domingo, 7 de noviembre de 2010

Resultados de las Elecciones intermedias en Estados Unidos vistos desde El Salvador

Tomado de La Prensa Gráfica



Por Eduardo Calix

Las cosas le fueron mal a Barack Obama en las pasadas elecciones intermedias en Estados Unidos de América.

Quien llegó como una esperanza, pronto cayó en el ánimo de los norteamericanos. Su enorme popularidad del 20 de enero de 2009 se fue en picada rapidísimo.

Llegó la elección intermedia en medio de ataques feroces por la falta de oficio político para lograr sacar adelante políticas bipartidistas, por no poder hacer algo por el desempleo y por haber implementado un rescate financiero carísimo.

Sus tres grandes reformas –la del sistema de salud, la ecológica (cap and trade) y la financiera– fueron ferozmente torpedeadas.

Tan es así que el candidato demócrata al Senado por Virginia Occidental, Joe Manchin, llevó adelante una campaña que parecería de la oposición con spots que matan (literalmente porque se les dispara con un rifle) estas tres propuestas del presidente Obama.

Así, republicanos y demócratas han sido protagonistas y testigos de una anunciada derrota.

Obama perdió la mayoría en la Cámara de Representantes donde el Partido Republicano obtuvo 60 escaños más, pero la mantendrá en el Senado.

¿Qué significa esto? Que en la Cámara de Representantes dejará de estar Nancy Pelosi como dirigente, lo cual es bueno para Obama porque ha sido una figura incómoda para los republicanos en particular.

Si Barack Obama logró mantener la mayoría en el Senado, con sangre nueva en los liderazgos del legislativo, tendrá la oportunidad de sacar adelante su agenda lo cual le permitirá estar mejor posicionado hacia su reelección en 2012.

Recordemos que otros presidentes estadounidenses han sufrido derrotas en las elecciones intermedias y se quedaron dos periodos en la Casa Blanca. Tal fue el caso de Ronald Reagan en la intermedia de 1982 y de Bill Clinton en la de 1994.

Obama llegó al poder con muchas más expectativas que Clinton, luego de un gobierno de Bush que se había derrumbado en su etapa final, pero la crisis económica se cruzó en su camino, con graves secuelas sobre todo para las clases medias, y Obama, un político con un carisma extraordinario en campaña, no supo hacer contacto con esos sectores en esa etapa particularmente difícil que aún no se cierra, y tampoco definió sus objetivos internos y externos con claridad, lo que le valió que le pasaran la factura.

Obama deberá regresar a sus principios, a lo básico, a luchar por los suyos y su agenda, que se perdió en el camino. Es verdad, aunque ahora lo va a hacer en condiciones muy difíciles. Y eso se reflejará en las relaciones con los latinos, entre muchos otros puntos. Si Obama quiere regresar a su agenda deberá buscar sacar, antes del cambio de Legislatura, una reforma migratoria real.

La economía, la reforma sanitaria, Afganistán e Iraq se comieron esa parte de la agenda y hoy los migrantes que fueron una de sus grandes plataformas políticas para llegar a la presidencia están lejos de tener las mismas convicciones de entonces.

El tema de la seguridad es otro pendiente y también se convirtió en un flanco débil para su administración. Los republicanos, y más aún el Tea Party, acusan a Obama, injustamente, de permitir un auge de la violencia en la frontera que relacionan con la migración.

Aunque Barack Obama tomó la derrota como demócrata que es, reconociendo los errores que lo orillaron a ser vencido, el fenómeno del voto de castigo resulta interesante para el análisis: regresar a lo anterior, porque no se obtuvo lo que se esperaba. Voto de castigo, voto de decepción, ¿voto insensato? ¿Para el partido o para el país?

Lo pregunto porque en el caso de nosotros ahí viene 2012.


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