Por Luis Montes Brito
Para Diario El Mundo, El SalvadorRevista Digital Gurú Político, México

Para nadie es un secreto que la cartera de Justicia y Seguridad sumado a la de economía es el lado flaco más visible de la administración Funes en El Salvador.
En lo referente a seguridad pública, aunque las estadísticas presentadas por el GOES señalan una mejoría, los informes internacionales certifican lo que el pueblo vive a diario en carne propia: El Salvador es un país cuya situación de seguridad se ha deteriorado aceleradamente en los años recientes, llevándolo a convertirse en el más violento del mundo de acuerdo al informe Carga Global de la Violencia Armada: Encuentros Letales, generado por la Declaración de Ginebra sobre la Violencia Armada y el Desarrollo.
La situación ha llegado a un descontrol tal que está llevando al gobierno de Funes a tomar medidas desesperadas y altamente riesgosas para la joven democracia del país, que carga entre sus principales lastres una cultura orientada hacia el autoritarismo y la intolerancia. El rumor es cada vez mayor: la solución del gobierno de Funes para solucionar la crisis es concentrar el poder de Defensa y Seguridad Pública en un hombre fuerte, el actual Ministro David Munguía Payés.
Opino que descalificar a una persona para dicho cargo solamente porque es militar es injusto, discriminatorio y obedece más a resentimientos y desconfianzas que a un análisis objetivo.
De ser cierto el rumor: ¿estará el presidente y su grupo más allegado pensando en el bien del país? lo dudo.
Primero de forma muy discutida, maniobró las leyes pertinentes para obtener su cuestionado grado de General que le fue negado con razón o sin razón pero sí apegado a derecho por el Presidente Calderón Sol.
¿Qué gana o qué pierde el país con dicho nombramiento?
Munguía Payés tendría que nombrar su equipo de confianza para realizar tan delicada misión llevando consigo a oficiales que actualmente laboran con él y posicionarlos de manera paralela a la estructura formal de la PNC, sobre todo en el área de Inteligencia. La FAES absorbería cada vez más la desgastante función de seguridad pública, con lo que al final del período deberá asumir los aciertos pero sobre todo los fracasos obtenidos, mientras los políticos estarán a la espera de señalárselos. Cabe preguntarse: ¿vale la pena para el país volver a su reciente pasado?
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