Tomado de El Clarín
Vista del hotel Emirate Palace, donde se hospeda la presidenta argentina Cristina Fernández KirchnerEl Club de la Hoz y el Martini, es el Jetset de la Izquierda gobernante latinoamericana.
En Latinoamérica se ha
expandido la moda de gobernantes izquierdistas que una vez en el poder mantienen
su lenguaje de lucha de clases pero que se adaptan perfectamente a la lujosa vida
que da las mieles del poder
POR SILVINA HEGUY
Cristina llega hoy a Abu
Dhabi y se aloja en el hotel más caro del mundo
La presidente de los
argentinos pobres, se da una vida de lujo extremo a expensa de estos.
Es propiedad del gobierno de los Emiratos Arabes. Las
habitaciones van desde los US$ 1.400 a los US$ 17.000.
Las próximas noches de Cristina Fernández de Kirchner
serán con vista a aguas turquesas y con la brisa que –en estos días en el Golfo
Pérsico– se transformó en un viento más fuerte de lo habitual. Todo está listo
para que la Presidenta ocupe desde hoy –hasta el martes– una de las suites de
último piso del Emirates Palace, el hotel que costó tres mil millones de
dólares, el más caro del mundo. Puro oro y mármol, con habitaciones que van
entre los 1.400 y 17.000 dólares por noche.
Sin impuestos.
Consultados Presidencia y el hotel sobre quién
pagaba los gastos, ninguno respondió a Clarín.
El Emirates Palace es, en realidad, un palacio que
funciona como un hotel. Se intenta terminar con la discusión con sus
competidores asiáticos y árabes sobre cuál hotel es el más lujoso o si
merece la categoría inexistente de siete estrellas.
El Emirate Palace remite sin dudas a un palacio con su
estructura dorada de 114 cúpulas: la más grande, de 74 metros. Con 1.200
cristales de Swaroski en sus lámparas colgantes, la más monumental pesa dos
toneladas y media.
El hotel tiene 128 cocinas y la muestra de que el jugo es exprimido lo muestra otro
récord: por año se usan 200 toneladas de naranjas.
El edificio se acomoda sobre cien kilómetros en la costa
de Abu Dhabi, la capital de Emiratos Arabes Unidos, donde la Presidenta inicia
hoy su gira de once días por Asia.
Cristina Fernández de Kirchner podría hacer sus habituales
caminatas matutinas por los senderos que a lo largo de seis kilómetros cruzan
el parque. En él hay 8.000 árboles, una excepcionalidad en el desierto de Abu
Dhabi, un emirato que se mantiene siempre verde gracias a lo s mil
millones de litros de agua desalinizada que por día se vierten para
regar sus parques.
También podrá disfrutar de “soñadas” arenas blancas y del
mar turquesa del golfo. Aunque lo debería hacer a partir de mañana: desde el
viernes pasado fuertes vientos obligan a los empleados del hotel a levantar los
muebles de playa por temor a que salgan volando. La playa es privada: de acceso
exclusivo para los huéspedes.
Pero si el clima de afuera no ayuda, todavía queda el
hotel. El hall de acceso, con adornos en oro puro, se abre en
varios y enormes pasillos que desembocan en salones y pequeños ambientes. Con
suma discreción aparecen cada pocos metros empleados y guardias de seguridad.
Se estima que por huésped hay seis empleados.
Pero siguiendo el recorrido y hacia la izquierda, siempre
mirando al mar a través de ventanales monumentales, varios pasillos recuerdan a
un museo. En las vitrinas hay piezas originales de la Antigua Grecia, China y
de arte precolombino. Las cúpulas también sirven para dividir ambientes y
separar locales, la mayoría joyerías.
Como oasis en un desierto de alfombras hechas a mano
aparecen los bares y restaurantes. Son más de veinte. El primero es Le Café,
que ofrece un té al mejor estilo británico por casi sesenta dólares.
Los sillones bajos con mesas pequeñas suelen ser los
preferidas de las mujeres árabes que, con sus trajes típicos, pasan las horas
de la tarde. El capuccino, otra especialidad, se sirve en una bandeja de plata
con un dátil y un pequeño souflé de chocolate como acompañamiento.
Cuesta cien pesos argentinos.
En el bar también se ofrece caviar Beluga iraní, los cien
gramos cuestan mil dólares, y hay un champagne especial –Emirates Palace Luxor
Gold– de 1.500 dólares. En la carta de vinos figura uno argentino: el
Yacochuya, es el único del país y se ofrece por 250 dólares.
El Emirates Palace pertenece al gobierno de Emiratos
Arabes Unidos, pero es administrado por la compañía alemana Kempinski. Tiene
349 habitaciones, 92 de ellas en suites, que van de los 55 a los 680 metros
cuadrados. De ahí la variedad de tarifas.
Las del piso superior son las más caras y están reservadas
para los miembros de las familias reales árabes y para jefes de Estados en
visita al país.
En una de ellas pasará las próximas noches la Presidenta.
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