lunes, 14 de noviembre de 2011

Defensa y Seguridad Pública en El Salvador: De Regreso al Futuro

Por Luis Montes Brito

Para Diario El Mundo, El Salvador

Revista Digital Gurú Político
, México


Descalificar a una persona para dicho cargo solamente porque es militar es injusto, discriminatorio y obedece más a resentimientos y desconfianzas que a un análisis objetivo.

Para nadie es un secreto que la cartera de Justicia y Seguridad sumado a la de economía es el lado flaco más visible de la administración Funes en El Salvador.

En lo referente a seguridad pública, aunque las estadísticas presentadas por el GOES señalan una mejoría, los informes internacionales certifican lo que el pueblo vive a diario en carne propia: El Salvador es un país cuya situación de seguridad se ha deteriorado aceleradamente en los años recientes, llevándolo a convertirse en el más violento del mundo de acuerdo al informe Carga Global de la Violencia Armada: Encuentros Letales, generado por la Declaración de Ginebra sobre la Violencia Armada y el Desarrollo.

Otros documentos internacionales independientes al citado sentencian lo mismo. “El documento del Asocio para el Crecimiento” (APC), firmado recientemente por los gobiernos de El Salvador y Estados Unidos, cita un informe de 2011 de Naciones Unidas sobre homicidios, que sitúa a El Salvador como el segundo país más violento del mundo.

La situación ha llegado a un descontrol tal que está llevando al gobierno de Funes a tomar medidas desesperadas y altamente riesgosas para la joven democracia del país, que carga entre sus principales lastres una cultura orientada hacia el autoritarismo y la intolerancia. El rumor es cada vez mayor: la solución del gobierno de Funes para solucionar la crisis es concentrar el poder de Defensa y Seguridad Pública en un hombre fuerte, el actual Ministro David Munguía Payés.

El posible nombramiento de esta persona ha sido repelido inmediatamente desde la izquierda hasta la derecha, las declaraciones de Sigfrido Reyes y Alfredo Cristiani resumen las posiciones de ambos lados del espectro político.

Opino que descalificar a una persona para dicho cargo solamente porque es militar es injusto, discriminatorio y obedece más a resentimientos y desconfianzas que a un análisis objetivo.

Sin embargo, la situación se vuelve diferente y altamente riesgosa cuando ese militar está de alta, es el hombre de confianza del presidente y en la práctica se convertirá en un poderoso super ministro que manejará a su antojo ambas carteras, a pesar que la historia reciente ha demostrado que estas juntas son la probeta ideal para desarrollar un embrión de caudillo con ínfulas dictatoriales.

De ser cierto el rumor: ¿estará el presidente y su grupo más allegado pensando en el bien del país? lo dudo.

Más allá de su respetable hoja de vida militar, lo hasta ahora visto es que Munguía Payés ha utilizado el gobierno de Funes para viabilizar sus intereses personales de vendetta, protagonismo y de futuras ambiciones.

Primero de forma muy discutida, maniobró las leyes pertinentes para obtener su cuestionado grado de General que le fue negado con razón o sin razón pero sí apegado a derecho por el Presidente Calderón Sol.

Es sabido que Munguía es una de las cartas presidenciables del grupo allegado a Funes, quienes entusiasmados por lo acontecido el fin de semana anterior en Guatemala con el General Otto Pérez y presionados por el calendario electoral salvadoreño se animarían a realizar este riesgoso movimiento.

¿Qué gana o qué pierde el país con dicho nombramiento?

Aún si Munguía Payés fuera el hombre correcto para el cargo, el movimiento es demasiado tarde, solo dispone de un horizonte máximo de 30 meses para cambiarle la cara al país. De cara a las elecciones de 2014 el FMLN estaría desembarazándose de una fracasada gestión en dicha materia, la Fuerza Armada asumiría nuevamente de manera riesgosa e innecesaria una función política y represiva como es la función policial, dentro de una Policía Nacional Civil altamente politizada e ineficiente cuyos principales mandos responden más a intereses de partido que del mismo gobierno.

Munguía Payés tendría que nombrar su equipo de confianza para realizar tan delicada misión llevando consigo a oficiales que actualmente laboran con él y posicionarlos de manera paralela a la estructura formal de la PNC, sobre todo en el área de Inteligencia. La FAES absorbería cada vez más la desgastante función de seguridad pública, con lo que al final del período deberá asumir los aciertos pero sobre todo los fracasos obtenidos, mientras los políticos estarán a la espera de señalárselos. Cabe preguntarse: ¿vale la pena para el país volver a su reciente pasado?

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