jueves, 6 de octubre de 2011

Activistas de la rebelión de la Primavera Arabe ganarían el Nobel de la Paz

Agencias Noticiosas

De izquierda a derecha, Israa Abdel Fattah, Lina Ben Mhenni, W. Ghonim y Sima Samar

Activistas involucrados en las revueltas contra los regímenes de varios países de África del Norte y de Oriente Medio, la denominada 'primavera árabe', aparecen como favoritos al Nobel de la Paz, que se falla mañana en Oslo. Así lo apuntan los medios noruegos e instituciones como el Instituto para la Investigación sobre la Paz (PRIO) de Oslo.

Los fundadores del Movimiento 6 de Abril, Israa Abdel Fattah y Ahmed Maher; y los activistas Nora Younis y Wael Ghonim, director de marketing de Google para Oriente Medio y el Norte de África, aparecen como las mejores bazas de la rebelión egipcia. La bloguera tunecina Lina Ben Mhenni suena como candidata, aunque el tiempo puede jugar en su contra y en la de los egipcios. Como inspirador de las revueltas aparece el teórico de la no violencia estadounidense Gene Sharp y su Instituto Albert Einstein.

El plazo de nominaciones al Nobel se cerró el 1 de febrero, antes de que Hosni Mubarak renunciara a la presidencia en Egipto y poco después de que Ben Ali hiciera lo propio en Túnez. Y a pesar de su caída, no está claro el futuro político de Egipto y Túnez, aunque el Comité Nobel podría conceder el premio para impulsar cambios en esos países, como ha hecho otras veces.

Las apuestas de la casa Unibet apuntan sin embargo a la presidenta de la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos, Sima Samar, o los cubanos Osvaldo Payá y Óscar Elías Biscet.

La opositora birmana, Aung San Suu Kyi, liberada a finales de 2010 tras varios años de arresto domiciliario, suena también con fuerza a pesar de que ya que fue galardonada con el Nobel de la Paz en 1991.

La organización de derechos humanos Memorial y su dirigente Svetlana Gannushkina son los mejores candidatos rusos, por delante de la abogada chechena Lidia Yusúpova, la uigur Rebiya Kadeer y el activista Serguéi Kovaliov.

El fin del conflicto en Sudán sería a priori un acontecimiento sobre el que el Comité Nobel podría fijarse, pero sus opciones pierden fuerza por la falta de un candidato claro tras la muerte de John Garang, padre de la independencia del sur de ese país.

En las quinielas aparecen también los fundadores de internet, el canal de televisión Al Yazira, el activista Leymah Gbowee y la presidenta Ellen Johnson-Sirleaf, ambos de Liberia; el keniano Ory Okolloh, la Unión Europea (UE) o el excanciller alemán Helmut Kohl.

El portal de Internet WikiLeaks y su fundador, Julian Assange; el arzobispo indio Thomas Menamparampil, el médico congoleño Denis Mukwege, el monje vietnamita Thich Quang Do y el activista antinuclear israelí Mordechai Vanunu son otros nombres en liza.

Pero su condición de candidatos -que pueden ser nominados por catedráticos de Universidad en Derecho o Ciencias Políticas, parlamentarios o antiguos laureados de todo el mundo- sólo se puede conocer si quienes lo han propuesto lo hacen público. Así ha ocurrido con la Fundación Vicente Ferrer, las Abuelas de la Plaza de Mayo, la organización católica laica Comunidad de San Egidio o el pianista y director argentino-israelí Daniel Barenboim. El Comité Nobel no difunde la lista hasta pasados 50 años, y lo único que confirma ahora es el número de candidatos, que este año ha alcanzado la cifra récord de 241, de ellos 53 organizaciones.

Sus decisiones no pocas veces han sido polémicas, por no ajustarse siempre a los criterios marcados en su testamento por su creador, Alfred Nobel, quien dejó escrito que se debía premiar a quienes contribuyeran a fomentar la fraternidad entre las naciones, a la reducción de armamento y a la promoción de la paz.

Polémicas fueron las dos últimas elecciones: el presidente de EE UU, Barack Obama (2009); y el activista chino Liu Xiabo, que provocó una dura reacción de Pekín contra Oslo, pese a que Noruega trató de desmarcarse insistiendo que el comité es independiente.

De ahí que voces autorizadas como la del exprimer ministro Kjel Magne Bondevik o la de Raymond Johansen, secretario general del Partido Socialdemócrata, hayan instado al Parlamento noruego a discutir cómo dejar más clara la independencia del comité y si es acertado sólo elegir como miembros a ex políticos.

Lo único que Nobel dejó escrito en su testamento es que el premio lo deben de elegir cinco personas, sin especificar su condición, elegidas por el Parlamento noruego.

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