sábado, 24 de agosto de 2013

Mundo real: Economía y política superan influencia del amor en la decisión de casarse

Tomado de BBC Mundo 

El número de matrimonios celebrados en Cuba se redujo 4 veces entre 1992 y 2012. (Foto: Raquel Pérez)

Amor sin papeles

Por Fernando Ravsberg

En 1992 se celebraron en Cuba casi 200 mil casamientos, mientras que en el 2012 la cifra apenas superó los 50 mil. Las estadísticas parecen demostrar que las nuevas generaciones de cubanos y cubanas prefieren las uniones consensuales al matrimonio.

Curiosamente el mayor número de bodas se produjo en medio de la peor crisis económica, cuando nadie sabía cuál sería el destino de una nación que había perdido a todos sus socios comerciales, carecía de combustible, de transporte, de ropa y hasta de comida.

La reacción de la gente podría parecer contradictoria a quienes no conocen la idiosincrasia nacional, sin embargo, tiene una explicación bastante lógica, para los jóvenes de entonces casarse implicaba una bocanada de aire en medio de sus penurias.

Los intentos de que todos los cubanos fueran iguales llevaron a subvencionar y racionar hasta el viaje de los Reyes Magos, garantizando que todos los niños de Cuba recibieran regalos similares. Algo parecido se pretendió hacer con los matrimonios.

El Estado garantizaba que cada pareja tuviera lo imprescindible para celebrar su fiesta nupcial. Así que se les entregaban cupones para comprar, a precios irrisorios, el pastel, varias cajas de cerveza, otras de refrescos y bocaditos de pan con pasta.

Una vez consumado el enlace matrimonial todos los recién casados, sin excepción, tenían derecho a pasarse 3 días en un hotel turístico. Tanto la habitación como la consumición de alimentos y bebidas se pagaban en moneda nacional.

Nadie renunciaba a semejante oferta de Luna de Miel porque el hotel les garantizaba la paridad de sus pesos con la divisa estadounidense, a pesar de que en los años 90, en las calles de Cuba se pagaba hasta $125 por cada dólar.

Me sorprendía que muchas parejas eligieran un hotel en la misma ciudad donde residían pero esa era la forma de que la fiesta continuara. Durante los 3 días acudían familiares y amigos a disfrutar de la piscina, a comer y a beber… en pesos cubanos.

Las nuevas generaciones de cubanos y cubanas parecen apostar por las uniones consensuales que les otorgan los mismos derechos con menos papeleo. (Foto: Raquel Pérez)

Por décadas no hubo turismo internacional por lo que los hoteles eran fundamentalmente para los nacionales. Pero en los 90, cuando el gobierno prohibió el hospedaje de los cubanos, unirse en matrimonio fue la única forma de disfrutar de estas instalaciones.

Además, para los recién casados existían tiendas donde comprar los enseres del hogar, ollas, sabanas, vajillas, toallas, mosquiteros, la cafetera y la batidora. Si mal no recuerdo había uno de estos comercios en el Bulevard de San Rafael, en Centro Habana.

Las reformas económicas fueron eliminando subvenciones en todos los sectores de la economía, también aquellas que hacían tan atractivas las bodas a los cubanos. Se acabó la fiesta, quien quiera pastel y Luna de Miel tendrá que pagar en moneda dura.

Las estadísticas parece demostrar que una gran parte de los cubanos han decidido que entonces ya no vale la pena casarse, al fin y al cabo una pareja consensuada y sus hijos tienen los mismos derechos legales que quienes contrajeron matrimonio.

Además los cubanos y cubanas saben que el papeleo legal no garantiza nada, durante décadas ellos han mantenido una de las tasas más elevadas de divorcios en la región. Así que con las uniones consensuadas se evitan el doble trámite de casarse y separarse.

De todas formas divorciarse en Cuba es tan común que casi nadie percibe el matrimonio como un paso definitivo. Muchos jóvenes se casan verdaderamente enamorados pero pocos lo hacen pensando en que solo la muerte o Dios los puede separar.

Para divorciarse basta con que un solo miembro de la pareja lo solicite en una notaría o bufete de abogados. El trámite es uno de los pocos procesos burocráticos que son aquí más rápidos que en el resto del mundo, se tarda 20 días y cuesta apenas US$3.

Tampoco sienten problemas de conciencia. En su visita a la isla, el Papa Juan Pablo II condenó las relaciones extramaritales y sorprendió a muchos porque para la mayoría de los cubanos el sexo no es una tentación diabólica sino un milagro de la vida. 

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