Tomado de BBC Mundo
Amor sin
papeles
Por
Fernando Ravsberg
En 1992 se
celebraron en Cuba casi 200 mil casamientos, mientras que en el 2012 la cifra
apenas superó los 50 mil. Las estadísticas parecen demostrar que las nuevas
generaciones de cubanos y cubanas prefieren las uniones consensuales al
matrimonio.
Curiosamente
el mayor número de bodas se produjo en medio de la peor crisis económica,
cuando nadie sabía cuál sería el destino de una nación que había perdido a
todos sus socios comerciales, carecía de combustible, de transporte, de ropa y
hasta de comida.
La
reacción de la gente podría parecer contradictoria a quienes no conocen la
idiosincrasia nacional, sin embargo, tiene una explicación bastante lógica,
para los jóvenes de entonces casarse implicaba una bocanada de aire en medio de
sus penurias.
Los
intentos de que todos los cubanos fueran iguales llevaron a subvencionar y
racionar hasta el viaje de los Reyes Magos, garantizando que todos los niños de
Cuba recibieran regalos similares. Algo parecido se pretendió hacer con los
matrimonios.
El Estado
garantizaba que cada pareja tuviera lo imprescindible para celebrar su fiesta
nupcial. Así que se les entregaban cupones para comprar, a precios irrisorios,
el pastel, varias cajas de cerveza, otras de refrescos y bocaditos de pan con
pasta.
Una vez
consumado el enlace matrimonial todos los recién casados, sin excepción, tenían
derecho a pasarse 3 días en un hotel turístico. Tanto la habitación como la
consumición de alimentos y bebidas se pagaban en moneda nacional.
Nadie
renunciaba a semejante oferta de Luna de Miel porque el hotel les garantizaba
la paridad de sus pesos con la divisa estadounidense, a pesar de que en los
años 90, en las calles de Cuba se pagaba hasta $125 por cada dólar.
Me
sorprendía que muchas parejas eligieran un hotel en la misma ciudad donde
residían pero esa era la forma de que la fiesta continuara. Durante los 3 días
acudían familiares y amigos a disfrutar de la piscina, a comer y a beber… en
pesos cubanos.
Las nuevas
generaciones de cubanos y cubanas parecen apostar por las uniones consensuales
que les otorgan los mismos derechos con menos papeleo. (Foto: Raquel Pérez)
Por décadas
no hubo turismo internacional por lo que los hoteles eran fundamentalmente para
los nacionales. Pero en los 90, cuando el gobierno prohibió el hospedaje de los
cubanos, unirse en matrimonio fue la única forma de disfrutar de estas
instalaciones.
Además,
para los recién casados existían tiendas donde comprar los enseres del hogar,
ollas, sabanas, vajillas, toallas, mosquiteros, la cafetera y la batidora. Si
mal no recuerdo había uno de estos comercios en el Bulevard de San Rafael, en
Centro Habana.
Las
reformas económicas fueron eliminando subvenciones en todos los sectores de la
economía, también aquellas que hacían tan atractivas las bodas a los cubanos.
Se acabó la fiesta, quien quiera pastel y Luna de Miel tendrá que pagar en
moneda dura.
Las estadísticas
parece demostrar que una gran parte de los cubanos han decidido que entonces ya
no vale la pena casarse, al fin y al cabo una pareja consensuada y sus hijos
tienen los mismos derechos legales que quienes contrajeron matrimonio.
Además los
cubanos y cubanas saben que el papeleo legal no garantiza nada, durante décadas
ellos han mantenido una de las tasas más elevadas de divorcios en la región.
Así que con las uniones consensuadas se evitan el doble trámite de casarse y
separarse.
De todas
formas divorciarse en Cuba es tan común que casi nadie percibe el matrimonio
como un paso definitivo. Muchos jóvenes se casan verdaderamente enamorados pero
pocos lo hacen pensando en que solo la muerte o Dios los puede separar.
Para
divorciarse basta con que un solo miembro de la pareja lo solicite en una
notaría o bufete de abogados. El trámite es uno de los pocos procesos
burocráticos que son aquí más rápidos que en el resto del mundo, se tarda 20
días y cuesta apenas US$3.
Tampoco
sienten problemas de conciencia. En su visita a la isla, el Papa Juan Pablo II
condenó las relaciones extramaritales y sorprendió a muchos porque para la
mayoría de los cubanos el sexo no es una tentación diabólica sino un milagro de
la vida.
Muy interesante, gracias por compartir la información.
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