miércoles, 14 de septiembre de 2011

Economía China pudiera repetir situación de México o Japón de no tomar en cuenta ambos casos

Tomado de The Wall Street Journal

Por Tom Orlik

¿Es China el próximo Japón o el próximo México?

Una preocupación para los inversionistas es que China siga la senda de Japón. Al igual que el gobierno nipón en el pasado, China procura darle alcance a Estados Unidos, con el crecimiento en la producción impulsado por altos niveles de inversión y exportaciones. Como también ocurrió en Japón, ese modelo de crecimiento ha llevado a la acumulación de puntos de tensión en la economía interna: una burbuja en el sector inmobiliario y préstamos incobrables en los bancos.

La diferencia crucial es el nivel de desarrollo. Si se toma 1990 como la fecha en que el crecimiento de Japón trastabilló, el producto interno bruto per cápita, medido en términos de paridad de poder adquisitivo, ya había llegado a más de 90% del nivel en EE.UU. La capacidad de crecer dando alcance a EE.UU. ya estaba agotada. La burbuja inmobiliaria estalló cuando la tasa de urbanización de Japón era superior a 60%. En una sociedad ya predominantemente urbana, la demanda fundamental no era lo suficientemente robusta como para remediar la situación.

En 2009, el PIB per cápita de China era el 18% del de EE.UU., y la tasa de urbanización apenas había llegado a 50%. El contraste es claro.

Sigue habiendo un margen significativo para crecer y alcanzar al líder económico mundial. Si los pueblos fantasma que influyen mucho en la opinión pesimista contra China son un problema genuino, la continua urbanización significa que la demanda fundamental debería seguir siendo suficientemente fuerte para que China siga creciendo y supere ello en determinado momento. No parece haber en el futuro inmediato de China una década perdida al estilo de Japón.

Una amenaza más realista es que China sea el próximo México. México creció con la exportación de bienes de poco valor agregado a EE.UU., sin prestar demasiada atención a detalles como mejorar el capital humano y desarrollar un sistema financiero eficiente. Pero a medida que competidores de menor costo entraron en la economía mundial, un sistema educativo débil y la asignación ineficiente de capital comenzaron a actuar como restricciones al crecimiento. China se apoderó de la cuota del mercado de exportación y el crecimiento se estancó. El PIB de México per cápita languidece en un nivel de 28% del de EE.UU., inferior al de inicios de la década de 1980.

Aquí, China podría tener más para preocuparse. Los salarios en el sector manufacturero, de trabajadores de baja calificación, están creciendo rápidamente. En su trayectoria actual, se duplicarán en los próximos cinco años. Los empleos de baja calificación ya han comenzado a migrar a otras partes y seguirán haciéndolo. El gasto público en la educación, de 3% del PIB en 2009, se compara desfavorablemente a un promedio de 5% en el grupo de países de mediano a altos ingresos al cual aspira entrar China. La reforma del sistema financiero se ha malogrado mientras los bancos siguen canalizando ahorros a proyectos de bajo rendimiento patrocinados por el Estado.

Ciertamente, los antecedentes de China en materia de administración económica son más sólidos que los de México. Y el gobierno habla mucho sobre la importancia de la reforma. Pero hasta el momento las palabras no se han correspondido a las acciones. En agosto de este año, la decisión de demoler escuelas que proveían educación a los hijos de trabajadores migratorios en Beijing pareció emblemática de las prioridades de las autoridades. Toda vez que la educación es parte de la clave para evitar la trampa del ingreso medio, son las escuelas demolidas, en vez de ciudades fantasmas de apartamentos vacíos, la mayor amenaza para el desarrollo de China.

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