Para The Huffington Post
Su Santidad Francisco en cortísimo
tiempo ha logrado sorprender y fascinar a todo el mundo ¿cómo y por
qué? Simplemente porque
se ha comportado como lo que es: un ser humano.
Obviamente no es un ser humano
cualquiera, es uno que ahora tiene grandes privilegios pero sobre todo una
enorme responsabilidad: Detener la fuga de devotos, recuperar la Fe, credibilidad
y sobre todo la confianza de los fieles católicos.
El Cardenal Bergoglio, sin haber
tenido tiempo para realizar una campaña proselitista para que lo eligieran como
Papa, sin la oportunidad de lucirse como gran orador o mostrar otras dotes que
hubiesen inclinado la balanza a su favor, sin contratar una costosa agencia de
imagen y publicidad que le ayudaran a modificar o esconder sus debilidades y
resaltado sus fortalezas, sin prometer siquiera como eslogan “el cambio”, sello distintivo de su
gestión, sin contratar medios para que publiciten los “logros alcanzados”, todo esto lo
ha conseguido en apenas dos semanas de estar en el foco de atención mundial. Adicionalmente
se ha ganado el respeto, admiración, cariño y confianza de creyentes y no
creyentes.
Su antecesor Benedicto XVI, aunque
muy apegado a los principios eclesiásticos no tiene carisma, no terminó de
conectar con su rebaño. El carisma no se adquiere, se nace con él.
¿Cuál ha sido entonces la clave del
éxito del Papa Francisco? Además de su sencillez y su carisma natural. Demostrar
con pequeños hechos la solidez de su mensaje. Mostrarse como el ser humano que
es, consecuente para lo que fue elegido: el sucesor de un pescador hijo de una
pareja de padres modestos, el representante terrenal de alguien que es venerado
precisamente por su sencillez.
Cuando observo el contundente
éxito de imagen que en tan corto tiempo ha cosechado el Papa, imagino lo que puedan
estar pensando algunos políticos y sus asesores mediáticos. Tal vez este
ejemplo sea aprovechado y los haga comprender que ahora la gente clama por líderes
que sean verdaderos servidores públicos y no por aprovechados que se sirven de
la gente.
El mundo parece estar despertando
de un superficial deslumbramiento por lo
sofisticado, lo caro y lo extravagante de sus dirigentes, lo que tal vez antes
era admirado hoy es mal visto.
Es indiscutible que actualmente
son apreciados y respetados aquellos líderes sensibles, consecuentes y
coherentes. Estas virtudes son capaces de vencer barreras ideológicas,
religiosas y sociales como lo demuestran los ejemplos, orgullosamente
latinoamericanos, del Papa Francisco y del presidente uruguayo José Mujica. Dos
personas que están lejos de ser perfectas, que no son inmunes a la polémica
pero que indiscutiblemente son admirados y respetados por la enorme mayoría,
más allá de las fronteras de su feligresía o sus países.
Ambos ejemplos, imitables, debiesen
ser considerados por el resto de gobernantes y líderes o por quienes aspiran
serlo. No confundir sensibilidad y sencillez con falta de carácter. Las
trayectorias de Bergoglio y Mujica demuestran que todas estas virtudes no son
excluyentes entre si en un mismo ser humano.
Los líderes de países con grandes
franjas de ciudadanos sumidos en la pobreza, falta de desarrollo, con múltiples
carencias que solventar pero que ejercen sus gobiernos rodeados de gustos extravagantes
y una forma de vida que supera por mucho a la del promedio de sus gobernados,
hace tiempos que dejaron de ser admirados, actualmente son aborrecidos, incluso
por aquellos que se benefician de sus dádivas. Es cuestión de tiempo u ocasión
para que se haga sentir el desprecio de quienes aparentemente les sonríen y
celebran lo que hacen.
La buena noticia es que la admiración
y el respeto se vuelve personal a diferencia del desprecio que se granjean
aquellos que pretenden gobernar o dirigir desde una posición muy distinta a la
de sus dirigidos. Cuando los gobernantes corrigen el rumbo oportunamente los gobernados lo aprecian
inmediatamente.
Al ver las humanas y humildes acciones
del Papa Francisco solo viene a mi mente parafrasear a Neil Armstrong el primer
hombre que pisó la luna y que al hacerlo dijo “Un pequeño paso para el hombre un
gran paso para la humanidad”. A lo que Francisco podría decir con toda
propiedad “Un pequeño acto para el hombre un gran cambio
para la humanidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario