sábado, 29 de enero de 2011

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LOS CINCHAZOS

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos



Quisiera profundizar en el tema del castigo, porque siempre he visto, y sigo viendo en los comentarios, que genera confusión, ambivalencia entre lo que manda la cultura o la costumbre, y lo que manda la psicología; contradicción entre lo que dicta un arrebato de cólera y frustración, y lo que dice el sentido común en estado de tranquilidad. Particularmente me preocupa que el “método del cincho” sigue arraigado en nuestra cultura. Y lo cierto es que ya no son tantos como eran en generaciones anteriores los que defienden dicho método. La mayoría ya comprende que es inadecuado, pero en muchos casos, lo sigue aplicando. ¿Por qué?

Hay dos explicaciones que se conjugan. Una es la tendencia del ser humano, particularmente los latinos, a descargar violentamente los arrebatos de cólera y frustración; violencia que reprimimos a nivel social (y no siempre), y que descargamos donde podemos y con quien podemos, es decir, en el hogar, por ser privado, y con los hijos (a veces la esposa también), que son más débiles. La otra explicación es la falta de preparación para saber manejar los conflictos con los hijos. De hecho, muchos comprenden que el cinchazo es inadecuado, pero al mismo tiempo se preguntan Entonces... ¿Cómo?

A un lector le contestaba que, definitivamente, el castigo con cincho en ningún caso debe aplicarse. Siempre preguntémonos ¿estamos tratando de enseñarles algo a los hijos, o nos estamos vengando por el enojo debido a algo que hayan hecho? Pongámonos en su lugar. ¿Aprenderíamos algo a cinchazos? Definitivamente no; únicamente a tener temor, pero es completamente equivocado pensar que infundiendo temor se está educando. Educar es ENSEÑAR. Si a usted tienen que corregirle algo en su trabajo, ¿cómo prefiere que lo hagan? ¿Explicándole el problema de buena manera, la forma de corregirlo y motivándole a un cambio de actitud; o apuntándole con una pistola o de cualquier otra forma intimidatoria o violenta? ¿Cómo reaccionaría usted en uno y otro caso?

El gran error que suele cometerse con los hijos es que no se habla con ellos y no se les explica el problema de su comportamiento; simplemente se recurre al castigo directamente, que, al no ser efectivo, va aumentando en dureza. Y al ser, además, muy frecuente y repetitivo, se vuelve rito, costumbre, y no sirve de nada. Lo ideal es tratar de que el hijo sienta un poco de vergüenza por su comportamiento, y a la vez la oportunidad de corregirlo por si mismo, pero eso no se consigue con castigos, gritos ni humillaciones; todo lo contrario.

Explicándole el problema suave y tranquilamente, con un lenguaje simple al nivel que él o ella pueda entender, y dejando claro que solo se le está tratando de enseñar, pero que se le sigue queriendo igual, suele ser lo más efectivo, sobre todo si cuando percibimos que está entendiendo, le damos un abrazo y un beso, y “aquí no ha pasado nada”. Es cierto que pese a ello algunas veces se ponen tercos y no quieren entender. Entonces tiene sentido el castigo moderado, y no físico.

Sólo excepcionalmente, en caso extremo, tiene sentido una acción física moderada, como una nalgada, o un agarrón del brazo, si con ello creamos un impacto en el hijo para cortar una situación que de otro modo se nos escapa de las manos. Pero cuando este tipo de acciones se vuelven frecuentes, ya no impactan, pierden todo su sentido, y significa que algo ha fallado en los pasos previos. El cinchazo es una acción física demasiado agresiva que nunca debe utilizarse.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
http://www.dramendozaburgos.com/


Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamin Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario