jueves, 5 de septiembre de 2013

Mayoría de G20 no quieren intervención militar en Siria

Tomado de El País 
Putin recibe a Van Rompuy (derecha) en San Petersburgo.
La mayoría del G20 intenta convencer a Obama para que no ataque Siria

Por Pilar Bonet

Van Rompuy pide que se publiquen cuanto antes los resultados de las inspecciones de la ONU

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el grueso de la comunidad internacional representada en el G20 intentaban evitar el jueves que Barack Obama les involucre o se lance en solitario a una operación militar contra Siria de nebulosas e impredecibles consecuencias. En el primer día de la cumbre que se celebra en el palacio de Constantino, en Strelna, a las afueras de San Petersburgo, los países de la Unión Europea (UE) trataban de no dejar desamparado al inexperto líder norteamericano, que se ha dado a sí mismo un escaso margen de maniobra.
Obama se ha colocado en una situación difícil al pedir el apoyo de sus legisladores para una operación militar, que es rechazada por Rusia, China, Alemania e incluso el Reino Unido, entre otros. Los cinco mayores países europeos, entre ellos España, trabajaban el jueves para lograr una posición común de “mínimos” con objeto de afrontar la situación en Siria, según manifestó una fuente de la Moncloa en el entorno de la cumbre.
Los aliados europeos de EEUU podrían perfilar una fórmula para “nadar y guardar la ropa”, que parece complicada, si de lo que se trata es compatibilizar la vía política y la vía militar que Obama ha transformado en una disyuntiva radical. También podrían buscar nuevos elementos que abran nuevas posibilidades para sacar al presidente estadounidense del callejón sin salida en el que parece haberse metido. Entre los aliados europeos presentes en la cumbre del G20, Obama cuenta solo con el apoyo de Francia para su intento de resolver el problema de Siria por la vía militar. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el presidente del Consejo, Herman van Rompuy, se expresaron rotundamente por la vía política.
Siria, que de entrada no figuraba en el orden del día del G20, pasó a ser objeto de debate de la cena de los líderes a propuesta del presidente Putin, quien dijo hacerse eco de las peticiones en este sentido de varios de sus colegas. La canciller alemana, Angela Merkel, expresó dudas sobre la posibilidad de llegar a una posición común, según ha informado la agencia Itar-Tass.
Manteniendo correctamente las formas, Putin y Obama se estrecharon la mano y sonrieron a la llegada del presidente norteamericano al palacio de Constantino. Ambos líderes están bajo el mismo techo y hablarán en los pasillos, pero no estaba previsto una cita formal entre ellos, según dijo el secretario de Prensa de Putin, Dmitri Peskov. Este funcionario explicó en detalle los supuestos efectos positivos de las reuniones que su jefe mantuvo el jueves con el líder chino y los primeros ministros de Japón e Italia, respectivamente. En los últimos tiempos existen “serios desacuerdos” en las relaciones ruso-norteamericanas, admitió. Obama tiene previsto reunirse hoy con miembros de la sociedad civil rusa, entre ellos representantes del colectivo de gays y lesbianas.
El Kremlin no pierde ocasión para aguijonear a Obama, con mayor o menor sutilidad, allí donde puede dolerle. Aludiendo a la informaciones divulgadas por Edward Snowden, Peskov manifestó que los países del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) reunidos en San Petersburgo habían manifestado una “dura y negativa” reacción contra el espionaje del que han sido objeto (por parte de los servicios secretos estadounidenses).
“Putin ve a Obama como un político débil, contradictorio e imprevisible, que desconoce cómo funcionan los mecanismos de la política internacional real”, opinaba Konstantin von Eggert. Según este analista, el líder ruso se sintió engañado por la administración norteamericana en Libia y no quiere que se repita en Siria el modelo aplicado a aquel país del norte de África, cuando una abstención de Moscú en el Consejo de Seguridad permitió la “intervención humanitaria” que acabó con el régimen de Gadafi. “Hasta el presidente George Bush parece hoy más claro y comprensible en Moscú que Obama, y desde luego goza de más respeto”, señalaba Von Eggert.
Por otra parte, tanto el ministerio de Defensa como el jefe de la Administración del Kremlin, Serguéi Ivanov, que también ocupó la cartera de Defensa, reaccionaron airadamente ante las acusaciones del Pentágono de haber suministrado armas químicas al régimen sirio de Bachar el Asad. Estas alegaciones “son falsas y aspiran a crear nuevos pretextos para agredir a un Estado soberano”, dijo el viceministro de Defensa, Anatoli Antónov. “Rusia siempre ha sido y será un socio responsable y previsible y un aliado para prevenir la difusión de armas de destrucción masiva. Siempre hemos cumplido claramente nuestras obligaciones en el campo de la no proliferación de armas nucleares. Somos depositarios del Tratado de no Proliferación y cumplimos nuestras obligaciones derivadas de la Convención de Armas Químicas y la Convención de Armas Biológicas”, manifestó el viceministro. Ivanov, por su parte, se declaró “sorprendido y conmocionado” por las acusaciones estadounidenses y recordó que él mismo había sido presidente de la comisión gubernamental de controles a la exportación destinados a evitar la proliferación de armas químicas, nucleares y bacteriológicas. 

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