sábado, 24 de septiembre de 2011

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ADOLESCENTES VIOLENTOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Un adolescente japonés mató cruelmente a dos de sus compañeros de colegio, decapitando a uno de ellos y colgando la cabeza a la entrada de la escuela. Sus padres parecían perplejos; jamás se hubieran imaginado que su hijo sería protagonista de semejante suceso. Posteriormente admitieron que ya habían observado conductas anómalas, como extraer el mercurio de termómetros para envenenar gatos.

En un artículo anterior hablé sobre cómo manejar el comportamiento violento. Sin embargo, como en el caso expuesto anteriormente, ya es demasiado tarde, y en cualquier caso, el comportamiento violento puede prevenirse, detectarse desde edades tempranas y tratarse a tiempo. Como mencionaba entonces, es común la sorpresa de los padres, ante una conducta violenta muy grave, pero también es común que reconozcan que ya habían observado “ciertos síntomas”, aunque nunca se imaginaron que podría llegar a esos extremos. Es frecuente que los padres y otros adultos que presencian este comportamiento en el niño muestren alguna preocupación, pero por lo general, “esperan que lo supere al crecer”.

Hay gran preocupación por la incidencia del comportamiento violento entre adolescentes y jóvenes, e incluso entre niños. Este complejo asunto necesita ser cuidadosamente entendido por padres, maestros y adultos en general. Los niños pueden mostrar comportamiento violento aún desde la edad pre-escolar. El comportamiento violento de un niño, no importa su edad, debe tomarse en serio. No debe pasarse por alto pensando que “está pasando por una fase”. De lo contrario, y aunque no necesariamente vayan a degenerar en conductas extremadamente graves, tampoco se pueden descartar. En cualquier caso, las probabilidades de convertirse en un joven y adulto violento son altas, lo que ya es grave de por si.

Es importante por ello saber reconocer en forma temprana situaciones y conductas que nos deben poner en estado de alerta, como arrebatos explosivos de ira, ataques de furia o pataletas, irritabilidad extrema, impulsividad extrema, o falta de control de la frustración. Luego, el comportamiento violento en niños y adolescentes en sus primeras fases puede incluir una amplia gama de conductas, como agresión física, peleas, amenazas o intentos de herir a otros (inclusive pensamientos homicidas), uso de armas de fuego, crueldad hacía los animales, encender fuegos, destrucción intencional de la propiedad y vandalismo. Si se observa alguno de estos síntomas, no debe pasarlo por alto.

Muchas investigaciones han llegado a la conclusión de que hay una interacción compleja o una combinación de factores que lleva a un aumento en el riesgo de un comportamiento violento en niños y adolescentes.

Estos factores incluyen comportamiento agresivo o violencia previa; ser víctima de un abuso físico y/o sexual; exposición a la violencia en el hogar y/o la comunidad; factores genéticos (hereditarios de la familia); exposición a la violencia en los medios de comunicación (televisión, cine, videos, videojuegos, etc.); uso de drogas y/o alcohol; presencia de armas de fuego en la casa; combinación de factores de estrés socioeconómico en la familia (pobreza, carencia de medios, privación severa); desestructuración o inestabilidad familiar (separación matrimonial, divorcio, padre/madre soltero, desempleo y falta de apoyo por parte de la familia); daño cerebral, congénito o debido a traumas craneanos; aburrimiento vital (la violencia como pasatiempo).

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamin Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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