domingo, 18 de septiembre de 2011

Diálogos con Dios. Herejías y Concilios. Primera Parte

Tomado de Long Island al Día

Por Daniel Walter Lencinas

A lo largo de la historia de la Iglesia Católica, se han sucedido diversas cumbres de obispos para tratar temas urgentes de dogma, fe, y cuestiones inherentes a la vida misma de la Iglesia. A esas reuniones se las conoce como Concilios.

El primero que se realizó, tuvo lugar durante el año 48 en la ciudad de Jerusalén. El llamado concilio de Jerusalén es un encuentro entre los responsables de las dos grandes comunidades de la Iglesia naciente: la de Jerusalén, llena de judíos que observan la ley y sus 613 preceptos, y la de Antioquia, llena de gentiles que viven el Evangelio libre de la ley judaica. Este Concilio confrontó nada menos que al Apóstol Pedro (quien abogaba por la observancia de la ley judía para los cristianos) y al Apóstol Pablo quien propugnaba la no circuncisión de los cristianos y la no sujeción a los preceptos judaicos. Obviamente la postura de Pablo triunfó y así el cristianismo se hizo universal.

Lo interesante de todo esto es que muchos de esos Concilios se llevaron a cabo para rebatir doctrinas que la jerarquía Eclesial del momento consideró herejías.
En general las herejías como tal inevitablemente han desaparecido, perdiéndose en el baúl de la historia. Sin embargo, sus ideas no siempre corrieron la misma suerte siendo estas, una y otra vez, retomadas por quienes quizás consideraron valederas tales especulaciones.

Por último, una breve aclaración de conceptos. Es muy común comprobar entre quienes no están muy familiarizados con estas cuestiones, el tener por sinónimos dos términos bien diferentes, cuales son: Herejía y Cisma. Por Herejía (del griego, háiresis), se entiende a “la acción de todo aquel que habiendo recibido el bautismo cristiano, obstinadamente pone en duda o propone doctrinas contrarias a la Verdad revelada”, es decir, un verdadero acto de voluntaria infidelidad

En cambio, un cisma (del griego, sjisma) implica un acto de separación o rebelión que desgarra la Unidad de la Iglesia. De allí que el cismático sea quien origina el cisma como el que adhiere libremente, por convicción o de hecho. Así, un cisma puede no estar motivado por una Herejía (Cisma de Oriente), en cambio una Herejía, al cuestionar la ortodoxia dogmática, inevitablemente conlleva un acto cismático.

Parece oportuno entonces hacer un pequeño dosier de unos y otros como parte fundamental para entender la historia de la Iglesia Católica y su doctrina actual.
La Iglesia ha tenido 21 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles en Jerusalén.

Siglo I
Concilio de Jerusalén (Año 48)

Herejía Ebionitas (o Nazorenos) – secta de tendencia judaizante extendida en Palestina y Siria. Sus seguidores fueron aquellos judíos que habían abrazado el Cristianismo pero quisieron conservar muchas de las prácticas y tradiciones propias de la Sinagoga. Creían que Dios había dividido el imperio de las cosas entre Jesucristo y el demonio, concediéndole a éste último, poder sobre el mundo; en cambio a Cristo, le correspondía el poder de la eternidad.

Aferrados a un monoteísmo estricto o unitario, sus seguidores promovieron la estricta observancia de la ley de Moisés al considerarla indispensable para alcanzar la salvación. Al rechazar las enseñanzas de San Pablo, no dudaron de acusarlo de ‘apostata’. Dada la dificultad que encontraban en conciliar el unitarismo de Dios con la divinidad de Cristo, optaron por negar esta última.

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