viernes, 7 de enero de 2011

Latinoamérica a la vanguardia en igualdad de género en política

Tomado de Wall Street Journal

Presidentas Latinoamericanas: Cristina Kirchner; Argentina, Laura Chinchilla, Costa Rica; Dilma Rousseff, Brasil.

Por Paulo Prada

Tras su toma posesión, Dilma Rousseff se convirtió en la primera mujer en gobernar el mayor país de América Latina.

Eso podría parecer una hazaña en una región que desde hace tiempo se asocia con una cultura machista, pero el ascenso de Rousseff, una ex ministra y ex guerrillera, al puesto más alto de Brasil la convierte en la tercera mujer que encabeza un gobierno latinoamericano actualmente y la sexta desde la década de 1990. Mujeres hoy se desempeñan como presidentas de Argentina y Costa Rica, y otras tres lo han sido en Chile, Panamá y Nicaragua.

En su discurso luego de su victoria la noche de las elecciones, rodeada de asesores masculinos en un hotel en la capital brasileña, Rousseff prometió concentrarse en el progreso continuo de las mujeres en Brasil. Con ese fin, ha nombrado a por lo menos ocho mujeres en el gabinete, el número más alto en la historia del gobierno brasileño.

Dilma Rousseff, ex ministra y ex militante de izquierda, se convirtió en la primera presidenta de Brasil.

América Latina aún se queda atrás con respecto a gran parte del mundo desarrollado cuando se trata de igualdad de género en el sector empresarial y muchas profesiones fuera de la política. Aunque las mujeres ahora representan 53% de la fuerza laboral en América Latina, comparado con sólo 35% en 1980, según el Banco Interamericano de Desarrollo, aún representan sólo una fracción de los puestos gerenciales.

Y las mujeres políticas, a pesar de su ascenso, enfrentan prejuicios de que son meras apoderadas de mentores masculinos. Rousseff era una desconocida en Brasil antes de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva la convirtiera en ministra y jefa de gabinete, y luego la designara para sucederlo como la candidata del partido gobernante. Las acusaciones de que sólo le cuidará el asiento presidencial mientras él se alejaba del poder para cumplir con los límites de mandato resurgieron hace poco luego de que Da Silva, en una entrevista televisada, afirmara que no descarta presentarse para la reelección en el futuro.

Y antes de terminar a principios de este año su exitoso mandato como presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ex ministra de Salud y de Defensa, debió salir de la sombra de Ricardo Lagos, su predecesor y aliado.

Al hablar ante una reunión de líderes regionales en el sur de Brasil este mes, Cristina Fernández de Kirchner, quien sucedió a su fallecido esposo, Néstor Kirchner, como presidenta de Argentina, afirmó que el sexismo se mantiene para las mujeres que cumplen roles más allá de "samaritanas, enfermeras y maestras".

De todos modos, más allá de cualquier escepticismo sobre cuán profundo y perdurable es el cambio, la elección de Rousseff a fines de octubre solidifica una tendencia en los gobiernos de la región que hace que América Latina parezca completamente progresista en comparación con algunas de las mayores democracias del mundo. En EE.UU., Japón y Francia, por ejemplo, el progreso en temas de género no ha logrado impulsar a las mujeres al mayor cargo de elección pública.

"América Latina de alguna forma está a la cabeza", señala Mayra Buvinic, directora del grupo de género y desarrollo del Banco Mundial en Washington. "Aún hay muchos desafíos, pero el progreso reciente es sorprendente".

América Latina se ubica segunda detrás de los países nórdicos en cuanto al porcentaje de mujeres elegidas para cargos de nivel parlamentario, según la Unión Interparlamentaria, un grupo de cuerpos legislativos en todo el mundo. En países como Argentina y Bolivia, dos de los más avanzados en términos de mujeres en puestos gubernamentales, el porcentaje está bien por encima de 30%, según datos compilados por Internacional IDEA, una agencia intergubernamental que promueve la democracia en todo el mundo.

Una herramienta que ha impulsado una mayor participación en algunos países son las cuotas.

Cada vez más usadas en sistemas electorales en todo el mundo, las cuotas en general reservan una cantidad específica de cargos electorales para mujeres, o requieren que los partidos políticos incluyan un porcentaje mínimo de mujeres en sus listas de candidatos. Adoptada por primera vez por Argentina en 1991, alguna forma de ley de cuotas ahora existe en otros 10 países latinoamericanos, incluidos Brasil, México y Perú.

Pero los sociólogos y los académicos especializados en elecciones afirman que muchos otros factores se han combinado en las últimas décadas para darles a las mujeres una mayor participación en la política latinoamericana. Por un lado, durante décadas las mujeres han tenido una influencia considerable en temas comunitarios y en movimientos de base —líderes femeninas y grupos de mujeres pelearon por la democracia y contra las dictaduras en todo el continente— incluso si los puestos más altos los ocupaban hombres.

1 comentario:

  1. ¿Hazme el favor?

    La única razón por la que sucede esto es porque América Latina es tan débil militar, política y económicamente hablando, que la comunidad internacional puede imponerles cualquier política por aberrante que sea. Ahí esta el caso de las cuotas de género, medidas injustas y de verdad antidemocráticas, que nunca fueron consultadas con la población sino con corresponsales extranjeros.

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