sábado, 1 de octubre de 2011

Ecuador recuerda incidentes del 30 de Septiembre

Agencias Noticiosas

Correa sigue aprovechando políticamente el incidente para arengar a sus bases y reprimir a sus opositores

Correa lo califica de intento de golpe de Estado

Diversos sectores ecuatorianos culpan a Correa por los violentos incidentes

Quito. Con misas, ofrendas florales, concentraciones ciudadanas y una disculpa de la Policía, Ecuador recuerda la sublevación del 30 de septiembre de 2010, sin que se haya acusado a nadie de las diez muertes de ese día.

El jefe de Estado, Rafael Correa, reiteró que ayer hizo un año hubo un intento de golpe de Estado, y dijo tener “indicios de que esto se estuvo preparando con tres semanas de anticipación y que hubo policías manipulados”.

Pero también hubo otros policías que actuaron “muy conscientemente coordinados con fuerzas políticas de oposición y lo que pasa es que les falló el golpe”, dijo.

Críticas al Presidente

El asambleísta Cléver Jiménez (opositor) afirma que el 30 de septiembre de 2010 es “otra página oscura en la historia nacional”, y señaló como “principal responsable” a Correa, porque a su juicio no actuó “con responsabilidad, serenidad, prudencia y sobre todo con la verdad”

Hace un año, Correa acudió a un regimiento policial para tratar de dialogar con policías que protestaban, pero quedó atrapado en un hospital, rodeado de agentes sublevados.

El mandatario confirmó que él dio la autorización para su rescate, pero aclaró: “Si hubiera sabido que iba a haber esa balacera, no la daba (la orden). Prefería perder la vida y no esa balacera”.

Policía ofrece disculpas públicas

El comandante de la Policía de Quito, Juan Carlos Rueda, en el mismo escenario donde hace un año comenzó la protesta policial, ofreció disculpas públicas por los sucesos que protagonizó un grupo de agentes hace un año.

”Quiero pedir disculpas por lo que sucedió en ese fatídico día”, apuntó Rueda, quien dio excusas públicas también a los familiares de los fallecidos y a los heridos, al tiempo de “asumir el deber histórico y ético por los hechos” de aquel día.

Los deudos recordaron el 30-S con luto

Una pequeña placa y un sencillo ramo de flores simbolizaron el homenaje para Jacinto Cortez Jhayya. Casi en solitario, ayer los padres y parientes vivieron su día de luto y a eso de las 13:00, acudieron a colocar las ofrendas en el parterre de la avenida Mariana de Jesús, junto al sitio donde falleció uno de los militares en medio de la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010.

"Aquí cayó un boina roja, un soldado de aire, mar y tierra, honor y gloria de las victoriosas fuerzas especiales en defensa de la Democracia", reza parte del texto escrito con letras doradas en la placa. A media mañana, Gilberto Cortez, tío de la víctima del 30-S, supervisaba que obreros colocarán bien el recuerdo.

Más tarde, Tomás Cortez y Mariana Jhayya, padre de Jacinto, además de un familiar llegaron al sitio. Lo hicieron después de acudir a la misa en la Catedral y de comprar flores rojas en el Mercado Central de la capital. Lucían cansados y apenados. Viajaron en una camioneta que les facilitó la Prefectura de Santo Domingo. Solos, bajo un fuerte sol, los padres de Jacinto permanecieron en el sitio por varios minutos.

Tomás Cortez, padre del militar fallecido, contó que intentó hablar con el presidente Rafael Correa durante la misa para pedirle que se declare héroes nacionales a las cinco víctimas del 30-S. También que se aseguren los estudios de sus dos nietos, uno de 2 años y otro de 3 meses; y que se agiliten las investigaciones sobre la muerte del militar.

Mientras se mantenían en el lugar pasado las 13:30, a Mariana Jhayya, madre de Jacinto, se le vinieron los recuerdos del jueves 30 de septiembre del 2010. Justo a esa hora, su hijo la había llamado para darle una buena noticia: aprobó el examen de ascenso. Incluso le pidió a su madre que se preparara para la ceremonia de ascenso, que debía ser ocho días después, pero siete horas más tarde sufrió heridas de gravedad
y falleció.

Un año después, no hubo honores ni interminables visitas en el sitio donde Cortez cayó herido de muerte, como ocurría a unos 100 metros, en el sitio donde se desplomó el policía Froilán Jiménez. Hasta allí, decenas de personas acudían para dejar flores, encender velas o colocar manifiestos.

Una de esas ofrendas también salió desde el Regimiento Quito 1 (RQ1). A las 09:15, 12 boinas negras del Grupo de Operaciones Especiales y nueve boinas verdes del Grupo de Intervención y Rescate caminaron hasta la esquina de la av. Mariana de Jesús y calle Arteta y Calisto. Allí, bajo un árbol, donde falleció el universitario Juan Pablo Bolaños, un grupo colocó un ramo de flores.

Otros 11 uniformados cruzaron la calle para depositar igual ofrenda en honor a Froilán Jiménez. Un poco antes, uno a uno, policías del GIR, al que pertenecía Jiménez, bajaron de un bus con una flor en la mano y rodearon la placa para depositar dos ramos y una tarjeta en la que se leía: "De tus camaradas, un policía no abandona a otro policía. Firma: Comando GIR".

En silencio, los uniformados del GOE y del GIR volvieron al RQ1, a media cuadra del sitio. Allí las actividades se realizaban con relativa calma. Algunos uniformados comentaban entre sí lo ocurrido hace un año, pero nadie decía nada en torno a los discursos del coronel Juan Carlos Rueda, comandante de Policía del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ). Justo en el sitio donde se encendió la revuelta del 30-S, ayer desde las 06:15, se formaron 850 policías para pasar lista y escuchar al coronel Rueda.

El jefe policial pidió perdón a las cinco víctimas del 30-S, a los heridos y a los familiares, al GIR y al GOE "por el sufrimiento causado". Además, se disculpó con los quiteños por lo ocurrido en el 30S y dijo que como Comandante de Policía del Distrito Metropolitano "asumo, en nombre de sus compañeros, el deber histórico y ético de responsabilizarnos ante el pueblo por los hechos vergonzosos de ese día".

Aún cuando los uniformados se mantenían formando filas, llegaron al RQ1 el ministro del Interior, José Serrano, y el comandante general de Policía, Patricio Franco. Este último dijo que "ser policía de Ecuador es saber decir me equivoqué y proponerse no cometer el mismo error, es levantarse cada vez que se fracasa con un espíritu de aprendizaje".

Después de esos discursos, los uniformados salieron a patrullar la ciudad y nadie quiso comentar sobre lo expresado por sus superiores. Las actividades fueron normales en las oficinas administrativas del DMQ, ubicado en el segundo piso, cuya entrada da justo a la ventana desde donde el presidente Rafael Correa, intervino la mañana del 30S. Ahora una puerta corrediza divide ese espacio.

En los patios y en el helipuerto se notaba una relativa calma. Aunque esta vez, nueve tanquetas, un bus y 13 autos bloqueaban el paso por donde el presidente Correa cruzó hacia el hospital de la Policía, el 30S.

En la avenida Mariana de Jesús, a unos 300 metros de allí, la gente seguía llegando a rendir tributo a los caídos en la revuelta policial, en especial a Froilán Jiménez.

En la tierra natal de este policía también hubo un homenaje. El sol brillaba en Quilanga, cantón a 105 kilómetros de la capital lojana. Cuando el reloj marcaban 09:30, se inició una misa en la iglesia central. Los padres de Froilán y cuatro hermanas llegaron hasta la cabecera cantonal y fueron acompañados por pequeñas delegaciones de la Federación del Seguro Social Campesino, el Alcalde del cantón Espíndola, funcionarios del Gobierno Provincial de Loja y vecinos del lugar.

Aunque no estaba previsto hacerlo, la gente se trasladó en una caravana de vehículos hasta el cementerio de la parroquia San Antonio de las Aradas, para colocar flores sobre la tumba de uno de los 20 policías que salieron del lugar.

En Ibarra, hasta la bóveda 84 del cementerio San Miguel de Ibarra, en la que está sepultado el policía Efrén Calderón, no llegaron ni flores, ni tarjetas. Por la mañana, solo obrero del camposanto hizo una limpieza de rutina.

"El Presidente celebra la democracia. Eso está muy malo. ¿Cómo va celebrar?. Es como si estuviera el diablo bailando encima de los muertitos", dijo Lidia Calderón, madre del uniformado muerto.

Ella y sus familiares tienen previsto para esta tarde celebrar una misa en su memoria.

En Ambato, el primer aniversario de la muerte del soldado Darwin Panchi fue motivo de dos eventos. El primero fue el jueves ante su lápida situada en el Parque de Los Recuerdos. A una breve ceremonia asistieron varias autoridades, quienes colocaron una ofrenda floral que tenía la forma del escudo ecuatoriano junto a la lápida blanca ubicada en el suelo. "No es una celebración, estamos conmemorando un hecho que no debe repetirse", dijo el gobernador de Tungurahua, Alexis Sánchez. Amada Ortiz, madre del infortunado soldado de 21 años, no asistió por su delicado estado de salud.

En el caso de Jacinto Cortez, como sus padres viajaron ayer a Quito, ellos dejaron para hoy la ceremonia religiosa de recordación en Santo Domingo de los Tsáchilas. Esperan esta vez no estar tan solos como ocurrió ayer. Se sintieron abandonados, ya que ni jefes militares y compañeros ni otras personas acudieron hasta el lugar donde colocaron la placa en la que aparece el rostro de su hijo. En una pared gris resaltaba una lamina en la que se destacaba el rostro del militar y está al frente de la vereda hasta donde los compañeros de Jacinto alcanzaron a llevaron tras ser herido el 30S.

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