez, Cabello sería nombrado presidente
interino. Tendría que convocar elecciones en 30 días. Maduro probablemente
sería el candidato.
Sería conveniente para el gobierno convocar elecciones lo antes
posible. Mientras más espere, más descendería el bolívar. Los partidarios de
Chávez se beneficiarían del voto de consuelo justo después de su muerte,
mientras que la oposición se arriesgaría a ser percibida como insensible.
Además, no habría mucho tiempo para organizarse bajo un solo candidato de
oposición, un elemento crucial para la victoria.
Pero los chavistas han tenido bastantes vulnerabilidades propias,
empezando por las riñas internas entre rivales: más de un miembro del círculo
interno de Chávez quiere su puesto. Maduro, un antiguo líder sindical, es el
primero en la lista y los rumores indican que Cuba considera que sería el más
fácil de controlar. Pero Cabello, quien es cercano a las fuerzas armadas y tiene
una fuerte vena nacionalista, ha estado haciendo su propia jugada para obtener
el mando.
Cuba se percató de este peligro y la semana pasada se movió para
resolver el problema. Cuando los principales líderes se dirigieron a La Habana,
fue aparentemente para estar cerca del delicado Chávez. El verdadero motivo
podría tener poco que ver con rezar al lado de la cama del comandante. El
sábado, El Nuevo Herald reportó que fuentes indicaron que Cuba ha estado
intentando crear una junta venezolana que reuniría a las distintas facciones y
así preservar el chavismo.
Aparentemente Cuba ha decidido que para conseguir eso, Chávez
—vivo o muerto— debe permanecer como "el presidente".
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