Quisiera
en esta ocasión hacer una breve reflexión sobre la forma de tratar ciertas
noticias trágicas por parte de los medios informativos, recreándose en los
gestos de dolor de víctimas o en los llantos y lamentos de familiares.
Desde
hace tiempo algunos hemos cuestionado la ética de la práctica periodística
cuando la cobertura de la noticia incluye, además de la propia noticia desde la
perspectiva más macabra, el sensacionalismo que imprimen los gestos de dolor de
los afectados; y hemos hecho a la profesión periodística una petición de
respeto al dolor ajeno, al tiempo que un respeto también para el televidente,
aunque esto último no está tan claro.
Y es que, además del periodista y del
objeto de la noticia, hay un tercer componente: el receptor, es decir, la
sociedad. Un comunicador tiene tanto más éxito cuanto más interese al receptor
lo que comunica. ¿Serán, entonces, los periodistas los únicos responsables de
esta situación? ¿No será que los comunicadores saben que ese sensacionalismo es
un complemento importante que hace la noticia más atractiva para el receptor?
No para todos, pero sí para la mayoría. ¿Por qué la noticia ofrecida de esa
manera es más atractiva? ¿Por qué tienen tanto éxito esos programas en los que
los invitados, después de exponer sus novelescas historias, lloran y terminan
insultándose y agrediéndose físicamente ante millones de espectadores? ¿Quién
es el que no tiene respeto por el dolor ajeno, el comunicador que da la noticia
con morbo, o la población morbosa que la recibe complacida? Creo que ambas
partes.
Y como por algún lado hay que romper,
quisiera pedir a la población que apague su televisor cuando vea situaciones o
programas de este tipo, pero como sería
pedirlo en vano, apelaría a la
responsabilidad profesional de los comunicadores para informar, formar y
entretener sin que ninguna de sus tres funciones básicas atente contra las
otras, especialmente contra la de formar, que suele ser la víctima de las otras
dos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla
de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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