Por Margarita Mendoza
Burgos

Cuando la familia no funciona bien como
sistema, bien sea porque carece de alguno de los elementos mencionados
anteriormente, o porque alguno de ellos no funciona adecuadamente, se dice que
la familia es disfuncional. Siendo rigurosos, es prácticamente imposible
encontrar la familia perfecta que no tenga algún elemento disfuncional, y no
significa ello que la familia no funcione, pero es evidente que cuanto más
elementos disfuncionales tiene una familia, menos posibilidad tiene de alcanzar
sus objetivos, que son su razón de ser. Cuantas más familias altamente
disfuncionales haya en una sociedad, más posibilidad existe de que ésta
degenere y se autodestruya, y menos posibilidad tiene de trascender y perdurar
como tal.
Al analizar
el funcionamiento familiar como sistema se señalaba que debe haber criterios,
políticas y normas claras, y, en general, deben cumplirse. Hay algunos
criterios fundamentales, en base a los cuales la cabeza de familia establece
las políticas y las normas de funcionamiento. Algunos criterios fundamentales
son: la lealtad, el consenso, el trabajo, la superación, la educación, la
sanidad, etc.
a)
Lealtad.
No se refiere únicamente a la fidelidad sexual de la pareja, sino a que
cualquier acción de cualquiera de los miembros debe favorecer los intereses de
la familia antes que los de cualquier otra persona o institución. Lo contrario
es disfuncional.
b)
El
consenso. Aunque la responsabilidad en el rumbo de la familia
recae en los padres, las decisiones familiares deben tomar en cuenta la
preferencias e intereses de todos sus miembros, buscando la mayor equidad
posible. Las decisiones dictatoriales o unilaterales son disfuncionales.
c)
El
trabajo. Se refiere tanto a la actividad que directa o
indirectamente contribuya al sostenimiento material y espiritual de la familia,
o al sostenimiento funcional del hogar, o a la superación de sus miembros, o a
la proyección social. En este sentido, el ocio, en su justa medida, debe
entenderse como un complemento sano y necesario al trabajo. La ausencia de
actividad y el exceso de ocio son disfuncionales.

d)
La
superación. La consecución de felicidad tiene estrecha
relación con el deseo e intento de superación, pues es el esfuerzo por
conseguir metas, aunque sea proyectadas en los hijos, lo que la provoca. La
familia estática, sin interés en ninguna forma de superación, es disfuncional.
e)
La
educación. Con este concepto nos referimos no tanto a la educación
académica como a la educación de valores. La educación es el principal
mecanismo transmisor de los valores que se intercambian a nivel intrafamiliar,
y entre familia y sociedad. Modelos educativos adecuados y bien aplicados harán
que esa transmisión de valores sea adecuada. Fallos en los modelos educativos,
o modelos educativos inadecuados, tanto a nivel familiar, como a nivel social,
provocarán una inadecuada transmisión de valores y conductas inadecuadas, y,
por tanto, son disfuncionales, repercuten negativamente en la familia, y, en
definitiva, en la sociedad.
f)
La sanidad.
Es necesaria la salud física y mental que permita el bienestar y la aplicación
de los criterios. Cualquier acción que desfavorezca, perjudique o arriesgue la
salud propia, o de cualquier miembro de la familia es disfuncional. Entiéndase
desde la falta de higiene, el sedentarismo excesivo, o el estrés excesivo,
hasta el consumo de tabaco, el alcoholismo, la drogadicción, y las conductas
temerarias al timón de un vehículo, por ejemplo.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención,
y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y
educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia
profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada
persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la
educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde
que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la
familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario