YO DIRÍA DE VOS TAN ALTAMENTE
Por Gutierre de Cetina
España
(A doña María de Mendoza)
Yo diría de vos tan altamente
que el mundo viese en vos lo que yo veo,
si tal fuese el decir cual el deseo.
Mas si fuera del más hermoso cielo,
acá en la mortal gente,
entre las bellas y preciadas cosas,
no hallo alguna que os semeje un pelo,
sin culpa queda aquel que no os atreve.
El blanco, el cristal, el oro y rosas,
los rubís, y las perlas, y la nieve,
delante vuestro gesto comparadas,
son ante cosas vivas, las pintadas.
Ante vos las estrellas,
como delante el sol, son menos bellas.
El sol es más lustroso,
mas a mi parecer no es tan hermoso.
¡Qué puedo, pues, decir, si cuanto veo,
todo ante vos es feo!
Mudaos el nombre, pues, señora mía:
vos os llamad beldad, beldad María.
Samba de Verao,
Caetano Veloso
A PABLO NERUDA
POR DELFINA ACOSTA
Paraguay
EL MAR TÚ VISITABAS...
El mar tú visitabas; le decías
lo que le dice el hombre a una muchacha.
En tardes pasajeras del verano
de novio te pusiste con sus algas.
No se sorprenda nadie; es tan común
que rompa su cadena, enamorada
de algún poeta triste, alguna ola
para tumbarse luego en libres playas.
También tus novias fueron las estrellas
caídas de su altura en la mañana,
y la esmeralda noble de las minas
que mira por los ojos de las gravas.
Entonces los poetas eran novios
de las mujeres frágiles y blancas.
Mas tú, morado de alegría diste
tu corazón al fuego y a la escarcha,
a la cintura azul del universo,
al fondo y las alturas de las aguas.
Te fue muy lacio, muy sencillo amar,
tan libre de las penas como estabas.
Abrigo diste al cielo y a la tierra
con la crujiente sal de tus palabras.
Hubiera yo querido, dulce Pablo,
por una vez, también, ser tu muchacha.
Por Gutierre de Cetina
España
(A doña María de Mendoza)
Yo diría de vos tan altamente
que el mundo viese en vos lo que yo veo,
si tal fuese el decir cual el deseo.
Mas si fuera del más hermoso cielo,
acá en la mortal gente,
entre las bellas y preciadas cosas,
no hallo alguna que os semeje un pelo,
sin culpa queda aquel que no os atreve.
El blanco, el cristal, el oro y rosas,
los rubís, y las perlas, y la nieve,
delante vuestro gesto comparadas,
son ante cosas vivas, las pintadas.
Ante vos las estrellas,
como delante el sol, son menos bellas.
El sol es más lustroso,
mas a mi parecer no es tan hermoso.
¡Qué puedo, pues, decir, si cuanto veo,
todo ante vos es feo!
Mudaos el nombre, pues, señora mía:
vos os llamad beldad, beldad María.
Samba de Verao,
Caetano Veloso
A PABLO NERUDA
POR DELFINA ACOSTA
Paraguay
EL MAR TÚ VISITABAS...
El mar tú visitabas; le decías
lo que le dice el hombre a una muchacha.
En tardes pasajeras del verano
de novio te pusiste con sus algas.
No se sorprenda nadie; es tan común
que rompa su cadena, enamorada
de algún poeta triste, alguna ola
para tumbarse luego en libres playas.
También tus novias fueron las estrellas
caídas de su altura en la mañana,
y la esmeralda noble de las minas
que mira por los ojos de las gravas.
Entonces los poetas eran novios
de las mujeres frágiles y blancas.
Mas tú, morado de alegría diste
tu corazón al fuego y a la escarcha,
a la cintura azul del universo,
al fondo y las alturas de las aguas.
Te fue muy lacio, muy sencillo amar,
tan libre de las penas como estabas.
Abrigo diste al cielo y a la tierra
con la crujiente sal de tus palabras.
Hubiera yo querido, dulce Pablo,
por una vez, también, ser tu muchacha.
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