La Real Academia Española define al acto de abrazar como “estrechar entre los brazos en señal de cariño” y no especifica exactamente a quién o a qué, ya que para nosotros podría ser un árbol, un animal o con lo que siempre lo identificamos a otro ser humano.
La enciclopedia interactiva Wikipedia lo expone un poco
más explícita al indicar que un abrazo es “una muestra de amor o saludo,
realizado al rodear con los brazos (ya sea por encima del cuello o por debajo
de las axilas) a la persona a la que es brindado dicho gesto, realizando una
ligera presión o constricción con estos al acabar y siendo este de duración
variable”.
No importa el significado que queramos, de algo estamos seguros, de que
este acto ha existido mucho antes de que los humanos estuvieran explorando por
las tierras de este planeta y de que fuéramos parte de esta ecuación llamada
existencia, ya que quienes la habitaban ya lo estaban realizando.
Esta simple palabra de siete letras (número de la suerte en muchas
culturas) está comprobado que ha unido naciones, familias, amistades, enemigos
y por supuesto a personas que se aman.
El acto podría ser visto como uno sencillo, de humildad, en donde dejamos
conscientemente entrar a alguien a nuestro espacio personal, entiéndase otro
ser humano o animal. El mismo ha sido estudiado por diferentes culturas y es
tema de discordia entre científicos de los efectos que tiene o que no tiene,
sin dejar atrás la parte dogmática en donde varia muchísimo.
Es más, este acto ha sido el culpable de que protocolos internacionales se
hayan sido establecidos, ya que hay persona que increíblemente nunca han sido
testigos presenciales de este símbolo de amor.
Sus conclusiones, aunque algunos entiendan que son diferentes, son exactas
y simples. El abrazar tiene un efecto multiplicador en donde cambia actitudes,
electriza al cuerpo, estremece al alma, magnifica sentimientos, tranquiliza las
penas y hasta pone una sonrisa en todo aquel que es contagiado con este virus
corporal.
La autora Jackselins Arteaga indica que el abrazo “es
la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos cuando no conseguimos la
palabra justa”. Tan cierto es esto especialmente en momento de desasosiego,
desesperanza y de soledad.
El abrazo ha sido siempre parte de nuestra esencia, ya que somos seres de
luz. Es esa luz que emanamos la que nos impulsa a abrazarnos y contagiarnos de
la energía de los demás.
Es en ese preciso momento en donde las almas reconocen la divinidad de cada
una en un silencio absoluto, en donde el tiempo desaparece, los sonidos entran
en una pausa momentánea y los latidos del corazón se vuelven los protagonistas.
En la inmensa mayoría de las culturas, es el primer acto que les nace a los
padres cuando se re-encuentran con sus recién nacidos al salir del vientre. Es
el acto innato que los abuelos en toda ocasión que tienen la oportunidad de
estar rodeados de sus nietos.
El abrazo se ha convertido en un símbolo universal de compasión, en
momentos de tristeza y de decir sin palabras, que se acompaña a otra persona en
esos momentos en donde las lecciones son muy difíciles de entender. También, es
para los que están enamorados la manera de hacer el amor con ropa.
Para otros el acto de abrazar es simplemente un momento mágico que los
transporta a recordar lo que conocemos, que cada uno de nosotros merecemos ser
amados y para otros lamentablemente será la única expresión de amor que
recibirán en su vida.
La novelista, poetisa y dramaturga francesa Marguerite Yourcenar decía
“yo abrazo, delicia pura, tu cara desconocida, idéntica a mi alma”. El
poder del abrazar nace de un interés genuino del alma de estar cerca de la
esencia de cada uno de nosotros.
Es esa química que se fusiona con los sentimientos y con la acción se crea
una combustión energética que causa que recordemos que somos espíritus libres,
sin limitaciones, viviendo esta vez una experiencia humana.
Hasta se ha comprobado que el abrazo ha sido el propulsor de grandes
sanaciones en momentos de desesperanza y de desasosiego. Para otros, es lo que
les ha dado la fortaleza necesaria para seguir adelante con su aprendizaje.
Rosario Castellanos decía que cada uno de nosotros “éramos
el abrazo de amor en que se unían el cielo con la tierra”. No hay nada más
hermoso que recibir un abrazo de un ser querido, es un momento en donde todo lo
que somos se une a todo lo que es el Universo que nos rodea y en ese instante
nos convertimos en uno.
El amor y el abrazo son hermanos de unos mismos padres, y aunque sus
propósitos sean diferentes, tienen un mismo fin, el recordarnos de que estamos
aquí para disfrutar este tiempo.
Deseamos terminar con un pensamiento del gran pensador y líder en la
historia del mundo Lao Tse que describía el abrazo en estas
palabras “que tu cuerpo y tu alma vital estén unidos en un abrazo sin
separación”.
¿Qué tal si en vez de estar verbalizando
constantemente cosas que no nos edifican, nos ponemos abrazar y a recordar quiénes somos realmente?
Waldemar
Serrano-Burgos, CEC,
Certified Executive-Business Coach
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