Luego de ponderar las tormentas financieras que azotan a Europa y Estados Unidos, Seth Zalkin, banquero estadounidense vestido casualmente, bebía una tacita de expreso y, al parecer, estaba conforme con su decisión de haberse mudado a este lugar con su esposa e hijo en marzo.
“Si el resto del mundo se está yendo al hoyo, este es un buen lugar para estar”, dijo Zalkin, de 39 años.
La economía estadounidense pudiera estar arrastrándose, pero la de Brasil creció a su paso más acelerado en más de dos décadas el año pasado y el desempleo está en sus niveles más bajos, parte de la transformación del país de un caso perdido en términos inflacionarios a uno de los mayores acreedores de Washington.
Debido a compensaciones que rivalizan con las de Wall Street, tantos banqueros extranjeros, administradores de fondos de protección, ejecutivos petroleros, abogados e ingenieros se han mudado aquí, donde los precios de los principales espacios para oficinas superaron los de Nueva York este año, convirtiendo a Río en la ciudad más cara del continente en cuanto a alquileres, con base en datos de la empresa de bienes Cushman & Wakefield.
Una mentalidad de fiebre del oro está en pleno apogeo, al tiempo que los permisos de trabajo para extranjeros se dispararon 144% en los últimos cinco años y los estadounidenses encabezan el grupo de profesionales educados que se establece en Río.
Un impacto en particular para los recién llegados es la fuerza de la divisa del Brasil, el real. Esto pudiera ayudarles a los brasileños a tomar apartamentos en lugares como South Beach en Miami, donde las propiedades cuestan aproximadamente un tercio de sus equivalentes en los exclusivos distritos de Río. Sin embargo, también les hace daño a los fabricantes y exportadores del país.
Brasil ahora es uno de los mayores compradores de bonos de la Tesorería estadounidense, convirtiéndose en un accionista mayor en la titubeante economía de Estados Unidos. Eso marca un notorio rompimiento con el pasado, cuando Washington contribuyó a darle forma a paquetes de rescate para las crisis de Brasil.
El reciente auge de las materias primas y el crecimiento en el consumo interno, resultado de una clase media en expansión, contribuyeron a que Brasil se convirtiera en una potencia ascendente que repuntó con facilidad en la crisis del 2008.
La economía creció 7,5% el año pasado y se prevé que registre un crecimiento de 4% este año; más lento, pero aún envidiable en Estados Unidos.
Pero Brasil ofrece desafíos a los recién llegados. La legislación laboral favorece la contratación de brasileños por encima de los extranjeros, en tanto el largo proceso de obtener una visa de trabajo puede tomar desprevenidos a quienes no están acostumbrados a la burocracia carioca.
De cualquier forma, los extranjeros están llegando. Los estadounidenses conforman el mayor grupo mudándose hacia este lugar, seguidos por contingentes de británicos y otros europeos. Algunos están en asignaciones temporales. Otros están fundando empresas conjuntas, grandes y pequeñas.
David Neeleman, el fundador estadounidense de JetBLue Airways, creó hace poco tiempo Azul, aerolínea brasileña de bajo costo.
Corrado Varoli, italiano que supervisaba las operaciones latinoamericanas de Goldman Sachs desde Nueva York, ahora dirige su banco boutique de inversiones en Sao Paulo.
Otros extranjeros toman empleos en empresas brasileñas que prosperan a raíz de un auge creado parcialmente por el comercio de Brasil con China.
“Nuestros salarios aquí en Brasil son cuando menos 50 por ciento mayores a los salarios en EE.UU. para puestos estratégicos”, destacó Jacques Sarfatti, administrador de país por Russell Reynolds, empresa que recluta a ejecutivos de negocios.
“Yo me mudé de Pekín hace un año y considero que el potencial para el desarrollo profesional es increíble”, destacó Cynthia Yuanxiu Zhang, administradora china en una empresa tecnológica.
Lo que inquieta
Divisa: Algunos economistas consideran que el real es la divisa más sobrevaluada del mundo contra el dólar. Las tasas de interés se mantienen altas y los analistas debaten si se está formando una burbuja de crédito a medida que el consumidor continúa gastando.
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