domingo, 9 de octubre de 2011

La Fiesta de Bodas (San Mateo 22, 1-14)

Por Richard Samour

“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” (Mt. 16: 15 – 18)

EL mensaje del evangelio del domingo podría resumirse con las mismas frases que aparecen en el evangelio: “Muchos los llamados, pocos los escogidos.” Resulta clara y sencilla de entender la parábola. Jesús advierte a los judíos de su tiempo que a pesar de que ellos habían sido escogidos por SU padre como pueblo; y esto fue debido a las injusticias que se cometían contra ellos, les advierte que EL viene a ser el nuevo Moisés, aquel quien habían anunciado los profetas en el Antiguo Testamento.

Los judíos de entonces y los actuales no reconocen a Jesús como el Mesías, el hijo de Dios y el Dios mismo. Ellos aún esperan la venida del mesías quien ha de venir con sus ejércitos, carruajes y todo portento de poder. Para ellos el Torah es lo que deben de seguir y cumplir, lo demás…es lo de menos.

Pero hagamos un poco de exégesis del texto: El rey es Dios. El hijo (v. 2) es Jesús, Los invitados (v. 3), son el pueblo judío. Los primeros siervos (v. 3) son los profetas hebreos. El segundo y tercer grupo de siervos (vv. 4, 8) son los misioneros cristianos. La ciudad incendiada (v. 7) es Jerusalén. Los “malos y buenos” (v. 10) constituye a la congregación mixta de la iglesia. La figura-Dios (dueño/rey) provee algo maravilloso (una gran viña/un banquete de fiesta). Entonces manda a sus siervos para que lleven un mensaje (paguen los frutos/vengan a la fiesta), y la gente (labradores/invitados) maltratan y matan a los siervos (profetas/sacerdotes/evangelistas cristianos). La figura-Dios persiste y manda a otros siervos, a quienes la gente maltrata. La figura-Dios entonces castiga a los beneficiarios originales, que eran los judíos y transfiere el beneficio (viña/banquete) a otros, los que deciden dejar la tradición del Torah por la “Nueva Alianza” que se hace cumplimiento con la imagen de Jesús en el Nuevo Testamento.

Hay muchas imágenes en el evangelio de Mateo que debemos entender y hacer vida.

Primero, Jesús expresa quienes serán salvos, o sea los que van a estar en su reino. No solo aquellos escogidos de su tiempo, el pueblo de Israel. La boda del Rey representa la fiesta del reino de los cielos, pero no van a asistir todos porque muchos rechazan la invitación del Señor. El bautismo es la puerta que abre el camino al encuentro con la salvación. El evangelio es universal, y por medio de misioneros, de cristianos fieles, pero por sobre todo la iglesia se predica en todas las naciones, por eso se llama universal (griego: Católica). Y llegará por todos los rincones del mundo.

“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” (Mt. 16: 15 – 18) De igual manera, el que crea…pero se refiere a los que crean en las palabras y mandatos que Jesús dejó establecido.

Lastimosamente, muchas personas por vivir una vida acomodada y sin compromisos siguen “evangelios” distorsionados. Esto ha hecho de alguna manera que el mundo viva en confusión y practicando “doctrinas” de acuerdo a la cabeza de muchos.

La invitación llama a la acción, y “los invitados” lo único que veían era la incomodidad de ello. Porque la salvación, que es gracia de Dios, no viene solo por la fe, sino que incluye obras porque de igual manera el demonio tiene fe en Jesús.

Así también, la llamada de Cristo, con detalles específicos, puede ser muy inconveniente. Como los invitados de la parábola, encontramos fácil aceptar a Cristo en principio, y, como ellos, encontramos menos fácil aceptar los detalles específicos: la llamada de Cristo a servir en la junta de administradores de la iglesia, o a enseñar en la Escuela Dominical, o a abstenerse sexualmente hasta el matrimonio, o a invitar a un compañero o compañera de trabajo a la iglesia, o a dar el diezmo.

El lugar donde “la llanta toca el asfalto” puede ser bastante áspero. Estamos dolorosamente tentados a reservar nuestro discipulado para las partes de la vida que no requieren que cambiemos, que no nos fuerzan a salir fuera de nuestra zona de comodidad. Y al final la cultura y nuestros caprichos y egoísmos imponen nuestro estilo de vida.

Sin embargo, la parábola es concreta cuando a los que Dios llama ponen excusas para no escucharlo o hacer cosas que también son importantes, las cosas que los distrajeron eran buenas, no malas.

La tentación frecuentemente viene vestida muy honestamente. Por ejemplo, tenemos que trabajar, hacer mandados, cuidar a los niños, limpiar la casa, cocinar y lavar los platos, pagar las cuentas, cortar la hierba, reparar una gotera. No digo que no debe de hacerse, para todo hay tiempo. ¿Dónde podemos encontrar espacio para Dios en nuestra “lista de quehaceres”? ¿Por qué debo de ir a la iglesia, si solo soy YO y Dios”? Y nos ponemos al mismo nivel de Dios. Ahí nuevamente el egoísmo, por eso la cruz de Jesús apunta hacia el cielo por la relación con nuestro padre y hacia los lados que es la comunidad eclesial.

Tal vez tengamos tiempo para Dios después de que hayamos reparado la gotera. Tal vez hay espacio para Dios al final de la lista, tal vez simplemente tengamos que hacer una nota mental de que Dios es importante, y tengamos que “anotarlo” en nuestra próxima lista de quehaceres. O, tal vez, solamente esperemos una ocasión cuando tengamos todo el tiempo necesario, un estado ideal que solamente algunas personas privilegiadas tienen: los prisioneros, los que están en casas de retiro y lugares semejantes.

La salvación no viene dada por sí misma, ni porque Dios nos ama tanto en su gracia, no puede haber una fe recta y honesta si esa fe no transforma, no produce acciones buenas hacia los demás, Jesús nos entregó el mejor ejemplo con su ministerio y ese amor por nosotros lo llevó a la muerte de Cruz.

A veces la cruz que cargamos, de los problemas, la familia, el trabajo, nos llevará a la salvación si mantenemos fijos la mirada en Dios, y tomados de la mano de la iglesia, que es nuestra comunidad caminaremos juntos por el verdadero camino, no aquel que ofrecen otros, como la serpiente en el principio de la creación ofreció a Adán y Eva. O quizá como aquellos quienes esperan a su mesías que lo ofrecen allí en la tienda de la esquina…

Les invito a meditar estas lecturas de Mateo: “Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (5:20). “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (7:21). “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que haga los frutos de él” (21:43).

Finalmente, esta semana aprendí esta frase de Sta. Teresita del Niño Jesús, y me pareció impresionante y muy fuerte… “Aún y en el fondo de mi corazón, mis sentimientos piensan.” ¿Qué les parece?

Richard M. Samour, Seminarian of the Archdiocese of San Antonio. 4th Theology - Assumption Seminary 2600 West Woodlawn Ave. San Antonio, Texas 78228 www.rimisa.net

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