lunes, 8 de noviembre de 2010

Marisol Valles, la joven jefe de la policía mexicana en Chihuahua

Agencias Noticiosas

Con su nombramiento como una de las Jefas de Policía más joven del mundo, a sus veinte años Marisol Valles dirige la seguridad de una de las ciudades más violentas del mundo. La joven jefe de policía se ha convertido en una celebridad mundial por el alto riesgo al que está sometida en el cargo que desempeña.

Tiene 20 años y es la “sheriff” de Praxedis G. Guerrero, municipio aledaño a Guadalupe Distrito Bravo, Chihuahuaun pueblo cercano a la violenta Ciudad Juárez.

En España la llaman la mujer más valiente del mundo, aunque ella confiesa que “Miedo sí hay, miedo siempre habrá, pero nosotros queremos lograr en el municipio la tranquilidad y la seguridad”, asegura la estudiante de Criminología en entrevista periodistíca.

El municipio de Praxedis G. Guerrero, con menos de 10,000 habitantes, se localiza a 80 kilómetros de la zona fronteriza que colinda con el condado de Hudspeth, Texas, y con la urbe más peligrosa del país: Ciudad Juárez.

Según cifras oficiales, en el estado de Chihuahua han muerto más de 2,500 personas por la violencia en la entidad.

Desde que decidió convertirse en sheriff del pueblo , Marisol Valles no se aparta del teléfono atendiendo llamadas y concediendo entrevistas a medios de países de los que jamás ha oído hablar. Todos quieren saber por qué aceptó el cargo, si tiene miedo, qué medidas tomará o qué dice su familia. “Venga usted a las nueve”, se escucha al otro lado de la línea. Y hay que darse prisa porque así, a primera vista, Marisol tiene todas las fichas para morir en menos de 24 horas.

Es joven, es mujer y es jefa de policía de Práxedis, un pequeño municipio de Chihuahua en el centro del Valle de Juárez, una región en el epicentro de la guerra que sostienen los sicarios de Vicente Carrillo, jefe del Cartel de Juárez, y del Chapo Guzmán, jefe del Cartel de Sinaloa. Una de las zonas más violentas del mundo, donde la estadística dice que si apuestas al rojo, como Marisol, nunca sale negro.

“Claro que tengo miedo, todos tenemos miedo ahorita, pero necesitamos que el miedo no nos venza. Me arriesgué porque quiero que mi hijo viva en una comunidad diferente a la que hoy tenemos. El miedo siempre existe. Todo el mundo tiene miedo, es muy natural, pero no temo atentados”, explica en una oficina que tiene tres balazos en el cristal. Un lugar tan austero y miserable como el pueblo.

Alcanza con recordar el día que tomó posesión de su cargo como jefa de la policía, para saber que Marisol era de otra pasta. También cuando rechazó la escolta que le ofreció el gobierno, “porque mi trabajo estará enfocado en el rescate social”, contestó. Para darse cuenta de la dimensión de sus palabras basta decir que octubre terminó en el Valle de Juárez como el mes más sangriento, del año más sangriento, del México más sangriento desde la Revolución. Lo confirma su antecesor en el cargo, acribillado de 9 disparos , o los 18 policías que estaban a sus órdenes, la mitad asesinados y la otra mitad declarados en deserción cuando la cabeza de uno de ellos apareció en una hielera.

Tiene un bebé de 7 meses y está terminando la tesis para licenciarse en criminología en la universidad de Ciudad Juárez, que es algo así como hacer un master de literatura francesa en la Sorbona. Pertenece a una familia humilde que la apoya en todo, que le gusta arreglarse y tras los anteojos esconde una sonrisa tan dulce que parece llegada de otro paisaje. Cuando aceptó el cargo de sheriff sólo quedaban dos policías, así que decidió crear un equipo de policías sólo con mujeres.

“Porque me siento mejor con ellas. Son más humildes, más sencillas y conocen mejor cómo se lleva una casa y lo que es una familia. Queremos que averigüen los problemas de la gente”. Y da sus motivos: “¿Usted a quién abriría antes la puerta de su casa? ¿a una mujer o a un hombre?, ¿a una mujer armada o desarmada?”, pregunta al periodista, que no abriría ni a su familia la puerta de casa si viviera en este polvoriento lugar.

A mediados de octubre, como si fuera una película de vaqueros, esta joven de 20 años, con sus largas y barrocas uñas rosas abrió las puertas de la cantina para decir “aquí estoy yo” y hacer lo que ningún hombre se atrevía: asumir la jefatura de la policía de un municipio de 3.400 habitantes situado a 75 kilómetros de Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.

La versión oficial dice que Ciudad Juárez se ha convertido en el epicentro de una guerra por el control de una de las plazas más sabrosas en la ruta del narcotráfico. Desde aquí, casi en el centro geográfico de los más de 3.000 kilómetros de frontera entre México y EEUU, es fácil distribuir la droga hacia cualquier punto del país vecino.

La realidad sin embargo es que México arde por los cuatro puntos cardinales y Ciudad Juárez es uno más de los focos rojos de la guerra entre y contra el narco emprendida por el presidente Felipe Calderón al llegar al poder.

Calderón sacó casi 40.000 soldados a la calle y agitó un avispero que amenazaba ya con dejar fuera del control del Estado gran parte del norte del país. Una guerra que se come cada vez más parte del PBI y que ha dejado en cuatro años casi 30.000 muertos , la gran mayoría sicarios de corta edad y dedo rápido pero también, cada vez más, estudiantes y familias a las que soldados y carteles confundieron con enemigos.

Marisol ha rechazado la escolta y tampoco quiere llevar armas “porque sin pistola en el bolso me siento más segura”, explica. Así que cuando se vayan los periodistas y lleguen los mismos de siempre, sólo encontrarán para repeler el ataque, la sonrisa más tímida y limpia del Valle Juárez.

Temen más violencia tras la muerte de un capo

Con el silencio de las balas llegaron las felicitaciones y el parte de guerra enviado desde el campo de batalla y que da cuenta de la dimensión del enfrentamiento que se libró el viernes en la ciudad de Matamoros para capturar a Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony Tormenta”. Seis meses de seguimiento, 10 horas de tiroteos con armas largas y granadas, 660 militares, tres helicópteros y 17 vehículos... Y un balance no menos sangriento: 8 muertos (más de 40 según la prensa de Estados Unidos), entre ellos el líder del cartel del Golfo, varios heridos y un periodista abatido mientras cubría el intercambio de ráfagas entre soldados y sicarios.

Pocas horas después de que se conociera la muerte de Tony Tormenta, el presidente de EE.UU., Barack Obama, llamó a su homólogo mexicano, Felipe Calderón, para felicitarlo por la operación y “reafirmar su apoyo” en esta lucha contra el “narco”.

Ayer la Armada explicó que cuando los soldados lograron rodear a Tony Tormenta, llegaron refuerzos del cartel del Golfo que rompieron el cerco y prolongó durante muchas horas la batalla en el centro de la ciudad de Matamoros. El hombre por quien el gobierno de EE.UU. ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares, había estado a punto de volver a escabullirse.

Pero el parte de guerra habla de ocho muertos y también de un periodista abatido, Carlos Guajardo, redactor del periódico Expreso de Matamoros, que recibió 20 tiros cuando se desplazaba en su coche.

Ahora el cartel del Golfo, en plena guerra con sus antiguos socios los Zetas, queda bajo el control de El coss, antiguo socio de Tony Tormenta en la dirección. El gobierno teme más violencia en la frontera ante el cambio en la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario