domingo, 7 de agosto de 2011

Paz en la tierra

Por Richard Samour*


“La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.”
Son las primeras frases de una de las encíclicas más importantes que la Iglesia Católica por medio del Santo Padre Beato Juan XXIII ha podido dar a conocer al mundo. Y aunque el tiempo y el contexto en que se escribió este documento es diferente al actual, parecieran proféticas las frases del Santo Padre cuando dice que, “es sorprendente el contraste que con este orden maravilloso del universo ofrece el desorden que reina entre los individuos y entre los pueblos. Parece como si las relaciones que entre ellos existen no pudieran regirse más que por 1a fuerza.”
Y es que parece que en nuestros tiempos tanto en el orden político, familiar, social, espiritual y hasta algunas veces en la misma iglesia se desea caminar sin Dios, o sea haciendo la voluntad humana. Y es que Dios es un Dios de orden y no de desorden, todo lo rige para el bien de la humanidad, por eso desde el principio de la creación estableció la diferencia entre hombre y mujer, y que de la misma manera mucho tiempo después nos dejó el decálogo a seguir para poder vivir en libertad y no atados al pecado. Las normas y leyes se establecen para una vida armoniosa en la tierra.
Uno de los temas más importantes que Juan XXIII habla en su encíclica es la libertad y derecho que como seres humanos tenemos a la elección de una vida en paz no condicionada y atacada como la inmigración, “es necesario que le sea lícito, cuando lo aconsejen justos motivos, emigrar a otros países y fijar allí su domicilio.”
La paz es un derecho al cual debemos aspirar todos los seres humanos. A estas alturas muchas reformas políticas a favor de ese derecho deberían aplicarse, y me refiero específicamente a la inmigración ilegal, que se da no solo en USA sino en toda la esfera terrestre.
El mundo no es nuestro, es de Dios, así como nuestros cuerpos y todas las cosas que nos rodean, incluso nuestros hijos. La inmigración ilegal no es correcta pero como dice la encíclica, “por justos motivos” se hace necesaria (es mi opinión), de ahí la necesidad urgente de buscar una salida a esta problemática para establecer ese orden entre los hermanos.
Todos somos hijos de Dios, y los seres humanos formamos una misma familia, y el hermano mayor siempre vela por los menores. Y es interesante ver que Jesús, el autor de la vida, fue un inmigrante ilegal, “El Hijo del Hombre ni siquiera tiene dónde recostar la cabeza. Mt. 8:18-22” Jesús se hace presente en cada inmigrante ilegal así como en todo ser humano. De otra manera urge vivir en armonía en el mundo teniendo presente el regalo más grande al cual debemos aspirar…Paz En La Tierra, pero para que haya paz en la tierra debe haber paz en el corazón del hombre.
Y la encíclica nos ofrece una de tantas soluciones para trabajar y construir la paz, “A los padres, sin embargo, corresponde antes que a nadie el derecho de mantener y educar a los hijos.” No es la iglesia, la escuela o el gobierno los principales educadores…en el hogar se fundamenta la paz, la armonía, pero sobre todo el amor en la verdad.
“Paz en la Tierra” habla de “El deber de actuar con sentido de responsabilidad, [se] debe respetar los derechos, cumplir las obligaciones…cada cual ha de actuar por su propia decisión, convencimiento y responsabilidad, y no movido por la coacción o por presiones.”
Dios nos pide en todo y para todo ser responsables en los compromisos adquiridos, respetar el orden público, social y eclesial. Es que no podemos actuar al libre albedrio, guiados en leyes contra natura, faltando a la regla de oro. La fe nada tiene que ver con la cultura. Y de igual manera en el ámbito eclesial, muchos mal argumentan, “son guiados por el “Espíritu Santo” pero siguiendo voluntades humanas.
El Espíritu Santo es un Espíritu de orden, y no de desorden porque esto crea divisiones, conflictos, irrespeta los derechos de los demás porque entonces se actúa bajo el propio espíritu y no el de Dios, es el mejor signo a entender cuando no es Dios quien rige nuestra vida. Los crímenes del 11 de Septiembre fueron realizados en nombre de dios, según los musulmanes que realizaron ese ataque, porque no podemos mencionarlos a todos, ellos como muchos tergiversan la fe y siguen deseos egoístas.
El problema es que se maneja en la mente y en el corazón un dios diferente, perdemos ese orden y por consiguiente la paz la cual Jesús les ofrece a sus discípulos, “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Jn. 14:27”
El documento habla también de los derechos que como seres humanos tenemos, “El deber de respetar los derechos ajenos. La presión que ejercemos a veces sobre los demás rompe ese orden y destruye la paz, cada uno de nosotros tenemos una historia personal y debemos respetarnos los unos a los otros. Juan XXIII habla de “El deber de colaborar con los demás.” El poder de decisión es en libertad así como el derecho de vivir en comunidad. No estamos aislados en un mundo, estamos bajo el mismo cielo. “El deber de actuar con sentido de responsabilidad. 34. La dignidad de la persona humana requiere, además, que el hombre, en sus actividades, proceda por propia iniciativa y libremente. Verdad, justicia, amor y libertad, fundamentos de la convivencia humana.”
Esta responsabilidad de la que habla el Santo Padre, se refiere a que somos seres humanos pensantes, que razonamos ante “los signos de los tiempos.” La “Verdad, justicia, amor y libertad” se refiere a pensar y a analizar si lo que hemos hecho por mucho tiempo está bien. No todo lo que hemos practicado durante mucho tiempo, aunque se haya aprendido bien, y quiza estuvo bien o no significa que es correcto.
La vida evoluciona todos los días, lo que hacemos y vivimos ahora no es igual que hace 20, 30 o 50 años. Los padres de familia a veces no entienden a sus hijos queriéndoles hacer vivir una vida del pasado, olvidándose que vivimos en una era tecnológica, que así como el tango, la cumbia, y las serenatas abrazaba la década de los 50’s, ahora la música punk, rock, y los celulares forman parte de la vida de sus hijos. Pero no quiere decir que sustituya los valores en sus hijos, de ahí que deben ser los primeros educadores.
Cuando el Papa Juan XXIII llamó al Concilio Vaticano II, hubo una revolución interna en una iglesia llena de muchas tradiciones y que de alguna manera se había cerrado al “signo de los tiempos.” Ya era hora de cambiar, y Dios utilizó a Angelo Roncalli – Beato Juan XXIII- para llevar a cabo unos de tantos planes que tiene.
La mayoría de los católicos entraron en este nuevo “cambio dramático” establecido por el Papa. Los demás y 60 años después, aún viven en el pasado, frustrados, estresados, quizá decepcionados y responsabilizando a muchos de “ese catastrófico cambio.”. Ahora tenemos una iglesia abierta a la gente. Los cambios siempre son difíciles de entender y a veces difíciles de aplicar, pero cuando hay voluntad, cuando hay amor en lo que se hace, cuando los ojos están fijos en lo alto y se confía en que Dios está detrás de todo este negocio…habrá siempre… Paz en La Tierra.
¿Por qué hablar de Paz en la tierra en estos momentos? ¿Y por que no? ¿Por qué esconder una verdad a gritos que es la necesidad de la paz? ¿Por qué no hablar de la necesidad urgente que tenemos de la paz en los corazones de la humanidad? Y es que cuando perdemos de vista la mirada de los ojos del maestro Mateo (14, 22—36), perdemos de vista toda acción correcta que podamos experimentar. El Beato Juan XXIII fue llamado, “el papa bueno, el papa de la paz” yo lo llamaría, “el papa de la historia de la iglesia Católica.”
Gracias a su docilidad ,obediencia ciega y amor a Dios y a su iglesia, pudo reconocer y entender el signo de los tiempos y se dejó guiar por Dios y el Espíritu Santo llevando a la iglesia que Jesús fundó a su plenitud. Amigos, esta es una invitación, a que siempre luchemos, trabajemos, suframos si es necesario por mantener esa Paz en La Tierra que debería de nacer del corazón humilde, dócil y sencillo de cada uno de nosotros fijos en los ojos del maestro.
* Seminarista de la Arquidiócesis de San Antonio, Texas . Iglesia de Nuestra señora de Guadalupe. 13715 Riggs Road, Helotes, TX 78023

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