Había un
venado que tenía dos cabezas, las cuales entraban frecuentemente en conflicto
entre sí por la limitación de sus respectivas libertades y por el
condicionamiento de cada una de ellas a la otra. A tal grado llegó la
desavenencia, que una de ellas planeó una fatal venganza contra la otra:
trataría de convencerla para ir a un coto de caza y sutilmente la pondría a
tiro de un cazador; si todo salía bien, por fin quedaría libre. Y así fue; en
el coto de caza un cazador abatió de un certero disparo a la otra cabeza. Todo
salió según lo planeado... excepto que la cabeza superviviente también murió
instantes después, sin haber llegado a comprender, ni entonces ni nunca, que
ambas estaban compartiendo el mismo cuerpo.
Así
sucede con muchas familias. Sus dos cabezas, al sentirse en algún modo
limitadas y condicionadas, tienden a enfrascarse en pleitos inútiles que llegan
a degenerar en impulsos vengativos contra la otra cabeza, sin llegar a entender
que el daño, en realidad, no solo se lo hacen a la otra cabeza, sino que se lo
están haciendo a los hijos, a la familia entera, y, por tanto, a sí mismas.
Frecuentemente utilizan a los propios hijos como arma,
como instrumento, o como trofeo en el conflicto. Y lo peor es que la familia
termina muriendo sin que ninguno tome verdadera conciencia de qué fue lo que la
mató.
Cuando
las personas eligen formar una familia, frecuentemente lo hacen un tanto
inconscientes de en qué consiste el compromiso y la responsabilidad que
contraen; lo van entendiendo poco a poco, cuando la experiencia les va haciendo
ver que no es exactamente esa renuncia a ciertas libertades y a su ego lo que
querían, y adoptan actitudes que les pueden conducir al fracaso; a veces
matando a la otra cabeza; a veces simplemente mirando en otra dirección. Y
justifican como la “trampa del matrimonio” lo que en realidad es inmadurez e
irreflexión en su compromiso, sin llegar nunca a encontrarle gusto ni a la
compañía ni a la soledad; ni al egoísmo ni a la generosidad.
La familia
debe ser como una empresa; un proyecto que requiere un mínimo de madurez, de
dedicación y de renuncia a ciertas cosas. Es como una inversión que, bien
cuidada, proporciona enormes utilidades de esas que no
se miden en dinero; de lo contrario, puede llegar a provocar la pérdida de todo
aquello que no es dinero y a veces también del dinero.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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