domingo, 23 de octubre de 2011

“El Mandamiento del Amor”

Por Richard M. Samour

Las lecturas de este domingo, Éxodo (22, 20-26) y Mateo (22, 34-40), son una invitación de Dios a AMAR: A Dios y a los demás como a nosotros mismos. Por medio del profeta, Dios le habla a los pudientes y poderosos del AT para que dejen su manera de actuar contra aquellos quienes por su condición son los más vulnerables, “No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.” Luego prosigue la lectura refiriéndose a aquellos que poseen bienes económicos y tienen facilidad material para que no se extralimiten de lo que prestan, porque todo viene de Dios y todo esto Dios lo ha otorgado por su inmenso amor y misericordia, y de igual manera debe de retribuirse.

Pareciera que estas imágenes del pasado no distan mucho de la actualidad, especialmente en los países primer mundistas y también con aquellas personas que poseen bienes económicos, de alguna manera autoridad y/o tienen facilidades sobre los demás. Los profetas preparaban el camino de Jesús advirtiéndoles a los judíos que mucho de la ley que ellos practicaban, sería revocada por ser de alguna manera injustas y no aprobadas por el mesías que vendría, el hijo de Dios que es el mismo Dios. Moisés establece la ley de Dios para que el pueblo liberado de la opresión viviera de una manera ordenada y bajo el amparo de Yaveh. Los judíos no tenían ninguna ley más que la del Faraón, y el Faraón vivía amparado bajo el manto de sus dioses imaginarios. ¿Por qué entonces Moisés legisló en algunas cosas de una manera diferente de la que Dios había establecido? En Mateo encontramos que Jesús le dice a los judíos de ese tiempo que “Moisés vio lo tercos que eran ustedes.” Mt. 9:7-9 Por eso con la venida del Mesías, esa ley pasa a ser secundaria estableciendo una nueva manera de vivir y seguir a Dios, lo cual no fue aceptado por muchos. De la misma manera pasa en nuestros tiempos con la iglesia. Jesús estableció su iglesia durante su ministerio, y los apóstoles y sus sucesores por los siglos han legislado de acuerdo a los tiempos y de igual manera no se le acepta por algunos.

Jesús constantemente nos pide amar al prójimo como nosotros mismos. El amar inicia del conocimiento de una persona/cosa/institución/etc. El problema surge cuando ese conocimiento no es verdadero, entonces la consecuencia será de una manera que no esperamos, o no quisiéramos. El Padre Héctor Medina autor del libro “Rosas de Diciembre” [Que es una de las pastorales que la iglesia Católica tiene para personas divorciadas] habla que el conocimiento en una pareja o en una relación se basa en 5 aspectos esenciales: “Físico, emocional, sexual, sicológico y espiritual.” Aquí entran todos nuestros sentidos y no únicamente nuestras emociones, obviamente algunos de ellos no se aplican textualmente si es una relación de amistad, si es hacia el mismo Dios, o incluso una institución. Pero por ejemplo en una amistad, lo sexual es importante para entenderse de la mejor manera, y no juzgar incorrectamentes. En la película “Cuando Harry conoce a Sally” Harry le dice a Sally que un hombre no puede ser amigo de una mujer bonita porque siempre estará pensando en tener relaciones sexuales con ella. Aquí podemos ver un claro ejemplo como la sexualidad es mal entendida. El ser una persona sexual (O sea de sexo) viene de un deseo, pero la sexualidad de una persona se deriva del amor puro porque así lo estableció Dios en el principio de la creación, y no necesariamente solo se experimenta “físicamente.”

¿Por qué traigo a mención este tema, si pareciera un poco diferente de lo que Jesús habla en el evangelio? La verdad no lo es, porque cuando Jesús dice, “amarás a tu prójimo como a ti mismo” se refiere que para poder experimentar correctamente el amor hacia los demás, debemos amarnos “correctamente” a nosotros mismos. Eso significa que si no te conoces adecuadamente, tu manera de ser, de comportarte, tu manera de ver y experimentar tu sexualidad, tu manera de ser espiritual, erróneamente amaremos a los demás. Esto nos lleva a un amor egoísta, porque se ama de acuerdo a lo que nosotros deseamos o queremos. El amor involucra además reciprocidad, no es solo de un lado, cuando San Pablo dice que “el amor es comprensivo, servicial (1 Cor. 13)” y todos esos atributos, se refiere a más de uno o dos. Porque si solo es uno quien ama, eso se llama egoísmo y viene del desconocimiento, porque no hay respuesta del otro. De lo contrario estaríamos forzando una situación a la cual no hay respuesta, entonces se cae en lo que uno “quiere o desea” y no en los dos, puesto que solo se piensa en uno mismo. Aunque pareciera incoherente, pues eso no es amor. El amor no se mendiga, ni se fuerza, el amor es espontáneo y nace del entendimiento (aceptamiento) entre las personas y esto nos lleva a la acción. Por eso cuando hay amor verdadero no se desea el mal de la otra persona, y entendiéndola (aceptándola) se pueden ayudar y caminar juntos. Pero cuando no hay amor en alguno de los involucrados, ninguna de estas premisas se cumple.

A veces este amor egoísta o ignorante nos lleva a “avalar” (a participar en) lo malo que “el(la) amado(a) hace.” Santa Teresita del Niño Jesús dijo que “Aún y en lo profundo de mi corazón, mis sentimientos piensan.” Y de esa verdad nace el “verdadero” perdón. Perdón significa “recordar sin dolor, rencor, odio, o deseo de venganza.” Si Dios nos hubiese hecho máquinas, pues reemplazaríamos nuestra mente y se olvida todo. El perdonar no quiere decir que a veces una relación vuelva a ser como era antes. Si en una pareja uno de los dos es infiel una, dos y muchas veces, el perdón puede llegar, pero ¿A qué condición deseas vivir tu matrimonio? Quizá, ¿A ser cómplice de un adúltero(a)? Cuando Jesús le dice a Pedro que debe de perdonar 70 veces 7, no le dijo, pero continúa con esa persona haciendo o avalando lo que él hace. Eso no es así, perdona a tu pareja, pero si no tiene deseos de cambiar… Es tu decisión si quieres seguir participando de ese pecado, eso nos hace vivir en la mentira y de igual manera nos hace pecadores. Igual sucede en muchas cosas de la vida, si sabemos que una persona en su actuar no tiene deseos de cambiar, mal hace quien se fía de esa persona…muchas personas no quieren vivir bajo la verdad, sino que bajo “su verdad”, esto los hace sentirse dioses (Gen.1). No me refiero a juzgar, sino a ser coherentes, objetivos, y vivir bajo la ley del verdadero amor, pero el egoísmo no lo es…La persona que hace mal y no desea cambiar no vive bajo el amparo del amor, sino de sus propios caprichos.

En su mismo libro, el P. Medina dice que “cada uno somos responsables de nuestros propios actos y decisiones. Pero no podemos tener control sobre las acciones de los demás.”

Alguien me dijo una vez que lo que bien se aprende, nunca se olvida. Pero en el conocimiento, en la madurez y en la fidelidad a Dios puedes reconocer si eso que aprendiste es lo correcto o no.

Mis amigos, les invito en este momento a que oren conmigo en agradecimiento a Dios como nuestro amigo fiel, “Señor, en todos los momentos de mi vida, has caminado junto a mí. He sentido tu presencia y he escuchado tu voz. Tu eres mi creador y yo soy tu creatura. Tu eres DIOS y yo soy un ser humano, Tu eres un juez justo y yo tu penitente. Tu eres el pastor y yo tu oveja. Tu, Señor, eres mi maestro y yo tu discípulo. Enséñame a conocerte mejor para vivir en la verdad y amarme a mí y a los demás como tu HIJO me lo pide. Todo esto Padre te lo pido en nombre de la preciosa sangre de tu hijo Jesucristo que vive y reina, por los siglos, de los siglos. Amén.”

Richard M. Samour, Seminarian of the Archdiocese of San Antonio, 4th Theology - Assumption Seminary, 2600 West Woodlawn Ave., San Antonio, Texas 78228, "For Nothing is impossible with God...." Lk 1:37, www.rimisa.net

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