Para The
Huffington Post
La mayoría de salvadoreños en el exterior estamos de
fiesta, el ansiado derecho al voto finalmente se logró. Honor a quien honor
merece: La primera felicitación es para los miles de compatriotas, de aquí y de
allá, que se involucraron durante varios años en la gestión de este anhelo. La
segunda felicitación es para el ciudadano presidente de la República, ya que
sin duda este será uno de los legados más importantes de su gobierno.
Mauricio Funes llegó puntual a la cita con
la historia, los planetas y las condiciones estaban alineadas para cumplir la
legítima aspiración de la diáspora. El actual presidente tuvo la opción de
apoyar el esfuerzo, ignorarlo, o lo más grave, resistirlo. Escogió lo primero y
por eso al reivindicar el derecho de más de 3 millones de salvadoreños se ha
ganado un sitial de honor en la historia moderna de nuestro país, al
profundizar la democracia e integrar políticamente a los salvadoreños de todo
el planeta. Ahora si, podrá hablarse que El Salvador goza de un sistema
electoral sin exclusiones.
He sido uno de los críticos mas severos
con el gobierno del presidente Funes, no me he amparado en fueros, ni partidos
políticos, gremios o iglesias para hacerlo; tampoco me he escondido en el
anonimato o en la sombra de campañas negras. Lo he hecho simplemente con mi
nombre y mi cara de frente, fiel a mis convicciones. No lo conozco
personalmente ni nunca hemos cruzado palabra, por lo tanto ha sido una mera
discrepancia de ideas. Por eso es justo de mi parte, la nobleza obliga, de que
así con la misma fuerza y carácter que he denunciado lo que no he considerado
correcto considero pertinente reconocer hoy uno de sus mayores aciertos. Soy de
la opinión que a nuestros gobernantes debe criticárseles públicamente cuando
fallan pero también dárseles el crédito cuando aciertan. Es la única manera de
que nuestra democracia evolucione y que los gobernantes estén sometidos al
escrutinio público y la oposición deje de comportarse únicamente como
obstruccionista antisistema.
En sus diferentes períodos presidenciales,
ARENA tuvo la oportunidad de coronar este esfuerzo y materializar este logro,
sin embargo, los funcionarios que servimos en los diferentes niveles de las
cuatro administraciones no supimos priorizarlo como equipo de gobierno ni
comunicarlo adecuadamente. ARENA fue y sigue siendo percibida por la diáspora
como enemigo de este proyecto. En un mal cálculo político de la cúpula de los
COENAs no supo posicionarse en el lado correcto de la historia y ahora el
aparecimiento de algunos diputados de su fracción legislativa en eventos de
reinauguración de los duicentros en el exterior es percibido como un mero
oportunismo demagógico. Vale la pena recordar que los duicentros en el exterior
fueron abiertos por iniciativa y firme decisión del expresidente Saca, el
enemigo más temido y odiado por la cúpula tricolor. Cabe destacar que los
duicentros en el exterior son la piedra angular para materializar el voto de
los salvadoreños que conformamos la diáspora.
No obstante, ARENA tiene la oportunidad de
reivindicarse, ya que el presupuesto para dicho proyecto todavía no se ha
asignado y depende básicamente del voto de su fracción legislativa. El
ejecutivo inteligentemente lo ha incluido junto al pago del subsidio al gas
propano y al sector del transporte colectivo dentro del paquete de
reorientación de $400 millones restantes que se aprobaron el año pasado en una
emisión de bonos del Estado.
¿Qué hará ARENA? ¿Negará sus votos con el
consiguiente desgaste con estos 3 grandes grupos de votantes? ¿Asumirá su
responsabilidad con la historia y pagará parte de la deuda política con el
electorado en el exterior? Ya veremos.
Vale tener en mente a la hora del voto
legislativo que las elecciones presidenciales de 2009 fueron ganadas por una
pequeña diferencia de alrededor de 60,000 votos, misma cantidad que se espera
sea superada con creces por los votantes en el exterior.
Aunque la respuesta esperada de la
fracción de ARENA sería obvia en un marco de sensatez, debemos tener en mente
que tal como lo demuestra la historia, en política no siempre gobierna el
sentido común.
Los salvadoreños en el exterior estaremos
expectantes de lo que suceda.
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