domingo, 23 de septiembre de 2012

Cacerolazo hace retroceder a Cristina K en planes para una nueva reeleccion


Tomado de La Nación
La reforma / Cambio de planes

Frena el kirchnerismo el plan de re-reelección

Tras el cacerolazo y a la espera de que cambie el clima social y repunte la economía, el Gobierno congeló el proyecto reformista

Por Laura Serra

Desensillar hasta que aclare. Después del cacerolazo que hace diez días sacudió los principales centros urbanos del país en protesta contra el Gobierno, el kirchnerismo congeló, por ahora, el proyecto de reforma constitucional para habilitar una segunda reelección de la presidenta Cristina Kirchner. El oficialismo no sólo retrocedió tácticamente, sino que puertas adentro circulan críticas y pases de facturas por la actuación en público del "cristinismo puro", antes y después del cacerolazo.
Los mayores cuestionamientos parten de los sectores más peronistas del kirchnerismo y tienen como blanco predilecto al vicepresidente Amado Boudou y al jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, autor de la polémica frase "a esta gente (por los caceroleros) le importa más lo que ocurre en Miami que en San Juan".
"Se desubicó. Una manifestación masiva como aquélla (por el cacerolazo) tiene que ser respetada. Fue un error total de estrategia salir a contraatacar. Menos mal que todavía tenemos gente racional que desactivó lo de la contramarcha kirchnerista", bufó un legislador más peronista que kirchnerista.
La cancelación de una contramarcha que se había evaluado para la última semana promovida por la juventud más militante, sumado al llamado a silencio de los más empinados dirigentes oficialistas sobre una nueva reelección, fue evidencia clara de este freno táctico.
También ha sido perceptible el tono más tranquilo que adoptó la Presidenta en sus últimas alocuciones públicas y el hecho de que pasó una semana sin utilizar la cadena nacional después de una seguidilla. Éstas son las consecuencias más evidentes de un cambio de humor interno. En este clima, hablar de la reelección presidencial suena fuera de lugar, según admiten en el oficialismo.
Inclusive, podría alimentar aun más la incipiente movilización de la oposición que encontró en la conjunción del proyecto reeleccionista y las protestas de hace diez días un estímulo para reaccionar y programar acciones.
De todos modos, esta situación no quiere decir que el plan se haya desactivado. De hecho, un grupo de kirchneristas viajará el mes próximo a Venezuela a la espera de que un eventual triunfo del actual presidente Hugo Chávez le dé, por efecto espejo, un nuevo impulso a su plan reeleccionista.
"El año que viene habrá más fondos y la economía puede repuntar. Si a Cristina le va bien en las elecciones legislativas, el plan reeleccionista vuelve a la carga, que no quepa duda", insisten.
Ésta es la razón por la que nadie sacará los pies del plato oficialista por ahora: en el Congreso, por caso, la mayoría de los legisladores kirchneristas, cuyo mandato vence el año próximo, buscará la renovación de su banca, pero su ambición quedaría trunca sin el aval de la Presidenta y los fondos de la Nación.
De todas maneras, si bien no se vislumbran quiebres ni divisiones, son cada vez más indisimulables los resquemores internos entre dirigentes del peronismo clásico, que ostentan el manejo territorial de sus terruños, y el cristinismo más rancio, cuya principal fortaleza es la predilección que la Presidenta siente por sus jóvenes líderes.
"En una elección interna, los pasamos por arriba", se jacta un veterano legislador peronista.
Este clima de incipiente malestar comienza a evidenciarse tímidamente en los bloques parlamentarios. La distancia entre el cristinismo más puro, los "nestoristas" y peronistas se evidencia en reuniones cada vez más por separado.
El cepo cambiario y las consecuencias que provocó en las economías regionales, el mezquino reparto de fondos para obras públicas en las provincias y la sospecha de que el "cristinismo" intentará imponer sus nombres en las listas de candidatos legislativos el año próximo abonan el malestar. Las catarsis son siempre en reserva, pero existen.
En Diputados, el jefe del bloque oficialista, Agustín Rossi, ve mermar su otrora mayoría invulnerable; difícilmente pueda contar en adelante con los sindicalistas Omar Plaini y Facundo Moyano, que responden a la CGT de Hugo Moyano.
Mientras, otros aliados, como los dos cordobeses que responden a José Manuel de la Sota y el santafecino Juan Carlos Forconi, viran hacia el PJ disidente.
En el Senado, en tanto, el jefe oficialista Miguel Pichetto padece otra vez en carne propia las preferencias del Gobierno hacia sus enemigos internos, entre ellos, el gobernador de su provincia, Río Negro, Alberto Weretilneck, y el senador Aníbal Fernández, que disputa su poder en la Cámara.
Tanto Pichetto como Rossi se muestran distantes por ahora de los planes reeleccionistas del cristinismo. Ellos hacen sus cálculos, al igual que la oposición.
"Es matemáticamente imposible que el oficialismo pueda alcanzar los dos tercios de los miembros en ambas cámaras en las próximas elecciones. Aun repitiendo la misma elección exitosa del año pasado, en el Senado arañaría, cuanto mucho, los 40 senadores propios, muy lejos de los 48 que se necesitan para impulsar la reforma", comenzaron a hacer circular algunos diputados opositores.
La estimación no ha cambiado mucho de la que el oficialismo hacía hace sólo un mes atrás, pero la diferencia es que cambió el contexto político. En aquel momento, cuando había un coro de gobernadores, intendentes y legisladores clamando por la re-reelección, la expectativa era generar un estado de situación que, acompañado por un buen resultado electoral en las elecciones legislativas del próximo año, contribuyera a conseguir votos por fuera del oficialismo.
Esta perspectiva hoy es más sombría, ya que casi toda la oposición empezó a aglutinarse en contra de la reforma y el cacerolazo terminó de amalgamar un contexto adverso para los planes oficiales.

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