Por Luis Montes Brito
Para The Huffington Post
Realmente traer a la memoria estas oscuras historias que vienen de la “época de la locura” es innecesario, además distraen a los salvadoreños del esfuerzo que amerita la “época de la esperanza”. Por eso es difícil hallarle sentido a la propuesta, sobre todo proviniendo de las personas menos indicadas o con menos autoridad moral para revivirla.
Como una operación de lavado de
cara puede considerarse la inteligente jugada política por parte de
Salvador Sánchez Cerén de proponer recientemente
la derogatoria de la ley de amnistía de 1993, que sirvió de base para lograr
los acuerdos de paz que pusieron fin a los doce años del cruento conflicto
salvadoreño.
El candidato presidencial
efemelenista es el único, de los que se conocen hasta hoy y de los que se sabe
participarán en los comicios electorales de 2014, que intervino militarmente en
el conflicto armado de El Salvador y por cuya participación padece de una
precaria imagen pública, en la cual las opiniones negativas sobre su
persona superan por amplio margen las positivas.
Llama la atención que la fórmula
presidencial del FMLN, es la única relacionada con un pasado manchado de sangre
ya que ambos candidatos Salvador Sánchez Cerén alias Comandante Leonel González
y Oscar Ortiz, alias comandante Guillermo Rodríguez, participaron
beligerantemente en el conflicto militar,
pesando sobre ambos alegatos de involucramiento en hechos de sangre.
Leonel González, seudónimo
guerrillero del hoy vicepresidente de la república, fue desde 1983 el máximo
responsable militar de la principal fuerza guerrillera del FMLN, las Fuerzas
Populares de Liberación (FPL), organización que entre sus métodos de lucha
utilizó el secuestro, asesinato, juicios sumarios y posterior ejecuciones a sus
propias tropas, así como la destrucción de propiedad pública y privada.
A decir de diferentes
investigadores, el mayor número de bajas que sufrió las FPL ocurrieron en el
frente paracentral Anastasio Aquino, producto de purgas internas ordenadas por
el responsable militar de las milicias guerrilleras comandante Mayo Sibrián, quién
mandó a ejecutar salvajemente a cientos de guerrilleros bajo su mando, por la
sola sospecha de ser infiltrados. Estas ejecuciones gozaron del aval de la
comandancia general siendo origen de fuertes conflictos internos que incluso
amenazaron con romper la alianza de las 5 facciones que componían el FMLN.
La masacre de Mayo Sibrián fue la mayor, en términos de número de víctimas,
cometida durante la historia del conflicto armado. Esta ha sido y todavía es
objeto de una discusión sotto voce dentro de los veteranos del FMLN, quienes
desaprueban la crueldad de Mayo Sibrián y la responsabilidad de la comandancia
general de las FPL por haberlas permitido y avalado.
Realmente traer a la memoria estas
oscuras historias que vienen de la “época de la locura” es
innecesario, además distraen a los salvadoreños del esfuerzo que amerita la “época de la esperanza”. Por eso es
difícil hallarle sentido a la propuesta, sobre todo proviniendo de las personas
menos indicadas o con menos autoridad moral para revivirla. En el muy remoto e
hipotético caso de que la derogatoria fructificase los únicos candidatos perjudicados serían los
del FMLN. ¿Por qué entonces Sánchez Cerén revive este tema? Aquí algunas ideas
que comparto:
1. La imagen de Sánchez Cerén está en números negativos por su participación
en el conflicto, por lo tanto urge cuanto antes agotar el tema en torno a su pasado
guerrillero y nada mejor que hacerlo a 14 largos meses de las elecciones.
2. Con el FMLN dominando el
ejecutivo, el legislativo y buena parte del judicial, Sánchez Cerén sabe que
está en una posición de fuerza que lo blinda, al menos por hoy, de ser juzgado,
mucho menos de ser condenado o inhabilitado de participar en un proceso
electoral.
3. Tomando la iniciativa en el tema,
puede gritar a los 4 vientos a manera de defensa ante posibles acusaciones de
campaña que ha sido él quien ha propuesto la derogatoria de la amnistía porque él
está “¿limpio?” y tiene nada que temer. Además pone en jaque a sus contendientes que
deberán tomar una posición opuesta al tema para no herir susceptibilidades en
los militares con quienes existe una afinidad natural y por lo tanto la
propuesta de derogatoria no tendrá viabilidad.
Independientemente de las
motivaciones de Sánchez Cerén de revivir el tema, es un lastre para la búsqueda
de avances en el entendimiento de la sociedad salvadoreña ya que la polariza a
favor o en contra, con lo cual queda una vez más demostrado que para avanzar como
país El Salvador requiere un gobierno que se aleje de las extremas.
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